—Bienvenidos a Gargajo e' Loro —vociferó el Gobernador al entrar extendiendo levemente sus brazos al aire.
Adentro habían mesas clavadas al piso, con mujeres Zombis desnudas sin brazos y sin dientes amarradas por cadenas desde el techo. Los hombres se sentaban alrededor para tomar sus copas, mientras que más abajo mujeres humanas con poca ropa atendían como camareras. Una de ellas miró fijamente hacia ellos, y Dan pudo jurar que era a él quien veía.
—¿Lindo lugar, no? —preguntó el Governador—. Aquí pueden venir cuando quieran relajarse y ver unos culos. Ya saben. Para liberarar un poco los chakras —agregó, y luego se dirigió al bartender—. Carecuca, estos de aquí son mis amigos, ¿vale? Si vienen les das todo lo que quieran, esa ponlo en mi cuenta. ¿Si va? —el bartender hizo una señas de aprobación con las manos y luego el governador se dirigió de nuevo hacia los chicos—. Vengan, les seguiré mostrando el lugar.
Dan volvía mirar hacia la camarera solo unos segundos, y luego aparto la mirada. Pensaba que era una chica linda sin duda, pero aun así no podía darse ilusiones y menos en ese momento. No rodeado de pura muerte y tipos con penes en la cara.
Siguieron caminando hasta el lugar de las habitaciones, que antes era una tienda de ropa y cosos llamado Traki. El lugar poseía camas y literas puestas en filas, hasta habían colchones en el piso y hamacas.
—Este es el dormitorio. Quizás carezca de privacidad pero en momentos de crisis no podemos ser exigentes. Porque como dijo un gran hombre: "No me impolta que usted sea mayol que yo, hoy la quiero en mi cama" —dijo el gobernador mientras caminaban por el lugar.
—El Gobernador es marico —vociferó alguien cambiando la voz a una más grave.
Y luego mas al fondo se escucho.
—¡Veeeeeeeeeh!
—¿Quién dijo eso? —replicó el gobernador pero no hubo respuesta de nadie—. Mer'guevo. No les hagan caso. Sigamos con el recorrido.
Después fueron a un lugar algo más entretenido. Un arcade lleno de jóvenes jugando juegos de todo tipo. Hasta un juego improvisado llamado «Golpea al Zombi Marico». Que trataba sobre golpear a un Zombi con una máscara de Maduro con un bate solo por que sí.
—¡Me toca golpear al Zombi Marico! —dijo un niño.
—Coño ya va, mojón, si te quedaste pegao te quedaste pegao —replicó otro.
El gobernador revoloteo la peluca del primer niño y luego se agacho para estar a su altura.
—Tranquilo, amiguito —le dijo el gobernador al chamito—. Ya te tocara coñasear al Zombi Marico.
—¡Gracias gobernador! —vociferó el niño.
Wilkel se acerco a los demás y susurró.
—Parece sel un buen tipo, el tal Gobelnador.
—Al parecer —dijo el gringo.
—Aun así debemos andarnos con cuidado —agregó Dan.
El Gobernado se incorporó con lentitud y tomándose la espalda con una mano.
—Bueno, sigamos —dijo.
Ahora los había llevado a la zona de tiro. Una tienda de armas con cuarto de práctica. El lugar estaba lleno de algunos hombres que practicaban con cualquier tipo de arma.
—Esta es nuestra zona de tiro. Aquí podrán practicar todo lo que gust... —decía el Gobernador pero fue interrumpido por un hombre vestido con traje, que corrió hasta él gritando su nombre.
—¿Tas loco, Ramón? —le preguntó el Gobernador al de la bulla—. ¿Por qué ese griterio?
—Rafaelito, necesito que vengas conmigo. ¡Es urgente! —dijo el hombre que al parecer era Ramón.
—Esta bien —asintió, y luego se dirigió a los chicos—. Supongo que tendremos que continuar el recorrido después. Cualquier cosa que necesiten pueden decírselo a Cabeza e' Condón Chupao. Nos vemos.
El gobernado se fue junto con el hombre con urgencia. Mientras tanto, los chicos especulaban por ese repentino griterio de ese tal Ramón.
—¿Qué habrá pasado? —se preguntó Dan.
—Ni idea —dijo el Gringo —. Solo saber que me estoy cagando encima.
—Anda a cagar pues, se te va a reventar una tripa.
—Tener razón, ya venirme pronto.
—Upa —soltó Wilkel.
El gringo apresuro el paso con el culo apretao a uno de los baños, mientras tanto los chicos se quedaron a observar la práctica de tiro. De repente a Dan se le vino algo a la mente, aquel temblor y nerviosismo que sentia Wilkel a tomar un arma.
—Son buenos —comentó Wilkel
—Seh. Oye. ¿Por qué esa vez no disparaste? ¿En el McDonalds? —le preguntó Dan.
—Eso es un beta —respondió Wilkel, dándose la vuelta y mirando hacie el vacío.
—Bien tampoco es que me importe.
—Esta bien, causa, tú ganas. Te lo diré todo.
—Pero yo dije...
—Todo empezó un día cuando era un chamito bulda e' lacra. Recueldo que ese día le echaba los perros a la profe de ingles, y como buen muchacho, fui al baño a...
—Eso no me lo tienes que contar.
—A jalarme la culebra. Entonces un pana mio me empezo a grabar sin yo darme cuenta, y gemía diciendo: «tú si estás rika profesora Amigail»
—¿Amigail? ¿Amigail Ramirez?
—Mielda. ¿La conocías?
—Hay que tener estómago.
—Bueno, entonces me grabó y se lo enseño a todo el liceo. El directol mamaguevo ese me expulsó y fui a la casa más temprano de lo habitual. Pero cuando llegué no había nadie en casa, así que empecé hacel desastres por todo el lugar hasta que llegué al cualto de mis padres, y pol alguna razón sin sentido y algumental, empecé a revisal el lugal. De repente encontré una caja negra, y la abrí, hay había un pipí de plástico, luego tomé la otra caja negra, y allí, habia una Beretta. Al parecel era la bicha que le daban a mi papá por sel policía. Aja, Entonces empecé a jugal que era una bruja y que «piu» «piu» jugaba yo pol toda la casa, hasta que de repente escuché una voz, y pol el susto disparé la bicha. Ahí en el piso estaba mi pure con un tiro en el cabeza. Lo había matado. A mi papá. Mi Mamá estaba con él, su mirada era extraña, me veía como un monstruo. Yo caminé hasta donde mi pure y le empecé a preguntar de todo a mi mamá «¿va a estal bien? ¿Pol qué no llamas a los medicos? ¿Pol qué no respira?». Gritos y llantos era lo último que recueldo, después de eso nada. Poco después mi madre me mando a vivil a los barrios de Caracas con mi tía Jesaria porque creo que no sopoltaba velme. Desde entonces nunca más pude apuntal ni sostener mucho tiempo un arma.
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The Walking Dead (Versión Venezolana) (EDITANDO)
Science FictionDaniel Barrios, es un joven estudiante de la ciudad de Maracay. Que tras golpear a un tuki en las bolas e ir a su casa y ver una mamaweba cadena del presidente, se da cuenta que un supuesto virus mandado por un tal Donal Trun (según el presidente)...