Arepa XI: Sin entierro

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De repente un fuerte golpe se sintió atrás, y luego otro. Voltearon a ver que pasaba y vieron al zombie YUCA correr hacia ellos, pero no solo hacia eso, sino, que lanzaba secuaces como si fueran piedras. ¡Mierda!

—¡Metele pata, gringo! —exclamó Wilkel.

—Coño e' la madre... —musitó Dan mientras veía como el gran zombi se acercaba con furia.

El gringo veía por el retrovisor. Esa gran masa de putrefacción y músculos se acercaba a paso decidido. Debía tomar una decisión o les comerían la cabeza. Upa, eso sonó feo.

—Atrás tengo un juguete —dijo el gringo—. Alguien que lo tome y le mate a ese zombie con trembolona.

Wilkel de inmediato empezó a requisar la parte trasera de la Hummer. Reviso y volvió revisar con más esmero pero no hallaba nada. ¡No había ningún juguete!

—¡Mamawevo, aquí no hay ningún juguete! —exclamo el Wilkel con desespero—. ¿¡Tas creisi!?

Dan respiro en banda y echo a Walkelson a un lado. Miró la parte trasera y allí en una maleta alargada había algo, que para Dan, era hermoso. ¡Un RPG!

—Pana... —dijo Dan tomando el arma con cuidado y cariño—. ¿De dónde sacaste está mierda?

—Vino con la Hummer, al parecer al enchufado que mate les gustaban las armas tanto como a mí—respondió el gringo con una sonrisa Colgate.

—A mí me gustan más las kukas —agregó el Wilkel.

Y a Dan siempre le gustaron las explosiones, y allí en sus manos, poseía un arma que las creaba. Vaya que sí.

—Solo tienes una oportunidad —dijo el gringo—. No falles.

Eso ultimo le dió un gran peso a Dan. Responsabilidad. Responsabilidad. Su peor enemiga. Pero era mayor las ganas de disparar esa belleza.

El gringo abrió el quema cocos. Dan con cuidado salió por el agujero. El zombie cada vez se acercaba más y eso le trajo un recuerdo al chico. El día en que conoció a Walkelson, ese día donde aquel Chavista salió de entre el fuego y con una bala lo mato. Era como si apenas hubiera sido ayer. Pero no fue ayer, fue anteayer.

—¿Qué esperas? —preguntó el gringo.

—¡Sólo tengo una bala! —vociferó con fuerza el chico para que el gringo lo escuchara a pesar del fuerte viento—. ¡Tiene que ser un tiro seguro!

El gringo no estaba de acuerdo. Si ese zombie se acercaba lo suficiente y ese chico le daba con exito la explosión podría hacerles daño a ellos también.

—Confió en ti, pero no dejes que se acerque mucho —dijo el gringo.

Dan trago saliva Mientras veía a su objetivo acercarse. Miró a través de la mira de su arma y posicionó el dedo en el gatillo. Y empezó la cuenta regresiva.

Uno.

Dos.

Pero al llegar a tres el auto entro en un bache y Dan perdió el equilibrio presionando sin querer la coletilla del arma. El misil salió disparado hacia el aire dando y dejando humo en el camino para después explotar como fuego artificial en el cielo.

—!Malditasea...! —gritó el muchacho mientras veía como su oportunidad de salir vivos explotaba.

—Fuck... —dijo el gringo.

No podía culpar al muchacho, en parte fue su culpa por no haberle avisado antes. Pero por lo menos el proyectil exploto arriba y no en el auto. Solo quedaba intentar huir de aquel zombie YUCA.

—Perdón —dijo el muchacho cabizbajo mientras se acomodaba en el asiento del copiloto.

—No te preocupes —respondió el gringo—. De aquí saldremos vivos como sea, tengo un entierro que hacer y todavía me queda a alguien por encontrar.

Entonces a Dan se le iluminó el coco. Sean. Su cuerpo aun estaba preservado. Quizás aún podían usarla como distracción. Pero, solo había un problema: ¿Qué diaria el gringo?

—Tengo un plan —dijo Dan sin dejar de mirar la carretera—. Tu amigo podría...

—¡No! —replicó el gringo sin titubear y con una mirada de enojo impregnada en sus ojos—. ¿Como crees que haría algo así?

Al parecer al gringo ya se le había imaginado esa posibilidad mucho antes que Dan. Pero eso no era mas que basura. Él se merecía algo mejor que eso. Ya fue casi devorado por unos monstruos, no permitirá que otro terminara el trabajo.

—Bien, entonces lancemos a Walkelson —propuso Dan.

Wilkel abrió los ojos como taparas. ¿Eso era una broma verdad?

—Estoy de acuerdo —apoyó el gringo.

—No sí, nawebona, ¿me van a tirar a mí? —replicó Wilkel—. ¿Es por qué soy negro velda?

El zombie YUCA con su enorme mano arrancó la puerta de la maleta junto con el parachoques. Wilkel gritó como jeva, y Dan sacó sus dos Macs y empezó a dispararle en la cara, pero las balas solo se clavaban en la gruesa piel y músculos sin hacerle daño.

Mientras tanto, el gringo estaba en una lucha interna. ¿Debía sacrificar a su hermano de armas y mejor amigo para salvarse él y sus nuevos compañeros? En su mente imágenes de su hermandad aparecieron unas tras otras, las veces que se salvaron mutuamente, y las veces que rieron de eso. Recordaba las veces que peleaban por una chica, pero a la final, ninguno se la quedaba. Y de repente su voz retumbo en su cabeza «daría mi vida por ti, hermano».

—Hazlo —dijo el gringo.

—¿Estas seguro?

—Yes...

Dan se pasó a la parte de atrás y tomó la bolsa, suspiró y luego la arrojó a la calle. El gigante freno en seco y tomó la bolsa con ambas manos, y como si fuera una chuchería, empezó a comerla con bolsa y todo.

El gringo aprovecho el bug y empezó a maniobrar hasta lograr perder al gigante... y a su mejor amigo.

—Lo siento —dijo Dan.

El gringo no presto mucha atención a lo que dijo, solo encendió la radio para despejar un poco su mente y alejar esos sentimientos que debía dejar de lado.

De repente, vieron como un helicóptero pasaba a toda velocidad arriba de ellos en dirección a la ciudad de caracas.

—Me pregunto a donde irá ese helicóptero —dijo Dan—. Tal vez sean sobrevivientes.

—Puede ser... o tal vez sean más psicópatas —respondió el gringo—. Nunca bajen la guardia.

—Yo lo que estoy es activo, manao —dijo Wilkel—. El que se me atraviese le meto una cacheta' con el webo.

De la radio un mamawevo... digo, una voz familiar sonó, dando un mensaje:

—Para todos esos supervivientos y supervivientas. Aquí en caracas hay un refugio, con cajas CLAP para todos, cada semana y sin falta. Esta vez si lo digo enserio. Pero solo para los que tengan el carnet de la patria, sino, no pueden entrar. Así que vengan cuerda e jalabolas... digo, pueblo soberano y patrioto. ¡Vengan! Aquí yo los mantengo siempre que me tengan como el presidente, pues, aunque de cualquier forma siempre lo seré, pero no soy dictador, claro que no. ¡Vengan! ¡Por qué todo somos un pueblo!

The Walking Dead (Versión Venezolana) (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora