Extra #1

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Rodrigo se había percatado del cambio que había tenido Iván en las últimas semanas, pensando que se trataba solamente de la cuestión de adaptarse a la universidad. Habían entrado recién a su primer año de la carrera, era un nuevo ambiente y un país diferente, culpó la diferencia de ambas culturas a su comportamiento, pero cuando creyó que el tiempo era mucho, no pudo evitar investigar más.

Recordaba cómo en una ocasión el azabache le había mencionado su interés por entrar al equipo de baloncesto de la universidad. Teniendo ello en mente, pensó en que tenía un compañero que formaba parte del equipo, podría preguntarle cuándo eran los entrenamientos y las audiciones para entrar, de esa manera animaría a su novio a participar.

Ideando una forma en acercarse, aquella mañana se despidió del azabache en el inicio de su facultad como era costumbre, viéndolo partir a su propia facultad antes de dirigirse al primer edificio. Caminó a su propio paso, sonriendo a un par de personas con las que se encontraba en su recorrido y saludando a unas cuantas de sus compañeros de diversas clases, llegando al aula solo para percatarse que se encontraba infestada por un grupo de jóvenes con apariencia atlética y murmurando entre ellos.

Pasando de manera desapercibida, tomó lugar hasta las hileras de enfrente, depositando su mochila sobre la mesa mientras se acomodaba en el asiento. No los saludó, ni siquiera se habían dado cuenta de su presencia al caminar a un costado de ellos, por lo que decidió sacar su libreta de apuntes y su estuche hasta que algo de su conversación llamó su atención.

—Es imposible que alguno de ellos entre al equipo, son pésimos- mencionó uno de ellos, trayendo consigo el asentimiento de los demás.

—Pero, ¿Qué tal el chico del número noventa y siete? Fue bueno en las prácticas.

—¿El porrista? Por supuesto que no, es demasiado niña para estar en el equipo- al escuchar su comentario, hizo tensar los hombros del castaño, creyendo haber escuchado mal.

—Realmente jugó bien, tiene buena técnica.

—Claro que la tiene, si solo está saltando para animar y haciendo volteretas- provocando una banda de risas, Rodrigo se giró para observarlos por encima de su hombro.

Quería creer que estaba escuchando mal, ¿Cuál era la probabilidad de que estuvieran hablando de Iván? No, se negaba a pensar de esa manera, aunque sus comentarios lo estaban sacando de quicio, deseaba estar equivocado.

—Buhajeruk es su nombre, ¿No? Escuché que viene de otro país, y tiene un historial impecable con los deportes.

—Ya dije que no, no lo aceptaremos en el equipo porque no pertenece a nosotros, dejen el tema en paz, no cambiaré de opinión.

—Pero parecía entusiasmado cuando acabó la práctica, a pesar de que fuiste duro con él al final.

Sintiendo su estómago contraerse, apretó los puños contra la tela de su pantalón, aún escuchando lo que decían a sus espaldas.

—Se lo merecía, nos deja por los suelos a los hombres al saber que fue capitán de animación. Maldición, ¿Por qué no jugar en la cancha en lugar de animar? Niñerías, no tiene el material suficiente para pertenecer al equipo.

—Empujándolo y gritándole enfrente de todos no es una buena forma de demostrárselo.

Sin poder evitarlo, Rodrigo se levantó con demasiada fuerza del asiento, haciéndolo caer y provocando un estruendoso ruido que interrumpió la conversación, captando sus miradas en él. Con molestia, se giró para levantar el asiento y se encaminó hasta el grupo de chicos, aún con las manos empuñadas en los costados de su cuerpo.

Cheerleader- adap RODRIVAN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora