CAPÍTULO II

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El día siguiente comenzó como cualquier otro. Caminaba por los pasillos de la escuela con la misma calma apática de siempre. Sus audífonos colgaban alrededor de su cuello, la capucha de su sudadera le cubría parte del rostro y su mirada iba fija en el suelo. La gente se apartaba a su paso, como si su sola presencia creara un campo de repulsión alrededor.

No es que siempre la hubieran evitado de esa manera, pero con el tiempo, después de haberse acostumbrado a su presencia, y especialmente por lo ocurrido ayer, había aprendido a generar esa distancia entre ella y los demás. Le convenía, le gustaba que la dejaran sola.

Pero ese día algo diferente ocurrió, algo que no previó.

En el momento en que cruzaba uno de los pasillos más concurridos, sintió un fuerte tirón en el brazo. Antes de que pudiera siquiera reaccionar, un golpe seco impactó contra su mejilla, haciéndola sentir que el mundo a su alrededor se sacudía mientras caía al suelo, golpeando su espalda contra las baldosas frías.

Por un segundo, todo lo que escuchó fue el zumbido en sus oídos y el latido acelerado de su corazón. Parpadeó, confusa, levantando la vista para encontrarse con la cara furiosa de Jeno, que estaba de pie sobre ella. Sus puños aún estaban apretados, la respiración agitada, y sus ojos mostraban una rabia incontrolable.

—¡Te crees muy lista, eh!— Le gritó, su voz resonando en el pasillo mientras algunos estudiantes se detenían a mirar la escena, indecisos sobre si intervenir o quedarse a observar el espectáculo.

Jimin no dijo nada. Aún sentía el ardor en su mejilla y el mareo por la caída. Había soportado insultos, miradas de desprecio y chismes durante años, pero nadie nunca la había atacado físicamente. Esto era diferente, era nuevo para ella y, la verdad es que no sabía como debía reaccionar.

—¡Maldito fenómeno!— Continuó el chico, dándole una patada en las costillas antes de que ella pudiera moverse. El dolor la atravesó, dejándola sin aire.

Ya a esas alturas, un grupo de estudiantes se había agolpado alrededor, pero ninguno se atrevía a meterse. La tensión en el aire era palpable, y podía sentir el miedo en sus miradas. No era solo miedo a Jeno, sino también hacia ella, hacia lo que había pasado con la rana el día anterior. Todo se mezclaba en una confusión de emociones.

Trató de incorporarse, tambaleándose mientras se sujetaba el costado donde la habían pateado. El dolor pulsaba en su cuerpo, pero no era eso lo que más le molestaba. Era la sorpresa. Nunca había esperado que alguien se atreviera a cruzar esa línea. La línea entre el desprecio verbal y la violencia física.

Respiró hondo, tratando de recuperar la calma, pero algo oscuro y denso comenzó a revolverse en su interior. Esa misma sensación que había sentido en biología. Una energía que sabía, siempre estaba ahí, latente, esperando a ser desatada.

Los murmullos de los estudiantes se hicieron más fuertes, y Jeno, viendo que su ataque no había sido suficiente para romperla, se acercó nuevamente, preparándose para golpearla otra vez.

Pero antes de que pudiera hacerlo, algo en el aire cambió súbitamente.

Levantó la mirada, sus ojos centelleando con una intensidad que hizo que el chico se detuviera en seco. La energía alrededor de ella se volvió densa, pesada. El ambiente en el pasillo se llenó de un frío que hizo que los estudiantes retrocedieran instintivamente.

—¿Qué diablos...?— Jeno murmuró, confundido, mientras retrocedía un paso.

Jimin no necesitaba decir nada. No necesitaba mover un dedo. A su alrededor, el aire parecía vibrar, y aunque nadie más lo podía ver, ella sí. Los espectros. Las sombras que siempre la acompañaban, acechando en los rincones más oscuros de su mente. Y ahora, en respuesta a la agresión del chico, se estaban haciendo más fuertes, más presentes.

Gen Mutante || JiminjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora