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Chan quería imaginar que el comportamiento bipolar de Jeongin se debía a que el chico estaba en una fase parecida a la menstruación, pero eso sería pecar de idiota porque, bueno, los hombres no tenían un período

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Chan quería imaginar que el comportamiento bipolar de Jeongin se debía a que el chico estaba en una fase parecida a la menstruación, pero eso sería pecar de idiota porque, bueno, los hombres no tenían un período.

Sin embargo, no había otra forma de explicar que Jeongin le sonriera a todo el mundo cuando estaban juntos, tratándolo con cariño y ternura, diciéndole lobito y sacaba su lado meloso, para que apenas quedaran a solas, soltara su mano y no dijera más.

Al parecer, Jeongin se estaba tomando su papel en serio de ser su novio falso, y eso le hería. Se justificaba diciendo que era porque creía tener una relación de amistad con el muchacho, no era porque lo estuviera empezando a querer, por supuesto que no.

Así que cuando Jeongin entró a la cocina, lo miró con un puchero mal disimulado, sin saber por qué.

Pero Jeongin lo ignoró, y Chan quería protestar, porque no podía ignorar sus pucheros. ¡Sus pucheros eran adorables, por el amor a Jesucristo!

Ay, ¿qué estaba pensando?

—Hola, Jeongin, ¿cómo estás? —saludó su mamá entrando a la cocina—. Oh, ¿trajiste pastelitos?

—Hola, suegrita —Jeongin dejó la caja sobre la mesa—. Los hice especialmente para usted.

—¿Y para mí? —Chan extendió una mano para agarrar uno, pero su mamá le dio un manotazo.

—¡Son míos, Bang Chan! —se quejó ella.

—¡Eres mi madre! —protestó Chan.

—¡Te lo he dado todo, pero no te daré de mis pastelitos!

—¡Pero, mamá!

—¡¿QUIERES LA CHANCLA, CHAN?!

Chan ​se volvió a sentar, enfurruñado, murmurando por lo bajo. Sin embargo, de pronto Jeongin se sentó en sus piernas, sonriendo

—No te preocupes, lobito, te hice un pastelito especial para ti —Chan, sin pensarlo, pasó sus brazos por la cintura de Jeongin, mirándolo a los ojos.

—¿De verdad lo hiciste, cachetitos? —Chan miró la forma en la que mordía su labio inferior, y algo pareció calentarse en su interior.

—Sí —Jeongin se inclinó, dándole un beso en los labios, y Chan parpadeó por la sorpresa.

Desde ese primer beso que compartieron habían pasado dos semanas, y Jeongin había hecho como que no ocurrió, así que el hecho de que lo besara ahora tan repentinamente lo hizo sentir extraño.

Pero sólo fue un beso suave, un simple roce entre ambos labios.

—Te quiero, lobito —murmuró Jeongin.

A Chan no le importaba si lo decía en serio o no. De cualquier forma, lo hacía sentir cálido, enternecido, calmado.

—Aaaaaaaaay, ¡son tan lindos!

Ambos salieron de su burbuja cuando el flash del celular de la mamá de Chan los dejó medio ciegos.

Jeongin se puso de pie, con las mejillas repentinamente ruborizadas, en tanto Chan frunció el ceño mirando a su progenitora con desaprobación, quien los ignoraba mientras chillaba al ver la fotografía que sacó.

—¡Se la enviaré a todas mis amigas! —estaba diciendo saliendo de la cocina.

Chan ​suspiró, sin comprender un poco a su mamá, y se puso de pie, tomando su mochila

Luego, arrugó los labios percatándose de algo.

—Innie —el aludido lo miró, todavía un poco ruborizado—. ¿Cuándo me mostrarás tu casa?

Jeongin se tensó.

Luego, trató de relajar sus hombros.

—No es necesario —Jeongin hizo un gesto despreocupado—. Después de todo, nos quedan sólo cuatro meses juntos.

¿Por qué cuando Jeongin decía eso algo parecía doler en su interior?

¿Por qué cuando Jeongin decía eso algo parecía doler en su interior?

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Novio de alquiler ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora