XXXV.- Asher y Natalie

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Natalie miraba a su hijo mayor con sorpresa, ya no era un niño asustado que Lorraine había tomado su cuidado y lo había alejado de ellos. Aunque ahora lo veía y tal vez si hubiera sabido lo que su niño era desde esa época lo hubiera encerrado en Eichen o hubiera hecho algo. Tal vez lo mejor fue que creciera lejos, ya no sabía que pensar porque sabía que no había hecho un gran trabajo como madre y Lydia se lo había demostrado. Su propia hija tenía que cargar con la responsabilidad de ser más madura por eso ahora ni siquiera vivía en casa sino con su manada. Muchas veces Derek, Noah y Peter había evitado que se acercara, ellos cuidaban de su niña mucho mejor de lo que alguna vez había hecho.

Ahora Asher era un joven de veintiséis años con una hermosa mujer a su lado y se veía bien, feliz y contento con la vida que había creado lejos de ella. Él nunca la necesito, él era todo un hombre y ni siquiera la necesito.

— Natalie, veo que Lydia te puso al corriente. — le dijo el pelirrojo incómodo.

— Sí, estuvimos hablando desde anoche y yo... No sabía, lamento lo de tu tío.

— Sí, no sabías porque no queríamos que lo supieras. Me alegro de que no hayas metido a Lyds a ese lugar del demonio.

— Jamás haría algo así.

— Lo hiciste con tu madre y has tachado a tu hija de loca desde hace años. Cuando te explicaron del mundo sobrenatural te negaste a creerles por miedo porque las señales siempre estuvieron ahí, muy dentro de ti sabías que había algo en ti que no podías creer o más bien no querías.

Natalie retrocedió levemente. Su hijo tenía razón, el miedo la domina y eso ha sido más fuerte que su fuerza para proteger. Sabía que no tenía lo necesario para ser una madre, lo había visto tantas veces con Melissa Mccall, ella asesinaría por su hijo sin siquiera pensarlo, ella en cambio no podría.

Breaden se aferró a la mano de su Asher, sabía que tenía que hacer eso y también sabía que la mujer se estaba dando cuenta de todo. Ella no sería un problema en el futuro ni para Lydia ni para él.

— ¿Eres feliz? — le preguntó Natalie tratando de ignorar el nudo en su garganta.

— Lo soy. Tengo una familia increíble, una bella mujer que es como mi madre que me apoya y ama, tengo un increíble hermanito que daría su vida por mí como yo la mía por él. — sonrió con ternura mientras abrazaba a Breaden — Y a este hermosa mujer, el amor de mi vida. — miró de nuevo a la mujer de manera seria — Tengo una grandiosa vida gracias a la abuela y a mi tío puedo salvar a las personas con el don que me enseñaron y ahora es mi turno de cuidar de Lyds. — le dijo Asher de manera seria.

Natalie sonrió con tristeza.

— Me da mucho gusto saber eso. — sacó un sombre amarillo — Yo no seré un problema para ustedes. Tu hermana ya es mayor, aun le queda un año para ser mayor de edad, pero sé que estará mejor a tu cuidado. — le extendió el sobre — Ella nunca fue realmente feliz a mi lado, le falle... a los dos. — Asher tomó el sobre — Voy a irme de aquí, voy a dejar el pueblo y jamás volveré. Adiós, Asher.

La mujer se alejó de ahí.

— Solo queríamos que lo intentaras. — susurró Asher con un deje de nostalgia.

Él lo único que siempre que quiso de esa mujer es que intentara ser una madre, quería que le demostrara que valía la pena esperar por ella con esperanza, pero al parecer eso nunca iba a suceder. Él lo sabía y lo acepto desde hace tiempo. Ese niño pequeño esperaba eso, pero ahora su corazón había sanado y una parte de él podía seguir adelante.

Breaden no dijo nada y solo abrazó a su novio con fuerza. No estaba abrazando al Asher adulto sino a ese pequeño niño que fue abandonado y no creyó ser suficiente.

*

Stiles se encontraba acurrucado en el sofá de la mansión con Derek a su lado abrazándolo con cuidado. Ambos disfrutaban de una serie de televisión con chocolate caliente entre sus manos. Los cachorros de la manada dormía sobre sus regazos. Los demás Betas de amabas manadas estaban a su alrededor, algunos veían la serie y otros estaban concentrados en otras cosas, pero todos en el mismo lugar. Malia y Theo eran uno de los que más ternura daban ya que ambos estaban en sus formas de coyotes completos y dormitaban el uno sobre el otro. Peter miraba con ternura a sus cachorros. Noah solo acariciaba de manera distraída los risos de Isaac que se dejaba hacer mientras hablaba entre susurros con Matt.

Asher y Breaden sonrieron al encontrarse con esa escena al llegar a casa.

— ¿Todo bien? — les preguntó Stiles en un susurró sin moverse de su lugar.

El pelirrojo asintió. Él estaba bien y sabía que el castaño lo sabía aunque se imaginaba que esa noche lo tendría de polizón en su cama, pero eso estaba bien.

— Mejor que bien. Muévete. — saltó sobre el sofá para sentarse a su lado y recostar su cabeza sobre el hombro del otro, Breaden se sentó en el regazo de su novio.

— Bienvenidos a casa. — les dijo Stiles con ternura.

Los recién llegados sonrieron emocionados al sentir el lazo con las manadas, ellos ya no eran extraños en el mundo ahora tenían familia y personas que esperaban por ellos siempre.

*

Lydia escuchó lo que su hermano le decía, habían pasado unos días desde que Natalie Martin había dejado el pueblo y a sus hijos. La pelirroja estaba un poco herida de que su madre se fuera y solo le dejara una estúpida carta de despedida donde se disculpaba por ser mala madre y que esperaba que le fuera bien en la vida. Asher le había explicado que él ahora era su tutor legal y que jamás la detendría en lo que quisiera hacer.

— Ahora podremos pasar más tiempo juntos. La verdad me siento un poco mejor, como si un peso se hubiera ido. — comentó la pelirroja.

El mayor tomó la mano de la menor.

— No tienes que ser fuerte, puedes enojarte pequeña. Ella es nuestra madre y te abandonó. Puedes sentirte herida, esta bien, no tienes que fingir conmigo.

Lydia miró a su hermano y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Claro que estaba herida. Asher tomó a la menor entre sus brazos y la rodeo con fuerza mientras le susurraba suaves palabras de consuelo.

¿Por qué no se quedó? ¿Por qué no lucho por ellos? ¿Por qué nunca pudo cuidarlos como las demás madres? ¿No valían la pena? Ella nunca quiso cambiar, ni siquiera por ellos.

Esas eras las preguntas y pensamientos que Lydia había enterrado en lo más profundo de su corazón y que al fin podía dejar a la vista. Ya no necesitaba fingir ser fuerte ni poner esa máscara que llevó por tantos años. Ahora era libre de sentir, de ser completamente feliz.

Era momento de sanar.

*

— ¿Ellos estarán bien? — le preguntó Derek a su novio. El castaño le había contado todo lo que había sucedido con Natalie.

— Ahora si lo estarán. A Lydia le tomara un poco de tiempo sanar por completo, pero lo hará y Asher la cuidara bien.

Derek sonrió y besó la frente de su novio.

— Eso es bueno. Me gusta sentir que están mejor, cada miembro de la manada nos hace más fuertes.

— Así es.

Stiles miró sus manos unidas con el lobo y sonrió.

— Es una gran manada.

— Somos una gran manada.

Stiles sonrió y besó los labios de su sourwolf.

— Te amo.

— Yo también te amo. 

Hermanos LaheyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora