14. Pasado I

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Un nuevo día en Karmaland se inició, se podía sentir la alegría del lugar tan solo en aquel reino, sobre todo en el templo Egna, donde un grupo de niños corrían siendo seguidos por las madres del lugar.

-Un minuto, esperen ahí... esos niños-hablo molesta una de las madre.

-¿Otra vez problemas con ese trío?

-Es culpa del mayor, no quieren tomar las lecciones y llevan al pequeño Roier bajo suyo...

Una risa causo que las madres vieran como Obona aparecía.

-Son niños Charlot, ten les paciencia.

-Señora... lo lamento, pero...

-Mis niños tienen demasiada energía, disculpa los por mi.

-S-si... señora.

Los tres llegaron hasta el jardín del templo el cual era extenso, riendo.

-Vieron la cara de la madre Rachel-rió el mayor de ellos, era ciervo mirando a los otros dos.

-Si, ni que lo digas Techno. Pero madre no crees que se molesto por...

-De eso nos preocuparemos después, primero lo primero. La recompensa- mostró aquel botín entregándole a cada uno una galleta-Bien, hecho mis fieles compañeros de lucha.

-Technoblade siempre sabes como actuar, eres el mejor líder.

-Si, mi sueño es ser un pilar como madre. Ya verás terminare con esta guerra sin sentido y les daré a ustedes un buen hogar.

-Si es el hermano lo podrá lograr-comento Roier sonriendo suavemente.

-Claro, porque son mi familia, mis hermanos, siempre permaneceremos juntos,es una promesa-extendió su brazo en señal de unión seguido de los otros dos.

Tecnhoblade, era el más problemático del templo egna con sus 12 años ya había hecho cualquier travesura propuesta. Era un pequeño niño que se caracteriza por su inigualable forma de ser, siempre era atento con los otros niños incluso les defendía de cualquiera que buscara. Tenía un gran cosa, es por eso que las madres encargadas a pesar de la rebeldía del chico siempre se mantenía atento a las nuevas oportunidades, y era el primero en saludar cuando un nuevo miembro de aquella familia se

sumaba. Todos apreciaban a Tecnho.

-Oigan, ¿por qué no vamos a visitarlo?

-Ah suena bien, visitar a papá.

-Si, si papá-comento el menor riendo.

Aquellos tres salieron rumbo al bosque cercano a la ciudad, se conocía que se encontraba aquella banda de ladrones peligrosa, al llegar los niños comenzaron a hacer un escándalo fuera de aquella guarida.

-Oye, papá-grito el mayor de los tres-salí de ahí, sabemos que nos oyes.

-Maldita sea con ustedes tres. ¿Cuántas veces les debo decir que no soy su condenado padre? Y que dejen de venir, solo porque están aburridos.

Salio un hombre que para cualquiera con las múltiples heridas y esa cara de pocos amigos alejaría a cualquiera, pero no con ellos. Su nombre era Dadan O. Raccon, se apodaba a si mismo el rey de los ladrones, aunque solo era un pobre diablo. Por razones del destino termino siendo la niñera personal de esos tres niños, y debido a que le temía a aquella sacerdotisa con carácter dulce. Obona sabia de Dadan y estaba de acuerdo en que sus niños lo tomaran como una figura paterna, no porque fueran un ladrón

si no porque conocía que aquel mapache era de buen corazón en el fondo, y aunque lo negara amaba a esos tres sobre todo las cosas.

A pesar de siempre gritarles e intentar alejarlos ellos siempre volvían con él su banda de ladrones, los cuales les preparaban algo de comer. Así era la vida diaria en Karmaland, después de que esos niños comieran aquel mapache miro el cielo comenzando a oler.

Life's a game (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora