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Los siguientes días fueron una tortura tanto para Rodrigo como para Iván, del azabache pensando la razón de su actuar, siendo tan obstinado y sin derecho a molestarse por el hecho de que no eran nada, su relación solamente se basaba en la escuadra y había sido todo, no había un antes o un después de ello.

Estaba molesto consigo mismo por actuar de aquella manera, además de sobrepensar las cosas como si pudiera ejercer algún tipo de derecho sobre Rodrigo. Se molestó de solo pensar en no tener ningún vínculo con el castaño, lo de la playa solo fue una visita como parte de su tregua, pero no había sucedido nada más de ello.

Y conforme más pensaba la situación, sabía que solo existía una posible respuesta a todo ello: Tenía que disculparse con Rodrigo, él no hizo nada con mala intención y solo fue él mismo quién provocó el distanciamiento que estaban pasando. Pero decir perdón no era sencillo para alguien como Iván, no cuando siempre se aseguraba de mantener todo bajo su control y medía sus acciones, algo que ese día no logró hacerlo de manera adecuada.

Rodrigo no estaba muy diferente a como Iván estaba, seguía repasando los acontecimientos de esa noche y seguía sin entender su actitud. ¿Dijo algo malo que no recordaba? Solo se encontraba feliz porque ese día todo marchaba bien para él, ni siquiera lo había molestado como anteriormente lo hacía, solo compartía su felicidad.

Por lo que ese día, justamente el día de la presentación, sabía que Iván no podría escapar de una conversación que tenía que suceder entre los dos, así que aprovecharía la primera oportunidad que tuviera para hablarlo de frente y tratar de llegar a una explicación coherente de su comportamiento, o de lo contrario sentiría que explotaría.

Cuando se subieron todos al camión que los transportaría hasta el recinto del evento, no había tenido éxito en todo el camino, quedando atrapando en una conversación con Sebastián y Edward mientras el azabache se encontraba en los asientos de enfrente sin compartir asiento con nadie. Le agradaban los chicos, pero en ese momento deseó no haber tenido una intercepción por su parte para hablar de algo que ni siquiera estaba prestando atención.

—¡Hemos llegado!- el grito de emoción de Sebastián hizo que todos le siguieran con aplausos, ansiosos por salir de ahí.

En cuanto las puertas fueron abiertas, Iván fue el primero en salir mientras el resto del equipo salía detrás suyo. Rodrigo trató de empujarse entre los demás chicos, saliendo con algo de dificultad y casi tropezando de no ser por sus buenos reflejos, buscando con la mirada una cabellera azabache hasta que lo reconoció a un par de metros del camión.

—¡Iván!- observó como los hombros del mencionado se tensaron, dándole la espalda—Hey, te estoy hablando.

Los intentos de huir fueron en vano, siendo interceptado por el castaño cuando se adelantó y se posicionó delante suyo, evitando que caminara. Soltando un suspiro, mostró una expresión de desinterés, cruzándose de brazos.

—¿Qué es lo que quieres?

—Que hablemos, eso es lo que quiero- frunciendo el ceño, levantó la barbilla con determinación. No se iría de ahí hasta obtener una explicación razonable, no importaba si tenía que mantenerse en esa posición todo el día.

—No hay tiempo para hablar, tenemos que ir a la primera carpa a inscribirnos.

Sin dar su brazo a torcer, negó—Puede ir el segundo representante del equipo, Sebastián puede ir.

—Pero soy el capitán, estoy presente como para mandar al segundo representante.

—Estoy hablando en serio, Iván. Tenemos que hablar, y si no lo hacemos ahora, entonces se verá reflejado en la presentación y eso no estará bien, no tenemos porqué dejar mal al equipo si se puede arreglar.

Cheerleader- adap RODRIVAN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora