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Estaba sentada en la banqueta, viendo los autos pasar mientras el viento me revolvía el cabello. Mi pie jugaba con una piedrita en el suelo, pero mis pensamientos estaban lejos, intentando descifrar la sorpresa que Fede e Ian habían estado ocultando. Suspiré, ya un poco impaciente, cuando de repente vi el auto de Fede acercarse, lo cual me hizo sonreír sin querer. Por fin.

Me levanté rápidamente, sacudiéndome el polvo. El coche frenó frente a mí y, antes de que pudiera decir algo, la ventana del copiloto se bajó, revelando la cara sonriente de Ian.

-Hola cara de bola -dijo, inclinándose para saludarme.

-Ya Ian, no da risa tu chiste - dije, fingiendo una expresión seria, aunque no pude evitar sonreír un poco.

Ian soltó una carcajada y me miró con sus ojos brillando de diversión.

-A mi si me da risa - dijo Fede.

Rodé los ojos mientras abría la puerta trasera del auto y me subía. Una vez dentro, me recosté en el asiento, cruzando los brazos.

-¿Van a decirme de una vez a quién vamos a buscar, o me van a seguir torturando con el misterio?

Fede, desde el asiento del conductor, soltó una risa baja, manteniendo los ojos en la carretera.

-Nah, te vas a enterar en su momento -dijo, divertido- A veces es bueno no saber todo, ¿no?

-Ustedes solo disfrutan verme desesperada -repliqué, mientras me abrochaba el cinturón- Ya, en serio, ¿me van a dejar aquí con esta duda o me van a decir?

Ian giró un poco en su asiento, mirándome con una sonrisa cómplice.

-Si te dijéramos, ¿dónde está la gracia?

Suspiré, resignada, mientras el auto arrancaba. Pasamos el trayecto con conversaciones ligeras, en su mayoría bromas que no dejaban de recordarme que estaba completamente en la oscuridad sobre lo que planeaban. El aeropuerto no estaba tan lejos, pero con cada minuto que pasaba, mi curiosidad crecía más y más.

Finalmente llegamos. Me bajé del auto estirándome un poco después del viaje y miré a los dos con los brazos cruzados.

-Esto ya está tardando mucho -dije, medio en broma, medio en serio- ¿Pueden darme al menos una pista?

Fede negó con la cabeza, sonriendo.

-Vas a tener que esperar un poquito más.

-Qué desesperantes son -murmuré, mientras caminábamos hacia la entrada de llegadas.

Los minutos pasaban, y aunque intentaba distraerme mirando a las personas alrededor, mi paciencia ya estaba agotada. Estaba a punto de abrir la boca para quejarme de nuevo, cuando de repente escuché unos pasos rápidos que venían hacia nosotros. Giré la cabeza justo a tiempo para ver a un chico correr directo hacia nosotros.

Al principio, no reconocí quién era. Solo vi una figura acercándose rápidamente, esquivando a la gente . Pero cuando sus rasgos se hicieron más claros, me emocione.

Teo, el hermano de Ian, llegó corriendo hasta nosotros con una energía contagiosa, y lo primero que hizo fue lanzarse hacia Ian, abrazándolo con fuerza. Ian lo recibió con una sonrisa enorme, devolviéndole el abrazo mientras reía.

-¡Hey, hermanito! -dijo Ian, claramente feliz de verlo.

Después de abrazar a Ian, Teo se giró hacia mí con los brazos abiertos y una expresión traviesa.

-¡Marrr! -gritó, y en un segundo ya estábamos envueltos en un abrazo, como si no hubiera pasado tiempo desde la última vez que lo vi.

Me reí, sintiendo una mezcla de emoción y nostalgia.

Aún sigo aqui - Lukas Urkijo #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora