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Él sabía que apestaba a Gemini más que nunca, pero ¿la gente debía estar tan sorprendida de ello? Ya era tan normal como desesperante. Así que no entendía por qué tanto le miraban.

¿Acaso tenía algo en la cara? ¿Un grano, tal vez?

No preguntó y fue directo a su asiento. Pasó su primer cuadro de clases bastante divertido, bromeando con Khao cuando los profesores los ponían en equipo junto a Pond y Phuwin. No le importó mucho que todo el mundo estuviera mirándole porque ya era muy normal que lo hicieran, pero le seguían incomodando aquellas miradas extrañas. Como si ya hubiese sido marcado con la mordida y él estuviese preñado de algún Alfa. De Norawit Gemini, para ser más precisos. 

Él no tenía una mordida en su cuello, pero por pura curiosidad se tocó aquella zona y fue imposible que no se quejara al presionar cierto lugar con sus dedos. No tenía una marca de mordida, tenía un chupón bastante notorio en donde debería estar la mordida del Alfa. Entró en pánico. Khao no le había dicho nada y él comenzaba a asustarse por ello. Sus feromonas estaban por todo el salón y los Alfas no podían evitar liberar las propias para calmarlo, haciendo que todos los Omegas restantes comenzaran a llorar.

Incluso Fourth, que no entendía qué hacía ese chupón en su cuello.

El profesor decidió dejar que los Omegas salieran y buscaran a sus Alfas para calmarse, mientras que los Alfas que no tenían pareja consolaban a los Omegas que estaban igual que ellos. Fourth, por su lado, se aferró a su ropa. El aroma de Gemini seguía en él con la misma intensidad de siempre, pero parecía no ser suficiente.

—Fourthie, Gemini está...

—¡FotFot!

—Aquí —completó Khao después de escuchar el grito del Alfa desde la puerta. Fourth no esperó a nada y corrió a los brazos del mayor como si aún fuese un bebé y Gemini más joven. Lloró en los brazos del Alfa mientras se aferraba a él.

El Alfa no se negó, ¿Cómo podría? Estaba completamente enamorado del Omega, y lo demás pasaba a segundo plano.

—¿Por qué lloras? ¿Te hicieron algo? ¿Fue un Alfa? Voy a pegarle a quien te hizo llorar, dime quién fue —pidió sujetando las mejillas de Fourth con sus manos.

—Entonces pégate solo —respondió con las mejillas húmedas y los ojos rojos de tanto llorar. El Alfa no entendía, pero al ver el cuello de Fourth, todo cobró sentido para él. Bajó la cabeza pensando que era un imbécil y abrazó a Fourth contra él para calmarlo.— ¿Por qué me hiciste eso? Y ¿por qué apenas me di cuenta de ello? ¿Fue en mi cumpleaños? Eso fue hace una semana.

—FotFot —habló el Alfa, interrumpiendo las preguntas del Omega—. Lo siento, no me di cuenta de que lo hice.

—Te odio, en serio —dijo el Omega, aún aferrado a él—. No quiero volver a tener algo así en mi cuello. Es horrible.

—Lo voy a pensar.

Aquellas palabras hicieron que el Omega lo mirara con las cejas fruncidas, provocando que el Alfa le diera un beso en la mejilla húmeda para calmarlo.

... 


El Alfa que odio, ¿es mi Alfa? | Geminifourth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora