Arepa XXV: Recuerdame, bro

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—Dan, quiero darte algo —dijo Carlos, su voz se escuchaba débil y forzada pero aun así sonreia—. Es algo que quiero que conserves, ya sabes, para que no te olvides de mí.

—Malditsea, loco —replicó Dan—. No lo digas como si te fueras a morir. Además, si quieres darme algo me lo darás cuando salgas de aquí. ¿Y olvidarme de ti? Eso si que va a estar bien difícil, ¿como olvidar a tipo tan exagerado?

Carlos echo a reír, y de su mesita tomó su gorra favorita. Una gorra completamente negra que había comprado con su propio esfuerzo, la tenia hace tiempo ya y más de una vez sintió que le traía buena suerte. Ese era el regalo perfecto para su mejor amigo.

—Toma —dijo Carlos acercándole la gorra a su amigo—. Quiero que la conserves. Es mi gorra de la suerte, ya lo sabes, ¿y quién mejor qué mi mejor amigo para qué la cuide?

—No, ¿cómo crees? Es tu gorra favorita, no puedo aceptarla.

—Vamos, Dan. Hieres sentimientos de anciano.

Dan, no pudo evitar sonreír. Su mejor amigo le ofrecía la gorra, pero aceptarla también significaba aceptar el hecho de que él iba a... pero eso no sucedería, para él eso jamas pasaría, o al menos, eso era lo que quería creer.

—¿Sabes qué, Carlitos? —dijo Dan, poniéndose la gorra hacia atrás como le gustaba usarla su amigo amigo—. La cuidaré, pero sólo hasta que estés aquí, cuando salgas del hospital te la daré de vuelta, ¿vale?

—Tú ganas, Dan. Pero si algo me llegase a pasar, no quiero que olvides esto nunca: «gracias por haber sido mi mejor amigo, y gracias, por estar siempre para mí y no abandonarme»

—Carlos...

Carlos lo miró, y de repente le gritó.

—¡Despielta, Dan! ¡Mamagüevo!

•••

Dan, empezaba a escuchar tiros, una voz femenina familiar a lo lejos y un tuki gritándole en toda la pata del oido. Su cabeza palpitaba, y su visión era algo borrosa, además, de que los sonidos los percibía apenas con un leve pitido de fondo.

Mientras qué, la chama, en un intento de distraer a los zombis empezó a gritar en una dirección diferente a la que se dirigía Wilkel que llevaba arrastrando a Dan. Al parecer daba resultado, pero, la cantidad de no-muertos era cada vez mayor y eso tarde o temprano dejaria de ser una buena idea. Mierdo.

Sam sabia que un zombi común no sería difícil de matar, pero, varios de ellos ya sería algo completamente diferente. Asi qué, sabiendo eso, esperó que la horda estuviera cada vez más cerca, y más cerca, y aunque sonará contradictorio, sólo tal vez, eso le ayudaría a ganar más tiempo.

Se posicionó en las escaleras eléctricas, y empezó a subir de forma automática hasta el segundo piso, mientras, que los zombis empezaron a subir junto con ella de forma torpe, cayendo entre los escalones metálicos y viéndose algo divertido según Sam.

Aquellos seres podridos se subían encima los unos a los otros en filas, dejando una gran masa de pestilencia en el aire y trozos de carne muerta en piso. La chica ya empezaba a efectuar su plan, pero de repente y sin previo aviso, una gruñido gutural se escuchó a su espalda. Del lado de arriba en lo más alto, varios zombis se lanzaban a las escaleras, esperando con ansias que aquella linda dama les regalara un poco de su deliciosa carne. Hasta yo. Okno.

—Nojodas, esto debe ser una puta broma —musitó Sam, mirando como poco a poco se acercaba hasta aquellos horribles caníbales.

The Walking Dead (Versión Venezolana) (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora