Si quieres puedes Volar ( Sarah , Isaac, Yael )

Capítulo 20 , Abraxas

Isaac y Fé se encontraron en un rincón apartado del parque, bajo el cobijo de un árbol frondoso que les ofrecía un alivio temporal del sol de la tarde. La tranquilidad del lugar contrastaba con las tormentas internas que ambos lidiaban. Mientras Fé se acomodaba en una banca, Isaac sacó un paquete de cigarrillos de su bolsillo y encendió uno con una mezcla de nerviosismo y resignación.

—No puedo dejar de pensar en algo que leí en un libro recientemente —comenzó Fé, rompiendo el silencio mientras observaba a Isaac darle la primera bocanada a su cigarro—. El libro se llama *Demian*.

Isaac aspiró el humo, disfrutando la forma en que el tabaco calmaba su mente inquieta. Miró a Fé con curiosidad. La conversación siempre parecía tener un modo de desviar su atención de la oscuridad que lo rodeaba.

—¿Qué es lo que te dejó pensando? —preguntó Isaac, exhalando el humo en una nube gris.

—En uno de los capítulos, hay una discusión sobre un concepto que me llamó mucho la atención. Es sobre el "mal ladrón" y la figura de Abraxas.

Isaac frunció el ceño, intrigado. Fé, ahora  elocuente y no retraída  cuando hablaba de libros, parecía especialmente cautivada por este tema.

—¿Abraxas? —repitió Isaac—. ¿Qué tiene de especial?

—Abraxas es un dios dual —explicó Fé—. Representa una mezcla de lo bueno y lo malo, lo divino y lo demoníaco. Es un dios que no se limita a los conceptos tradicionales de moralidad. En el libro, el “mal ladrón” es alguien que, en apariencia, actúa de manera inmoral y despreciable, pero que en realidad está revelando una verdad profunda sobre la naturaleza de la existencia. Su rol es desafiar las normas y cuestionar el orden establecido.

Isaac, atrapado entre el efecto calmante del tabaco y la complejidad de lo que Fé estaba diciendo, dejó que las palabras se asentaran en su mente. La idea de una divinidad que abarcara ambos extremos del espectro moral le parecía una rebelión contra todo lo que le habían enseñado.

—¿Y tú qué piensas de eso? —preguntó Isaac, inclinando la cabeza ligeramente.

—Es liberador y perturbador a la vez —respondió Fé—. Pensar que lo divino no se limita a una idea pura de bondad, sino que incluye la oscuridad, me hace cuestionar todo lo que he creído sobre la moralidad y el pecado. En cierto sentido, me hace sentir que, quizás, no todo lo que considero malo o perverso es intrínsecamente negativo.

Isaac asintió lentamente, sintiendo una chispa de comprensión en medio de su confusión habitual. El tabaco en sus manos parecía un símbolo de su propio conflicto interno. El placer momentáneo que le proporcionaba se enfrentaba a la culpa y el daño que sabía que acarreaba.

—¿Crees que Abraxas es real? —preguntó Isaac, sin poder evitar la curiosidad.

—No sé si es real en el sentido literal —admitió Fé—, pero el concepto me hace pensar que tal vez hay algo más grande en juego. Tal vez la verdadera comprensión de uno mismo y del mundo requiere aceptar y reconciliar tanto la luz como la oscuridad.

Isaac exhaló una nube de humo, meditando sobre las palabras de Fé. El cigarro, a pesar de ser un refugio efímero, no podía ofrecerle la claridad que buscaba. Sin embargo, en la conversación con Fé, encontró un rayo de luz en medio de la penumbra.

—Es difícil aceptar eso —dijo Isaac—. Yo solo quiero encontrar un equilibrio, pero parece que todo está en caos dentro de mí.

—Eso es parte del proceso —le animó Fé—. A veces, para encontrar la paz, primero debemos enfrentar la confusión y el dolor. El concepto de Abraxas no ofrece respuestas fáciles, pero tal vez nos invita a explorar las complejidades de nuestro ser.

Isaac miró a Fé con una nueva perspectiva. Y se preguntó en su cabeza , como es que una chica que solía ser callada y nada comunicadora podía tener un mundo interno tan interesante .