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En los siguientes días, Iván estaba teniendo un dolor de cabeza insoportable ante la insistencia de sus amigos para que Rodrigo se uniera al equipo. Día y noche los mensajes y cuestionamientos sobre cuándo le diría que se uniera lo bombardeaban, y la misma respuesta llevaba siempre.

—No estaré rogándole. Si él decidió no unirse, es su problema, no el mío- escupió las palabras con molestia, sin siquiera poder disfrutar de su almuerzo ante sus preguntas.

—Pero es demasiado bueno, no puedes simplemente desperdiciar su talento- Sebastián siguió hablando, inclinándose sobre la mesa.

—Y es decisión de él si lo desperdicia o no, yo le hice extender la invitación y aún así la rechazó, ni que fuera quién para andarle rogando- aventó el tenedor sobre el plato, apartando la bandeja enfrente de su visión. El apetito se le había ido, solo quería salir de ahí para ya no tener que escuchar a sus amigos insistir con el mismo tema.

—Podrías acercarte más a él con otro... tono. Seamos sinceros, tu forma de referirte a él es lo que provoca que no acepte, deberías de cambiar esa actitud con él, piensa en el equipo- Edward interfirió.

—¿Cambiar mi actitud solo por él? Si fue él quien entró con toda esa actitud prepotente de que es el mejor, no soy el único que está mal aquí.

—Iván, ¿Quién de nosotros no tiene ese complejo de superioridad? Si también fuera capitán y de repente me cambian de escuela, también me comportaría igual o peor que él, no me dejaría intimidar por el capitán de la nueva escuela.

—Él ni siquiera sabe que yo soy el capitán- comentó con ironía, cruzándose de brazos.

—Entonces deberías de decirle, al sentirse comprendido de ser los únicos capitanes hombres puede que su relación mejore- el segundo mayor habló, haciendo que los demás asintieran.

Iván se limitó a rodar los ojos, alzando su mano para apretar el puente de su nariz en busca de paciencia. ¿En verdad debía de cambiar su actitud? No negaba que en algunas ocasiones él mismo sentía que se pasaba con sus palabras que atacaban sin filtro a Rodrigo, pero había algo en él que provocaba que sacara su lado espinoso como una barrera, impidiendo que siquiera pudiera conocerlo.

Cuando levantó la mirada, visualizó por la puerta de la cafetería como cierto castaño entraba, y como si hubiera sentido su mirada puesta en él, sus miradas se conectaron y como reacción involuntaria, Rodrigo le levantó el dedo medio a la distancia como en cada oportunidad que tenía cuando se veían por los pasillos, en el estacionamiento o en el salón de clase.

Su grupo de amigos soltó sonoras carcajadas que llamaban la atención, provocando aún más la molestia de Iván que aún no apartaba la mirada del castaño, viéndolo dirigirse a la barra de la comida y escoger una bandeja para que le sirvieran el menú del día. Con una mueca, desvió la mirada mientras su mente maquinaba, tendría que encontrar alguna otra manera de llegar a él sin que su orgullo saliera herido y el castaño estuviera en su equipo.

[...]

El día de clases había concluido por fin, Rodrigo sentía los músculos de su espalda estar demasiado tensos debido a estar bajo alerta de encontrarse a Iván y entrar en guardia. Encontrárselo no era para nada fácil, estando siempre a la defensiva y esperando cualquier cosa de su parte, prefería estar así que estar a ciegas en un campo minado.

Estaba mandándole un mensaje a su grupo de amigos cuando chocó contra alguien, sacándolo de su celular para toparse con la persona que menos deseaba ver.

—Deberías de fijarte por dónde caminas- el gruñido que acompañaba su voz le provocó una mueca, alejándose.

—También podrías fijarte, así no chocaríamos.

—De hecho, esto fue intencional- confesó, colocando sus manos sobre los bolsillos de su pantalón y recargándose en el auto que se encontraba detrás suyo, el mismo que Rodrigo manejaba.

—¿Y a qué se debe todo esto?—Se cruzó de brazos, esperando a que hablara.

—Vamos, dejemos los juegos a un lado y seamos realistas con una cosa. Mientras no te unas al equipo, tú sigues sin encajar en esta escuela; si te unes, todo esto será más fácil para todos, nadie sale perdiendo.

El castaño arqueó una ceja, incrédulo—¿Por qué no admites que todo ello es para tu propio beneficio?

—Pensé que te importaba tu estatus, yo solo quería ser de ayuda- sonrió con ironía, el castaño reconoció claramente que él tenía la delantera en la situación, no podía ingeniarselas.

—¿Acaso estás comprándome?

—Si lo dices de esa manera suena feo, solo dejemos que sea una tregua y todos somos felices- se encogió de hombros.

—Claro, como si unirme a tu equipo pudiera ser de gran relevancia para mi vida- rodó los ojos, encaminándose a la puerta del piloto.

—¿Y por qué no? Somos un equipo fantástico, tenemos todo.

—No se comparan con mi equipo, ellos fácilmente los destrozarían tan pronto como se enfrentaran en un torneo.

—Carrera, tú ya no formas parte de esa escuela, y por lo tanto, tampoco a ese equipo. Aquí no tienes a tu escuadra, no tienes a tus amigos y no eres nadie, solo otro estudiante más que tiene la oportunidad de volver a levantarse o quedarse en el lado oscuro de los pasillos, tú decides- cuando lo acorraló contra su auto y su cuerpo, el castaño cayó en pánico por la repentina cercanía—Tienes dos opciones, pero es por tiempo limitado. La última oportunidad de unirte es el día de mañana en la práctica, es en el gimnasio después de clases, puedes ir y presentarte u olvidarte y tener en mente lo que pudo haber si tan solo te hubieras dado la oportunidad de asistir.

Con una última mirada, Iván se retiró del lugar mientras Rodrigo lo veía alejarse, totalmente perplejo por sus acciones y la cercanía en la que se habían encontrado. A regañadientes, se subió a su automóvil sin dejar de pensar en el momento previo a ese, conduciendo a casa con mal sabor de boca.

Necesitaría consultarlo con sus amigos, sabía que ellos tendrían la respuesta a ello.

Cheerleader- adap RODRIVAN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora