Arepa XXXIII: Troleo, hermano

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De repente, un bojote de hombres habían salido de la oscuridad y rodearon a los muchachos en segundos.

—No debieron confiar en mí. Era demasiado obvio que era una trampa —exclamó Blackov.

—Se los dije —soltó Wilkel.

En ese momento, varios disparos se escucharon afuera, segundos después, la puerta se abrió de golpe y una figura imponente apareció en el umbral: Cabello. Su presencia era abrumadora; llevaba un uniforme militar adornado con cientos de medallas y una mirada asesina.

—Inimaginable pensar que tres niños hayan causado tantos daños —dijo Cabello con una risa burlona—. ¿Creían que podían entrar aquí, buscar al gringo e irse? No chico. Ustedes lo que son es una cuerda de estúpidos vale.

Los ojos de Dan se abrieron de la arrechera al ver a su archienemigo frente a ellos.

—Debi suponer que el meon era la mente maestra.

—A pesar de tu insolencia me caes bien pero eres débil —respondió él, acercándose lentamente—. Este mundo está destinado a ser gobernado por aquellos que tienen la valentía de ir más allá. Ustedes son débiles, sentimentales, basuras insignificantes, quiero que atiendan eso. Ustedes no valen ni medio mojón de perro.

—Eso lo veremos, meon —soltó Dan.

Cabello soltó una risa profunda.

—Bueno, muchachos. Los dejo. Tengo millones de personas que matar, y un mundo que conquistar —luego hizo un gesto hacia Blackov—. Y tú… has hecho un buen trabajo, blackov. No los mates, admiro su determinación, solo vuela esto y veamos si logran salir.

Cabello salió de cuarto escoltado por sus hombres, mientras que blackov sacaba un dispositivo de su chaleco.

—Lo siento, chicos —dijo Blackov con una sonrisa siniestra—. Pero esto es donde nuestros caminos se separan.

Lanzó una granada flash aturdiendo a los muchachos, después salió de la habitación y presionó un botón de un dispositivo. De inmediato, unas cargas de C4 explotaron a lo largo de la habitación, bloqueando la única salida que tenían. El humo comenzó a llenar el aire mientras los gritos de los muchachos eran apenas audibles en el estruendo.

—¡Muchachos! ¿Están bien? —gritó Sam, su voz estaba llena de miedo.

—Estamos bien —respondió Dan quitándose unas tablas de encima—. Tenemos que salir de aquí.

El aire estaba cargado de tensión mientras Dan miraba a su alrededor, buscando una forma de escapar. La risa burlona de Diosdado resonaba en sus oídos, era un maldito, y la traición de Blackov lo había dejado aún más arrecho. Sin embargo, no podía rendirse; sus amigos dependían de él.

—Hay que quitar estos escombros. Este lugar vendrá abajo en cualquier momento —dijo Dan, tomando una decisión, mientras que los muchachos aún aturdidos asintieron.

Sabían que debían actuar rápido. De inmediato, se lanzaron hacia la puerta bloqueada y comenzó a despejar escombros por escombro con todas sus fuerzas.

Dan mientras luchaba por abrirse camino, sintió un dolor agudo en su brazo. Se detuvo un momento, mirando hacia abajo para ver una herida: uno de los Chavistas le había mordido. El pánico lo invadió por un instante, pero rápidamente lo ocultó bajo su sudadera. No podía permitir que sus amigos se preocuparan más de lo que ya estaban.

Finalmente, habían logrado abrir un pequeño pasaje.

—¡Por aquí! —Sam y Wilkel no dudaron.

De uno en uno, habían logrado salir.

—No puedo creer qué Chad esté muerto —dijo Wilkel.

Sam aparto la vista, mientras que Dan los miró fijamente.

—Yo tampoco lo puedo creer, el no se dejaría vencer tan fácilmente. Pero paso lo que pasó. Nunca debí haberlos metido en esto.

—No digas estupideces, Dan. Si vinimos fue por qué queríamos. Nadie tiene la culpa de nada.

—Sam tiene razón, mano. Ahora lo que importa e' salir de aquí.

—¿Escucharon eso? —pregunto Dan.

—Se me salió, marico. Es que ando nervioso —dijo Wilkel.

—No, es otra cosa.

En ese instante, una figura emergió de la penumbra, y antes de que pudieran reaccionar, Care' Chiabes se abalanzó sobre Sam, cubriéndole la boca con una mano y sujetándola por la espalda con la otra.

Dan fue el primero en darse cuenta. Su corazón latía con fuerza mientras observaba cómo varios hombres del Tren del Llanero aparecían detrás de Care' Chiabes, armados y listos para disparar.

—¡Cúbrete! —gritó Dan a Wilkel, quien apenas tuvo tiempo de reaccionar.

Ambos se lanzaron tras una cobertura que les ofrecía algo de protección.

—¿Qué mieldas hacemos? —preguntó Wilkel, su voz temblando de miedo mientras miraba a Dan.

—No puedo permitir que ese psicópata se lleve a Samantha —respondió Dan.

La adrenalina corría por sus venas mientras disparaba hacia los atacantes, manteniendo la distancia.

Wilkel asintió lentamente, sintiendo la presión de la situación.

—Necesitamos un plan.

Sin pensarlo dos veces, Dan sacó una pistola de su cinturón y se la lanzó a Wilkel. Este la atrapó al vuelo, pero su rostro reflejaba pánico.

—No puedo usal esto —dijo con voz quebrada—. No puedo disparal un alma, mano.

Dan lo miró fijamente, comprendiendo su problema.

—Lo sé —dijo—. Pero todos cometemos errores y sufrimos por ellos. A veces es insoportable… Pero hay que mandar todo a la mierda y dejar de llorar. Acepta las cosas como son porque ya no se pueden cambiar. Lo único que podemos hacer es actuar sobre lo que sí podemos cambiar, y eso es el presente.

Las palabras habían hecho algo en él. Wilkel apretó el arma con fuerza, sintiendo su frialdad contra su piel sudorosa. Sus ojos se aguaron mientras miraba a Dan, buscando en su convive la valentía que le faltaba.

—Está bien —murmuró Wilkel, casi en susurro—. Lo haré.

Dan asintió, aunque la preocupación seguía presente en su mirada.

—Vamos, Walkel. Confío en ti. Solo recuerda: apunta y cuenta hasta tres.

Los gritos de los hombres del Tren del Llanero resonaban a su alrededor, y el sonido de las balas silbando nunca terminaban. Dan se asomó por detrás de su cobertura y disparó nuevamente, obligando a los atacantes a buscar refugio.

—¡Samantha! —gritó Dan, intentando localizarla entre el caos.

Wilkel respiró en banda, y empezó a contar.

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⏰ Última actualización: Oct 20 ⏰

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The Walking Dead (Versión Venezolana) (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora