❝𝟎𝟑❞

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Jimin avanzaba por los largos pasillos del palacio, sintiendo una mezcla de curiosidad e incertidumbre. Desde que había llegado, apenas había tenido tiempo de asimilar la grandeza del lugar, y ahora lo convocaban a los aposentos de la Reina Madre.

El criado que lo acompañaba se detuvo frente a unas imponentes puertas de madera oscura, decoradas con patrones dorados.

—Hemos llegado, señor. Su Majestad lo espera —dijo, inclinando la cabeza.

Jimin respiró hondo, ajustándose la túnica antes de tocar. Sentía que estaba a punto de entrar en un territorio desconocido. Aunque había recibido entrenamiento antes de llegar al palacio, nada lo había preparado para esto.

—Entra —se escuchó una voz firme desde adentro.

Con cautela, abrió la puerta y dio unos pasos hacia el interior. Los aposentos de la Reina Madre eran sobrios, pero elegantes. Las paredes estaban adornadas con tapices que contaban la historia del reino, y la luz suave de la mañana iluminaba los muebles y adornos con delicadeza.

Chaerin, la Reina Madre, estaba sentada junto a una pequeña mesa de té. Su rostro, marcado por los años de realeza, mantenía una expresión tranquila, pero seria.

—Acércate —ordenó sin mirarlo.

Jimin avanzó con cuidado y se detuvo frente a ella, inclinándose en una reverencia profunda.

—Su Majestad, es un honor—, comenzó, pero fue interrumpido por un gesto de su mano.

—No hace falta tanta formalidad, Jimin —dijo Chaerin, su tono controlado—. Siéntate.

El omega obedeció, tomando asiento frente a ella. Durante unos segundos, reinó el silencio, y Jimin sintió los ojos de la Reina Madre sobre él, como si estuviera evaluando cada detalle.

—Me han informado que te estás adaptando bien —dijo finalmente, dejando su taza de té a un lado—. ¿Es cierto?

—Sí, Su Majestad. Estoy muy bien con la oportunidad que se me ha dado.. —respondió él, manteniendo la mirada baja.

Chaerin asintió levemente.

—Me alegra oírlo, pero no te he llamado solo para hablar de tu adaptación. Hay algo más que quiero discutir.

Jimin levantó la mirada lentamente, sintiendo un ligero nudo en el estómago. ¿De qué se trataba todo esto?

—Eres especial, Jimin —continuó ella, inclinándose un poco hacia él—. No eres como los demás concubinos que han pasado por estos pasillos.

Jimin la miró, sin saber qué decir. ¿Especial? No entendía a qué se refería.

—¿Sabes por qué estás aquí? —preguntó, aunque no esperaba una respuesta—. Yo te elegí. He seguido tu formación desde antes de que pusieras un pie en este palacio. Todo lo que eres ahora... es porque así lo quise.

Jimin sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La reina lo había estado observando desde mucho antes de lo que imaginaba.

—Mi hijo, el rey, es un hombre ocupado. No tiene tiempo para distracciones, especialmente con sus concubinos —explicó Chaerin, con un tono serio—. Cientos han pasado por aquí, pero pocos logran captar su atención. Pero tú... podrías ser la excepción.

Jimin sintió cómo su corazón comenzaba a latir más rápido. ¿Él, una excepción? ¿Cómo podía ser eso posible?

—Sí, tú. Eres el único omega en el harén —dijo Chaerin, mirándolo con una sonrisa casi imperceptible—. Aunque mi hijo nunca ha tenido predilección por los omegas, creo que contigo puede ser diferente.

𝐄𝐋 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐈𝐌𝐏𝐄𝐑𝐈𝐎 | 𝐘𝐌 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora