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Minjeong no rompió el contacto visual mientras su mano, lenta y decidida, comenzaba a descender, cada centímetro una tortura. Sus dedos apenas rozaban el abdomen de la pelinegra, como si delineara un sendero prohibido. La piel de Jimin ardía bajo su toque, tensa y alerta, mientras todo su cuerpo se volvía un campo de batalla entre el deseo y la resistencia. Tragó saliva con dificultad, sus músculos rígidos, incapaz de controlar la explosión de tensión que se acumulaba en cada centímetro que la rubia tocaba.
Cuando sus dedos le alcanzaron la cintura, justo sobre la tela de su pantalón, su toque cambió. Despacio, sus yemas comenzaron a acariciarla con una suavidad peligrosa, cada roce un latigazo directo a su cordura. La presión era mínima, pero el efecto devastador. El calor que irradiaba desde su cuerpo quemaba, invadiendo los sentidos de la más alta, mientras sentía cómo comenzaba a endurecerse bajo ese contacto tan sutil, tan controlado. Su respiración se volvió irregular, pesada, cada exhalación un susurro de deseo contenido.
—¿Hubieses preferido que fuese tu pene el que tomara dentro de mí?— Le susurró, su tono bajo, casi ronco, cargado de provocación. Las palabras parecían envolverla, sofocándola, mientras la mano de la rubia continuaba acariciando la creciente dureza con una precisión que hacía que su mente se tambaleara. —¿Que fuesen tus hombros los que arañara?
Su control se rompió como una cuerda tensa que finalmente cede bajo presión. Sin poder evitarlo, su cuerpo se lanzó hacia adelante, sus labios buscando desesperadamente los de Minjeong, tratando de capturar algo de la intensidad que sentía desbordarse dentro de ella. Era como si toda la tensión acumulada entre ambas durante semanas hubiese estallado en ese instante, una necesidad insoportable que no podía seguir reprimiendo.
Pero Minjeong, con una crueldad que casi parecía ensayada, giró la cabeza en el último segundo, esquivando el beso con la misma facilidad con la que había jugado con sus emociones. El rechazo fue un golpe tan fuerte como la bofetada que le dió. Y, como si fuera poco, su mano le dio un apretón más firme justo sobre la tela, arrancándole un jadeo que resonó en el aula vacía. El sonido salió antes de que pudiera controlarlo, una traición de su propio cuerpo que la dejó expuesta, vulnerable.
Cerró los ojos con fuerza, mordiéndose el interior de la mejilla, tratando de aferrarse a algún rastro de control. Pero era inútil. El contacto, la cercanía, la tensión que llenaba el aire como electricidad antes de una tormenta… todo en ella la hacía perderse. Cada caricia era un recordatorio de lo poco que dominaba la situación, de lo mucho que Minjeong tenía el control. Y eso la enloquecía.
—¿Ves lo fácil que hubiera sido?— susurró contra su oído, su aliento cálido, enviándole escalofríos por la columna. El tono de la rubia era suave, pero cada palabra era como un cuchillo que cortaba profundamente. —Si tanto querías salir conmigo, solo hubieras esperado un poco más. Me lo hubieras dicho como una persona normal, no como una niña celosa.
Su tono era frío, despiadado, pero su mano, caliente y persistente, seguía sobre ella, jugando con su cuerpo como si fuera suyo, como si supiera exactamente lo que le provocaba y se deleitara en ello. Jimin luchaba por mantenerse firme, pero su cuerpo ya no le respondía. El roce, el calor, la necesidad que había estado reprimiendo durante tanto tiempo… todo estaba al borde de un colapso.
Los ojos le brillaban con una mezcla de desprecio y deseo, sus labios curvándose en una sonrisa ladeada, como si disfrutara cada segundo de su desesperación. Y luego, con una lentitud que solo hacía más profunda la tortura, retiró su mano, dejando un vacío abrasador en su lugar. La pelinegra casi gimió ante la pérdida, su cuerpo temblando con una frustración que no podía contener.
—Pero no,— continuó, su voz afilada como un cuchillo mientras daba un paso atrás. —Tú preferiste actuar como si ya me tuvieras. Como si yo te debiera algo.
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Gen Mutante || Jiminjeong
FanficJimin siempre supo que era diferente. Atrapada en un mundo que no parece comprenderla y mucho menos aceptarla tal y como es. Un día, tras un incidente en su escuela, esto parece cambiar. Una mujer, amable y misteriosa clama saber que es lo que le a...