Capitulo 17: La espera

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Monty llegó a Monty Golf con la esperanza de ver a su amigo Moon. Había estado esperando este momento durante todo el día, pero a medida que pasaban los minutos, su emoción se convertía en ansiedad. Se sentó en uno de los bancos de madera del lugar, mirando el reloj con impaciencia. La hora de salida de Moon se acercaba, pero él no aparecía.

- Solo quera esperar - murmuró Monty para sí mismo, sintiendo que el nudo en su estómago se apretaba más. - él vendrá yo lo se -

Los recuerdos de la noche anterior le vinieron a la mente. Había estado tan emocionado por el regalo que le había hecho a Moon, un tambor pintado con estrellas y una luna. Pero ahora, esa emoción se había desvanecido, reemplazada por la preocupación.

- Tal vez lo dejé preocupado por no estar con él - pensó Monty, sintiéndose cada vez más triste.

Monty miró a su alrededor, intentando distraerse con los colores brillantes y las luces parpadeantes del minigolf. Pero nada podía aliviar la sensación de vacío que sentía en su interior. Su único amigo no estaba, y eso era un sentimiento horrible.

- ¿Por qué no llega? - se preguntó, sintiendo que la tristeza lo invadía. - No puedo creer que esté tan lejos.

La idea de que Moon no quisiera verlo lo asustaba. Monty había estado tan emocionado por su nuevo rol en la banda y por compartirlo con su amigo, pero ahora se preguntaba si había arruinado todo.

- ¿Y si no le gusta el tambor? - pensó, sintiendo que quería llorar. - ¿Y si no quiere ser mi amigo más? -

La hora de salida de Moon pasó, y Monty se sintió cada vez más abatido. Se levantó y comenzó a caminar por el área de juegos, intentando encontrar algo que lo distrajera. Pero su mente regresaba a la ausencia de Moon.

- Quizás debería haberle dicho cuánto significaba para mí - reflexionó Monty, sintiéndose culpable. - Siempre he sido un poco torpe con mis palabras. -

Mientras caminaba, se encontró con un grupo de niños que estaban riendo y jugando. Monty forzó una sonrisa, pero en el fondo, su corazón seguía pesado, bueno mas conciso su mecanismo ahora era lento.

- ¿Por qué no puedo dejar de pensar en él? - se preguntó, sintiendo que el tiempo se detenía. - No es solo un amigo; es como un hermano para mí o algo más, no lo se-

Monty regresó a su banco y se sentó, mirando el tambor que había traído. La pintura aún brillaba, y las estrellas y la luna parecían brillar con una luz propia. Pero en lugar de sentirse orgulloso, Monty solo se sentía triste.

- ¿Qué estoy haciendo mal? - murmuró, sintiendo que la frustración se acumulaba en su pecho. - Solo quiero que Moon esté aquí. -

El tiempo siguió avanzando, y Monty sintió que cada segundo se convertía en una eternidad. La alegría del minigolf lo rodeaba, pero él solo podía pensar en la ausencia de su amigo.

Finalmente, decidió que no podía seguir esperando sin hacer nada. Se levantó de la mesa y miró hacia la entrada, con la esperanza de que Moon apareciera en cualquier momento.

- Vamos, Moon, no me dejes aquí solo - susurró, sintiendo que la tristeza lo invadía. - Necesito verte. -

Monty se quedó allí, esperando, con el tambor en sus manos y el corazón lleno de anhelo. La espera había sido difícil, pero estaba decidido a no dejar que la tristeza lo detuviera. Su amistad con Moon era demasiado valiosa para perderla, y estaba dispuesto a esperar todo el tiempo que fuera necesario para verlo llegar.


Mientras Monty esperaba ansiosamente a Moon en Monty Golf, Freddy se encontraba en la bolera de Bonnie, celebrando el cumpleaños de un niño. Era una petición especial, y Freddy había accedido con una sonrisa, pero en el fondo, su corazón estaba lleno de nostalgia.

Desde la desaparición de Bonnie, Freddy había estado inquieto, esperando a que su amigo regresara. Pero ahora, mientras tocaba la canción favorita del cumpleañero, solo podía pensar en la ausencia de Bonnie.

- ¿Dónde estás, amigo? - pensó Freddy, mientras sus dedos se deslizaban por las teclas del piano. - Deberías estar aquí conmigo.

Los niños reían y aplaudían al ritmo de la música, pero Freddy apenas podía concentrarse. Su mente estaba en otro lugar, recordando los viejos tiempos cuando Bonnie y él tocaban juntos, llenando la bolera con alegría.

- Extraño nuestros duetos - susurró Freddy, sintiendo que una lágrima amenazaba con escapar de sus ojos. - Nunca más volverán a ser los mismos. -

Cuando la canción terminó, los niños vitorearon emocionados. Freddy les dedicó una sonrisa, pero en su interior, su corazón se sentía vacío. Extrañaba a Bonnie más que nunca, y la idea de que algo malo le hubiera pasado lo aterraba.

- ¿Qué haré si no vuelves? - se preguntó Freddy, sintiendo que la preocupación lo consumía. - No puedo imaginar este lugar sin ti. -

Mientras los niños se dispersaban para jugar, Freddy se quedó solo en la bolera. Miró a su alrededor, viendo los colores brillantes y las luces parpadeantes. Pero todo le recordaba a Bonnie, y a los momentos que habían compartido juntos.

- Recuerdo cuando instalaron la bolera - dijo Freddy, con una sonrisa nostálgica. - Tú y yo pasamos horas jugando con ellas, hasta que Vanessa nos regañó por quedarnos despiertos toda la noche. -

Freddy soltó una risa amarga, sintiendo que la tristeza lo invadía. Extrañaba esos momentos, esos pequeños detalles que habían hecho de la bolera su hogar. Y ahora, sin Bonnie, todo parecía vacío y sin sentido.

- Vuelve, por favor - suplicó Freddy - Te necesitamos aquí, con nosotros. -

Mientras se secaba las lágrimas, Freddy se dio cuenta de que no podía seguir así. Tenía que ser fuerte, no solo por él, sino por todos los que lo rodeaban. Bonnie no querría verlo triste, y él lo sabía.

- Voy a encontrarte, amigo - dijo Freddy, con determinación en su voz. - Cueste lo que cueste. -

En eso recibió un comunicado de su horario ahora tendría que estar en el lobby recibiendo a los visitante, pero eso no detendría su búsqueda.

Buscando al conejo blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora