Grandeza o locura

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Capítulo 68: ¿Grandeza o locura?

"Rugido..."

En medio de la batalla, Silverwing clavó sus afiladas garras en el abdomen del Caníbal, desatando un furioso torrente de llamas de dragón.

Pero con el cuello fuertemente apretado entre las mandíbulas del Caníbal, el objetivo de la llama era errático y se dispersaba hacia el cielo.

Enfurecido por el golpe, el Caníbal dejó escapar un rugido primario y aflojó su agarre instintivamente.

En esa fracción de segundo, Vermithor se abalanzó, su llama de dragón dorada ardiendo como una lanza de fuego, golpeando la cabeza del caníbal con una fuerza devastadora, desgarrando sus escamas.

El impacto hizo que el Caníbal se tambaleara, aturdido y desorientado. Sus alas flaquearon, incapaz de mantener el vuelo, y el desesperado contraataque de Silverwing lo envió dando volteretas por el aire.

Obligado a separarse, Silverwing, con sangre fluyendo de su cuello, se tambaleó hacia atrás, luchando por mantener el equilibrio.

Mientras tanto, Vermithor, con un gruñido bajo y retumbante, dirigió su atención al Caníbal que caía, con claras intenciones.

Rhaegar sintió una punzada de compasión por el Caníbal. A pesar de sus instrucciones de obedecer órdenes, sus instintos primarios habían anulado la razón, lo que había llevado a esta situación.

Mientras el Caníbal caía en picado, Rhaegar agarró con fuerza sus escamas traseras, luchando contra la sensación de ingravidez.

—¡Caníbal, despierta! —gritó, intentando desesperadamente despertar al dragón antes del impacto.

Si el Caníbal no despertaba a tiempo, el choque contra el suelo significaría la muerte de Rhaegar.

"Rugido..."

Finalmente, Caníbal se sacudió el mareo y extendió sus alas, deteniendo su descenso con un poderoso golpe.

Como dragón salvaje, su constitución robusta demostró ser su mayor virtud. Un simple golpe en la cabeza no podía derrotarlo.

Cannibal recuperó el control justo antes de estrellarse contra el suelo y ajustó su trayectoria, deslizándose hacia arriba contra el empinado acantilado.

Al observar las heridas del dragón, Rhaegar hizo una mueca. El caníbal tenía heridas en el cuello, las alas y el abdomen, cada una de ellas un testimonio de la ferocidad de la batalla. La sangre brotaba de los agujeros abiertos, dejando al descubierto los órganos internos que latían debajo.

Rhaegar se dio cuenta de que la batalla no podía continuar. Silverwing y Cannibal estaban ensangrentados y maltrechos, pero Vermithor salió ileso.

Si Caníbal continúa luchando contra Vermithor, incluso si gana, las consecuencias podrían ser desastrosas.

Incapaz de soportar la idea, Rhaegar dio una orden.

"Caníbal, dirígete al mar."

Tras echar un vistazo al Vermithor que se acercaba, Rhaegar ordenó a Cannibal que se retirara. Mientras se retiraran, la batalla terminaría.

"Rugido..."

Vermithor lo persiguió, su llama de dragón dorada atravesó la oscuridad.

Al percibir la amenaza, la ferocidad de Caníbal dio paso a la racionalidad.

Obedeciendo la orden de Rhaegar, desplegó sus alas y se elevó sobre el acantilado, apuntando a la playa de abajo.

Rhaegar mantuvo una mirada vigilante detrás de él.

Juego de Tronos: Soy el heredero por un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora