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Dios, esto estaba demasiado alto.
No sé en qué momento acepté.

Siempre he sido una chica aventurera y extrovertida, pero eso no quita que no tenga miedo. Mis amigas me animaban, decían que este sería un bonito recuerdo.

Héctor se tiraría detrás de mí, así que estaba esperando conmigo. No me atrevía ni a mirar hacia abajo, estábamos muy altos, en un soporte a base de palos de madera.

Mi turno llegó, Héctor rió detrás mía, lo estaba pasando bastante bien con mi sufrimiento. Me aproximé más cerca del borde. Antes de que el hombre pudiera darme las pocas explicaciones y me asegurara a la cuerda, Héctor habló:

-Si no quieres hacerlo, no tienes por qué.-Me miró serio.-No quiero que lo pases mal por mí culpa.-Cogió mi mano.-Te voy a invitar a cenar lo hagas o no.-Sonrió y después soltó mis manos.

Aún así no me heché atrás, quería hacerlo, ya estaba mentalizada.

Carmen y Julia me esperaban en el otro lado, grabando con sus móviles.

Sin tiempo a más el hombre me empujó y sentí que me caía, después que volaba, era una sensación agradable, aunque mis gritos se pronunciaban más que nunca, a penas miré el paisaje.

En un abrir y cerrar de ojos llegué a la otra parte, donde me esperaba una mujer que me sujetó y me atrajo hacia ella para que pudiera bajar. Mis amigas se reían de mis pelos y mi cara. Estaba pálida, había sido guay, al mismo tiempo, aterrador. Héctor fue tras de mí, lo miré bajar a una velocidad que de pensar que yo también fui a esa velocidad me daban ganas de vomitar, él parecía divertido, se reía, parecía que disfrutaba.

Al bajarse corrió hacia mí.

-¿Te lo has pasado bien?-Preguntó dejando de lado su entusiasmo y poniéndose más preocupado.

-Sí.-Asentí sonriendo.-Ha estado bien, pensaba que sería mucho peor.-Reímos.

-Te debo algo.-Me recordó la apuesta y yo sonreí encantada.

...

Unos vaqueros largos y pegados con un top sería la mejor opción para esta tarde. Además de ir a cenar, Héctor quería llevarme a un sitio, el cual no sabía.

Me maquillé poco, quería que se notara el color rojizo natural de mis mejillas.

Héctor me esperaba abajo. Iba demasiado guapo.

Como de costumbre.

Esta vez más.

Un vaquero corto y un poco roto combinado con una camiseta negra, como mi top.

Íbamos conjuntados.

Y no habíamos acordado nada.

Reí levemente al verlo desesperado de esperarme tanto.

-Por fin.-Habló levantándose del sofá y alargando la i.

Me despedí de las chicas rápidamente para que no les diera tiempo a hacer ninguna pregunta más, y para no hacer a Héctor esperar.

-Vamos iguales.-Le miré, en su rostro vi confusión.-La ropa.-Aclaré y él abrió la boca para después cerrarla sin haber hablado. Sus ojos se posaron en mi cuerpo y me dio un recorrido demasiado descarado, para después, al volver a mirarme a los ojos sonreírme tiernamente.

Como ninguno de los dos tenía carnet, ya que éramos menores, teníamos que ir andando al sitio sorpresa que Héctor había decidido. Eso le quitaría la emoción, pero me da igual.

Vi a Héctor acercarse a un Mac Donald's. No creo que nuestra primera cita después de la reconciliación sea en un Mac Donald's. Me encanta, y nunca digo que no a uno, pero, ¿enserio?, ¿no había algo menos patético?

Entré a regañadientes y no dije nada sobre el tema. Él empezó a pedir cosas por la pantalla, sorprendentemente sabía exactamente cómo me gustaba: con mucho queso y baicon, y las patatas acompañadas con salsa de luxe.

Aunque insistí en pagar, él quiso hacerlo así que no proteste más.

Eran las siete de la tarde por lo que el lugar estaba vacío, me extrañaba que fuéramos a cenar a esta hora, aún yo no tenía hambre.

-Vamos, date prisa o llegaremos tarde.-Metió prisa él. ¿Tarde a dónde?

Después de treinta minutos andando para salir de la ciudad, llegamos a una playa cerca de la villa.

-Tendremos que subir todo eso, ¿no te cansaras a mitad de camino?-Se burló. Le saqué el dedo de en medio y subí la cuesta.

Después de un largo tiempo subiendo esta especie de montaña, porque era lo único parecido que podía llamarle nos sentamos al borde del precipicio.

-Espero que no se haya enfriado.-Héctor sacó la comida de las bolsas.

-¿Me has traído a ver el atardecer?-Pregunté perpleja.-¿Dónde has dejado tu reputación de "chico malo"?-Reí y él me empujó el brazo levemente.

-Espero que el atardecer sea como uno de esos que veo en Pinterest, ya sabes, de colores rosas y naranjas.-Dijo

EN LA MISMA VILLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora