Arepa XXVI: ¡A por el gringo!

22 5 5
                                    

El chico antipático, sacudió su gorra y se la puso de nuevo. Se incorporó, vió a su malandroso convive, después, a su nueva compañera y dijo decidido y sin tapujo.

—Busquemos a Chad.

Samantha lo vio fijamente a los ojos, y el tampoco pudo evitar hacer lo mismo.

—Te pica el culo, ¿verdad? Se lo llevaron a Miraflores. Hace un momento uno de ellos te noqueó sin esfuerzo, ¿qué te hace creer que podrás con todos ellos?

El chico, aún perdido en su mirada, reaccionó al beta, e intentó cubrir con la gorra su traicionera erección y rápidamente dijo:

—Lo sé muy bien... Pero Chad nos salvó, no me llamaría a mí mismo hombre si no hago lo mismo por él, y es por eso que quiero ir, y no sólo eso, acabar de una vez con el maldito Chigüire y su maldito gobierno. Se la debo —dijo Dan, y después volteó a ver a su convive—. Se lo debemos.

Walkel, lo miró y tragó saliva. Sabia perfectamente que ir a donde se lo llevaron estaba peluo, pero, Chad era su convive del alma.

—Tienes razón, mano. No podemos dejarlo —dijo Walkel decidido—. Toy claro en la mamawebada.

Sam, sonrió levemente. Estos dos estaban locos, pero, tal vez era hora de su redención. Por fin, haría algo de lo que se sentiría orgullosa, algo noble, algo que quiso desde hace mucho.

—Bien —dijo, cargando el arma—. ¿Qué estamos esperando?

Dan y el Walkel se miraron.

—Pensé que no querías ir —le dijo Dan.

—No tengo nada mejor que hacer, Daniel.

Dan asintió.

—El problema es que no tenemos como salir de este centro comercial —dijo Sam—. Al menos no por tierra.

—Pero, ¿si no es por tierra es por donde?

Sam, miró a ambos chicos y embozó una pícara sonrisa.

—Por aire.

—¿Por aire? —inquirió Dan—. ¿Pero cómo carajos haremos...?

—Claro, mano... ¡el helicóptero! —exclamó Wilkel.

—Joseito, tiene un helicóptero en la azotea —continuó Sam—. Pensé que se lo llevaría cuando empezó todo esto, pero por suerte su estupidez lo mató antes que eso sucediera.

—Bien, me parece criminal y todo —intervino el Wilkel—. ¿Pero cómo mielda vamo a volal eso muchacha? ¿Tu ere loca, ramona?

—Qué bueno que hay un piloto aquí con ustedes —respondió Sam.

—¿Quién? ¿Joseito?

—Yo, pajuo.

—¿Tú? —preguntó Dan, extrañado—. ¿Eso no es demasiado conveniente para la historia?

—Bueno, es obvio que no se puede esperar mucho del escritor —agregó Wilkel.

Dan, se dió la media vuelta, y con una sonrisa tomó una de las Armas que había en el piso, sacó el cargador y al asegurarse que tenía munición suficiente dijo con el puño al aire.

—Enseñemosle a esas perras que con nosotros nadie se mete.

—Dile eso a los zombies, mamawebo —dijo Wilkel, señalando una horda de no muertos que se acercaban.

—Rapido, por aquí —indicó Sam.

El grupo empezó a correr directo hacia las escaleras, el objetivo era conseguir ese helicóptero a como dé lugar.

Mientras Wilkel, pensaba que era un puto suicidó, pero era Chad, una de las pocas personas que jamás lo juzgo pese su apariencia y forma de ser. Hasta lo inspiraba a ser mejor persona. Por eso, sin importar el miedo que tuviera, iba con todo a salvar su convive. Chad Blake.

•••

Mientras tanto, en el cuartel ultra secreto del Chigüire ubicado en Miraflores.

Chad, fue empujado de la camioneta obligándolo a caer de cara al piso, y con poco tacto, dos de los gorilas de Chigüire sir lo alzaron de nuevo obligándolo a ponerse de pie.

Chigüire de manera arrogante se acercó con una sonrisa de oreja a oreja, tomó su arma y la posó debajo de la barbilla de Chad levantado levemente su cara sólo para decirle.

—¿Estás listo para lo que viene, maldito yanqui?

Chad, confundido pero sin desmostrarlo sólo echo su mirada aún lado, pensando, que por lo menos sus amigos habían salido con vida de esto. Para él, eso era más que suficiente por ahora.

—No tengas miedo, agente —agregó el calvillo—. No dolerá mucho, al menos, no tanto como lo que sufrió tú hermana.

—¿Mi hermana? ¿Está viva?

—Claro. Sophie está aquí también, siendo usada como un puto conejillo de india.

—Me la vas a pagar... Ya verás lo que te haré cuando ponga mis manos encima tuyo.

En eso aparece una mujer, enana, con aspecto algo gracioso con un parecido a un extraterrestre amigable. Su mirada parecía preucapante.

—Jorge, parece que el Tren del Llano no está nada alegre con lo que pasó con el gringo.

—Supongo que tendremos que dejarlo hasta aquí —dijo Chigüire dirigiéndose de nuevo a Chad, para después darle un culatazo en el coco—. Hay asuntos que arreglar, y gente que matar, señor Chad. Nos veremos pronto.

The Walking Dead (Versión Venezolana) (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora