❝𝟎𝟔❞

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YoonGi estaba en la terraza, su figura inmóvil frente al vasto horizonte, mientras la noche envolvía el cielo. La brisa marina llegaba desde el puerto a lo lejos, trayendo consigo el olor salado y fresco del agua, mezclado con las luces parpadeantes del pueblo. 

Los pensamientos del rey vagaban sin dirección clara, enredándose entre sus responsabilidades y las emociones que había intentado reprimir desde hacía días. 

Las antorchas encendidas apenas iluminaban la oscuridad creciente que se extendía por Draconith. La tranquilidad de la noche era interrumpida únicamente por los murmullos lejanos de los guardias y el sonido del viento que rozaba las telas de su atuendo real.

Un golpe suave en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Un custodio se acercó con pasos firmes y, sin levantar la mirada más de lo necesario, anunció:

—Su majestad, la reina madre solicita verle.

YoonGi asintió lentamente, sin apartar la vista del puerto por unos segundos más. Finalmente, después de un largo suspiro, respondió:

—Déjala pasar.

El custodio hizo una reverencia y salió en silencio, dejando la puerta entreabierta. Minutos después, Chaerin cruzó el umbral con su habitual elegancia. Sus pasos resonaron suavemente en la piedra de la terraza, mientras su mirada buscaba al rey.

—Te ves pensativo, hijo —dijo, con su tono maternal, pero firme.

YoonGi no respondió al instante. Mantuvo su mirada fija en el horizonte, tratando de encontrar las palabras adecuadas, o quizás, intentando decidir si valía la pena decir algo. Finalmente, giró hacia su madre, mostrándole una expresión más dura de lo que pretendía.

—No puedo permitirme el lujo de distraerme, madre. El reino no se gobierna solo.

Chaerin esbozó una leve sonrisa. Sabía cuándo su hijo estaba intentando esquivar algo. Caminó lentamente hacia él, sus ropas rozando el suelo con un movimiento suave y calculado.

—No creo que tu preocupación esta noche sea el reino, YoonGi —respondió, deteniéndose a su lado. Sus ojos, tan afilados como siempre, buscaron los de su hijo, pero él los evitó—. Sabes que puedes confiar en mí.

YoonGi apretó la mandíbula, consciente de la mirada inquisitiva de su madre. Soltó un pequeño bufido, irritado consigo mismo por no poder disimular ante ella.

—No es nada que debas preocuparte. He tenido días peores —contestó secamente.

Chaerin entrecerró los ojos y, con una voz tranquila pero cargada de firmeza, replicó:

—¿Tiene que ver con el nuevo concubino?

Ese nombre, esa simple referencia, fue suficiente para hacer que YoonGi tensara sus hombros. La reina madre notó la reacción inmediata, confirmando lo que ya sospechaba.

—No me vengas con evasivas, YoonGi. Sé que hay algo más, y no voy a dejar que sigas llevándote este peso solo.

El rey cerró los ojos por un momento, intentando recuperar su calma. Luego, finalmente, habló con más franqueza, aunque su tono seguía cargado de tensión.

—Jimin... ese omega... no debería estar aquí. No entiendo por qué lo trajiste, madre. No hay lugar para él en este palacio.

Chaerin lo observó en silencio, dejando que el eco de las palabras de su hijo se disipara antes de responder.

—Te equivocas, YoonGi. Jimin tiene un lugar aquí, más del que te permites admitir —sus ojos brillaban con una mezcla de sabiduría y autoridad—. Y creo que tú también lo sabes, aunque te niegues a aceptarlo.

𝐄𝐋 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐈𝐌𝐏𝐄𝐑𝐈𝐎 | 𝐘𝐌 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora