Domesticación exitosa

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Capítulo 63: Domesticación exitosa

"Caníbal, ¿aún no me reconoces?"

Rhaegar yacía indefenso sobre la espalda del dragón, tratando de comunicarse con la criatura debajo de él.

Al principio no esperaba una respuesta.

Pero en un desarrollo sorprendente, la mirada del Caníbal se desplazó hacia atrás, sus pupilas verticales verdes ya no estaban llenas de locura, sino teñidas con un toque de humanidad.

Había que decir que la voluntad inquebrantable de la insignificante criatura en su espalda había causado impresión.

Caníbal resopló hacia Rhaegar con desdén antes de echar la cabeza hacia atrás y reanudar su vuelo.

En ese momento.

Rhaegar miró fijamente al caníbal.

En las pupilas verticales del Caníbal se reflejaba el rostro de Rhaegar.

Se formó entre ellos una conexión breve pero poderosa.

En esa breve conexión, Rhaegar sintió la esencia del ser del Caníbal.

Feroz, solitario y frío.

Tales eran las profundidades de la mente de este dragón negro, salvaje y libre.

No le importaba el mundo y no quería que ningún jinete perturbara su paz.

Ahora, sin embargo, el caníbal percibió la resolución de Rhaegar.

Estaba dispuesto a darle la oportunidad de doblegar su voluntad.

Al leer esto, Rhaegar sonrió: "Vamos, cuanto más difícil sea la prueba, mayor será la recompensa".

"¡Rugido!"

El Caníbal rugió hacia el cielo, levantando sus alas para elevarse violentamente.

El Caníbal voló por el aire a gran velocidad, atravesando las nubes oscuras cargadas de vapor de agua.

Al llegar a su punto más alto, Caníbal disminuyó su velocidad.

Miró hacia las pequeñas figuras que estaban debajo de él.

¡Zas!

El grueso cuello del Caníbal se arqueó hacia atrás, realizando una voltereta hacia atrás en el aire.

Una vez, dos veces...

Tres veces seguidas, el Caníbal aprovechó el impulso de cada salto mortal para mantener su postura antes de saltar hacia abajo con las alas extendidas.

Rhaegar se aferró desesperadamente a todo lo que pudo alcanzar.

Después de soportar la embestida de las tres volteretas, el mareo lo envolvió y su cuerpo quedó flácido.

El Caníbal rugió triunfante sobre las nubes.

Incapaz de mantener su control sobre las escamas del dragón, Rhaegar cayó de su espalda.

El Caníbal había estado vigilando atentamente la insignificante plaga que se había aferrado a su espalda.

Satisfecho con la liberación de su presa, el Caníbal dejó escapar un rugido victorioso.

Buceando aún más rápido, se posicionó debajo del cuerpo que caía de Rhaegar.

Al abrir sus mandíbulas directamente debajo de él, el Caníbal encendió un fuego en su garganta.

Decidido a quemarlo hasta dejarlo crujiente antes de devorarlo entero.

¡Auge!

Las llamas del dragón verde estallaron en el cielo nublado.

Juego de Tronos: Soy el heredero por un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora