❝𝟎𝟗❞

371 43 0
                                    

Suran caminaba por los pasillos del palacio con pasos decididos, su ceño fruncido y su mirada fija al frente. Las llamas de las antorchas a lo largo del corredor lanzaban sombras que parecían seguir sus movimientos, reflejando la tormenta que llevaba por dentro. 

Jennie la seguía de cerca, en silencio, sin atreverse a decir una palabra. Sabía que la furia de Suran era peligrosa y cualquier intento de calmarla solo avivaría más el fuego.

Suran llegó finalmente a los aposentos de la reina madre. Las puertas se abrieron rápidamente a su llegada, como si el mismo palacio supiera que no se debía demorar con ella. Entró sin esperar permiso, dejando claro que no iba a ser detenida por protocolos. 

Chaerin, estaba sentada en un sillón junto a la ventana, su postura relajada, como si supiera que la tormenta que se avecinaba no la afectaría.

—¡Esto es inaceptable! —espetó Suran, sin siquiera saludar—. No puedo creer que permita que ese omega insolente se salga con la suya.

Chaerin levantó la vista de los documentos que estaba revisando, su rostro permaneció sereno, imperturbable ante el arrebato de la concubina. Cerró lentamente el papiro que sostenía, depositándolo con calma en la mesa a su lado.

—Suran —dijo con  firme—, cuida tus palabras.

—¿Cuidar mis palabras? —replicó—. ¡Esa... esa criatura está ganando el favor de YoonGi! ¡Lo vi! Lo vi en el balcón con él, besándolo, comportándose como si fuera el único que importara. ¡Es una ofensa hacia mí y hacia Beomgyu!

Chaerin mantuvo la calma, como si las palabras de Suran no fueran más que un eco lejano. Se puso de pie con elegancia, su presencia llenando la habitación de autoridad.

—Suran, he permitido muchas cosas a lo largo de los años. He tolerado tus quejas y tu infantilismo porque, al fin y al cabo, eres la madre de mi nieto, y mereces un lugar en esta corte —sus palabras eran tranquilas, pero cada una de ellas tenía el peso de una sentencia—. Pero lo que mi hijo haga con sus concubinos es asunto de él, no tuyo. Y tampoco mío.

Suran apretó los puños, frustrada, su rostro enrojeciendo.

—¿Cómo puedes decir eso? ¡Ese omega está intentando quitarme todo lo que he construido! ¡Quiere ocupar mi lugar!

Chaerin soltó un suspiro, como si la exasperación de Suran fuera un asunto menor.

—Nadie puede ocupar tu lugar, Suran.  —Hizo una pausa, caminando lentamente hacia Suran—. Pero escucha, porque no lo repetiré: el lugar de Jimin no depende de ti. Ni tú ni yo podemos intervenir en las decisiones de YoonGi. Lo que haga en sus aposentos, con quien decida estar, es su prerrogativa como rey.

Suran abrió la boca para replicar, pero Chaerin levantó una mano, interrumpiéndola.

—Y basta de estas quejas. —Los ojos de Chaerin se afilaron, su tono frío—. No quiero seguir escuchando. Porque con una sola palabra, puedo mandarte al exilio en Aeridorn. No importa que seas la madre de Beomgyu. No importa cuánto tiempo hayas estado aquí. Si continúas con esta actitud infantil, te aseguro que no dudaré en despojarte de tu posición. Así que te aconsejo que cierres la boca antes de decir algo de lo que te arrepientas.

La furia en los ojos de la beta se transformó en algo más... una mezcla de miedo y frustración. Aunque no lo admitiría jamás, sabía que las palabras de Chaerin no eran una simple advertencia. La reina madre tenía el poder de cumplir esa amenaza sin pensarlo dos veces.

—¿Así que debo quedarme de brazos cruzados mientras ese omega se apodera de todo lo que es mío? —preguntó Suran con los dientes apretados.

Chaerin, que ahora estaba a solo un par de pasos de ella, la miró con una calma aplastante.

𝐄𝐋 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐈𝐌𝐏𝐄𝐑𝐈𝐎 | 𝐘𝐌 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora