SoulMates

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Después del partido, el Sr. y la Sra. Oliver querían salir a celebrarlo. Y Violeta pensó que sería una gran distracción. Chiara, sin embargo, se limitó a decir que estaba agotada después de un partido tan intenso y despidió a sus padres, por lo que llamó "una oportunidad para tener una cita".

- Pasadlo bien por mí - dijo - Yo necesito descansar.

Puede que esa excusa convenciera a los padres de la joven, pero no fue suficiente para convencer a Hódar. Ella podía ver más allá de una excusa poco convincente y una media sonrisa. Así que no dudó en seguir a su mejor amiga hasta su casa para acompañarla.

Llevaba unos minutos sentada en el sofá del salón de los Oliver mientras esperaba a que Chiara saliera de la ducha. Nunca lo admitiría en voz alta, pero disfrutaba viendo su piel blanca enrojecida por el esfuerzo y cubierta de sudor, las gotas deslizándose por su frente, bordeando la cicatriz de su mejilla y llegando a su cuello. Era una escena intrigantemente agradable y atractiva, lo que parecía una extraña elección de palabras para describir a una chica sudorosa. Sobre todo cuando esa chica era su mejor amiga de la infancia.

Mientras la menor se deshacía de todo el sudor acumulado en su cuerpo, Violeta intentaba distraerse con cualquier pensamiento que no involucrara a Oliver o gotas de sudor. Esperaba que una ducha la ayudara a animarse.

La radio del aparador del salón sonaba suavemente para intentar entretenerla, pero apenas prestaba atención a la música. Era solo un agradable ruido de fondo. Sus ojos tampoco estaban concentrados en nada, solo contemplaban los colores que podía ver a su alrededor sin fijarse en ningún detalle. Estaba relajando su cuerpo mientras sus pensamientos fluían sin cesar por su mente.

Solo salió de su estado de tímida relajación cuando Chiara entró en su campo de visión. Llevaba el pelo húmedo, una blusa holgada y unos pantalones que parecían tan viejos que eran harapos. Al menos parecía cómoda. Y, afortunadamente, sin una gota de sudor. Su cara recién lavada era una bonita imagen. La hacía parecer aún más joven. La chica de ojos verdes se hundió en el sofá junto a ella.

- No me puedo creer que te duches de verdad -dijo para atraer la atención de la más joven. - Pensaba que eso era un mito.

Y a pesar de su intento de broma, su mejor amiga ni siquiera respondió como siempre. Su reacción se limitó a un "uh huh" y un leve movimiento de cabeza. Los orbes verdes que siempre brillaban ahora estaban ocultos detrás de sus párpados cerrados.

- Kiki - la llamó, pero no abrió los ojos. - ¿Por qué estás enfadada? ¿No deberías estar contenta con la victoria?

- No estoy enfadada, solo cansada.

Violeta puso los ojos en blanco ante aquella respuesta automática y distante. La más joven debería haber sabido que no la engañaba.

- Y yo soy la presidenta - replicó. - Es en serio, Chiara. Vi tu cara de tristeza incluso antes de que el entrenador pidiera el reto. Y también te vi llorar. - Se estaba tirando un farol con la última parte. No vio llorar a Chiara, solo creyó verla conteniendo las lágrimas. Pero fue suficiente para que finalmente abriera los ojos y le diera la espalda.

- Soy tu mejor amiga, sabes que no tienes que ocultarme nada - intentaba animarla a hablar. Sabía que guardárselo todo no era bueno para ella y esperaba que compartiendo su angustia se sintiera un poco menos mal.

Chiara aún parecía un poco insegura, pero abrió la boca y dejó escapar un lento suspiro antes de empezar a hablar.

- Es que... me siento triste y culpable. Podríamos haber perdido y habría sido culpa mía y... - Cuando empezó a hablar, tampoco paró. Un torrente de palabras brotó de su boca. - Me perdí el último ataque, Vivi. Incluso desde tan cerca. Y nos hice jugar un poco más. Todas estaban ya agotadas y tuvimos que jugar más tiempo solo por mi culpa. ¿Cómo puedo ser la jugadora número uno así? Toda la gente del equipo confiaba en mí. Todos los aficionados también confiaban en mí. Y aun así cometí errores.