»Desde entonces nunca más pude apuntal ni sostener mucho tiempo un arma.
Dan estaba sorprendido. Nunca pensó que Wilkel fuera sido hijo de un policía, pero luego recordó que en Venezuela los policías son los primeros choros y entonces se calmó. Además, el tenia un trauma de niñez, y debia superarlo si quería seguir vivo en un mundo infectado de zombis.
—Debes superar eso si no quieres que un zombi te coma, ¿captas? —dijo Dan—. Quizás este sea el mejor lugar para que los hagas.
—Apues, ¿eres marico? ¿No escuchaste qué no puedo tocar un arma?
—Lo escuché muy bien. Solo digo que quizás estar rodeado de armas haga que superes tus miedos. Además, allí alguien te puede enseñar a usarlas, y eso sería mejor aun, así dejarias de ser un estorbo.
Wilkel, aunque no quería admitirlo lo que le había dicho Dan era cierto. Todo este tiempo no ayudó en mucho, y debía saber utilizar un arma por él, y por su familia.
Dan se dio media vuelta, y empezó a caminar en dirección contraria.
—¿Y tú adonde iras?
—¿Yo? Yo iré a golpear al Zombi Marico —respondió—. Tú solo supera tu trauma, ¿sí?
—Sisa...
—Y Wilkel —tomó una pausa—, perdon por haberte juzgado sin conocerte... aunque aun sigo creyendo que eres un puto Tukki. Suerte.
Ñelda.
¿Escuché bien?
Wilkel se sintió extraño. ¿Dan le había pedido perdón? ¿Enserio? Claro, aunque a su manera. Pero aun así fue muy valioso para él que allá hecho eso.
—Bien, vamo' a darle.
Wilkel entró decidido a la zona de practica, aunque por dentro moría de pánico solo pensar en disparar una de nuevo.
Un hombre de pelo negro azabache con una enorme cicatriz que adornaba su rostro masculino, se acerco al joven Wilkel. Vestía una camiseta ajustada que hacían notar sus músculos marcados, y unos shorts que dejaban ver sus delgadas y varoniles piernas peludas. En definitiva ese tipo era un verdadero macho.
—¿Te puedo ayudar en algo? —le preguntó a Wilkel con un voz varonil y grave—. Porque si necesitas algo aquí estoy. Para lo que quieras. Porque si algo me gusta es complacer a los tipos serios como tú. Por cierto, me llamo José pero para los tipos serios así como tú soy Joseito o Tito.
—Bueno, causa. Lo que pasa es que no se usal un arma, pues. Además de que me dan miedo claro. Entonces queria sabel si alguien aquí me puede ayudal con ese beta, mano.
—Pero mira que casualidad, yo justamente soy el instructor de aquí. Yo soy el que enseña a meter y sacar cartucho, pana.
—¿Entonces me puedes hacel la segunda ahí, causometro?
—Sí, como no. Por un tipo así fuerte y decidido haría lo que fuera. Lo que sea. Ven.
Wilkel lo siguió hasta un cubiculo, mientras tanto José buscaba un arma fácil de usar. Luego se fue al cubículo y puso una Beretta en las manos de Wilkel.
—Bien —dijo José—, creo que ya sabes donde debes meter el dedo, ¿no? Pero eso sí, metelo con cuidadito que luego se dispara.
—De bolas, manubrio.
Wilkel tomó el arma de forma correcta, y de repente algo se disparó, pero fue dentro de él. Su miedo. Empezó a temblar, y Jose no pudo evitar darse cuenta de eso.
—Deja el miedo, ¿no eres un macho, pues? Debes sostenerla duro, que la sientas dura, y mientras más dura la sientas mejor.
Wilkel ya empezaba a notar algo raro en ese tal José, tal vez era su acento, si tal vez era eso, pero estaba tan ocupado intentando controlar su miedo que no debía desconcentrarse.
Apuntó su arma al blanco, pero no podía mantenerla firme. Su miedo hacia que se desviará con su temblor, y no importaba cuantas veces lo intentara era como si algo dentro de el no lo dejara hacer. Carajo.
—Deja que te ayude panita —dijo el instructor, y se coloco en la parte de atrás de Wilkel, luego tomó la pistola sosteniendo sus manos mientras este ultimo no sabia que pasaba—. Solo deja que yo te agarre la pistola.
Wilkel de inmediato salió de entre los brazos de José, con cara e' trauma y sintiéndose sucio y abusado.
—¿Qué lo qué, pues, mano? Me estas confundiendo —dijo el Wilkel indignado.
—¿Tas loco, panita? ¡No vale! Cero maricoteo, mi pana. Yo solo te estaba ayudando.
—No mano, yo mejor me piro de aquí. Sape gato contigo.
Wilkel salió rápido del lugar. Al parecer ese tal José era un valenciano de los más maricon. ¡Y vaya que sí!
•••
Mientras tanto, Dan yacía en el arcade golpeando al Zombi Marico. Sentía que algo malo iba a pasar, pero pensó que solo seria otras de sus cosas. Además, no era fan de estar rodeado de gente, así que eso tal vez contribuía el raro sentimiento.
De repente una mujer familiar se le acercó, con una sonrisa maliciosa en sus rosados labios.
—Eres bueno golpeando al Zombi Marico —le dijo la mujer a Dan con aires de sarcasmo.
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The Walking Dead (Versión Venezolana) (EDITANDO)
Science FictionDaniel Barrios, es un joven estudiante de la ciudad de Maracay. Que tras golpear a un tuki en las bolas e ir a su casa y ver una mamaweba cadena del presidente, se da cuenta que un supuesto virus mandado por un tal Donal Trun (según el presidente)...