CAPÍTULO XIV

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El aire nocturno estaba impregnado de una brisa fría que serpenteaba entre las lápidas del cementerio, levantando hojas secas y haciendo que las llamas de las fogatas parpadearan. Minjeong permanecía inmóvil, con la mirada fija en el oscuro horizonte, aunque sus pensamientos estaban a kilómetros de distancia. En sus manos, un vaso con un trago fuerte, cuyo calor se había disipado tanto como su deseo de mantenerse presente en la fiesta. Sentía el licor ardiendo lentamente en su estómago, pero no lo suficiente como para combatir el frío que parecía aferrarse a su piel descubierta. La camisa ajustada que llevaba era delgada, dejando al descubierto sus brazos, donde el viento jugueteaba con los mechones sueltos de su cabello, enredándolos con suavidad.

A lo lejos, entre las sombras y las risas distantes, Jimin la observaba. Se había acercado en silencio, sus pasos amortiguados por la hierba húmeda. La luz vacilante de las fogatas apenas iluminaba el perfil de Minjeong, su figura solitaria, absorta en sus pensamientos. Frunció el ceño, sintiendo una mezcla de preocupación y una inesperada calidez que la empujó a actuar.

Sin vacilar, se quitó el suéter que llevaba, ese que todavía conservaba el calor de su cuerpo, y con un movimiento cuidadoso, lo colocó sobre los hombros de la rubia, haciendo que diera un ligero respingo ante el tacto suave del suéter sobre su piel, como si volviera abruptamente de ese lugar distante en el que su mente se había refugiado. Giró la cabeza lentamente hacia la pelinegra, aún procesando el gesto.

—Lo siento, no quería asustarte,— su voz era baja, tranquila, casi un susurro que se perdió en el viento, —Parecías tener frío.

Los ojos de Minjeong se encontraron con los suyos por un largo instante. Había una cierta vulnerabilidad en su mirada, una especie de desconcierto que Jimin no había visto antes. Sus pupilas estaban ligeramente dilatadas, y el brillo cristalino en ellas revelaba que el alcohol ya comenzaba a hacer efecto. Aun así, Jimin notaba una inquietud, como si hubiera algo que la rubia estaba luchando por no decir en voz alta.

Tras unos segundos de silencio, habló, su voz arrastrando las palabras, pero no perdiendo del todo la claridad: —No pensé que vendrías aquí.

Su tono era relajado, algo que contrastaba con el ambiente tenso que las rodeaba. Jimin sonrió levemente, aunque sus músculos aún estaban tensos, esperando alguna señal de rechazo, pero Minjeong, en lugar de apartar el suéter, lo acomodó mejor sobre sus hombros, casi como si fuera un escudo contra el frío, mientras pasaba el vaso de una mano a la otra, ajustando las mangas.

Se sentó a su lado, sintiendo el crujir leve de la hierba bajo su peso. Durante unos momentos, ninguna de las dos dijo nada. El silencio se hizo denso, pero no incómodo, como si las palabras no fueran necesarias. Sin embargo, sintiendo la urgencia de romperlo, preguntó suavemente: —¿Por qué no pensaste que vendría?

Minjeong dejó escapar un suspiro largo, mirando el líquido que giraba perezosamente en su vaso. Sus dedos jugaban con el borde, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. —Porque...— comenzó, y luego hizo una pausa, mordiéndose ligeramente el labio inferior, su ceño fruncido, —Hoy casi mueres por mi culpa.

La confesión cayó pesada entre ambas, llenando el aire entre ellas con una incomodidad palpable. La miró, desconcertada. Las palabras la golpearon con una intensidad inesperada, y su mente empezó a recorrer el día en busca de alguna señal, algún indicio de lo que la rubia quería decir.

No lo entendía.

—¿Qué...?— comenzó a hablar, pero se detuvo, dándose cuenta de que ella no había terminado. Había más que necesitaba decir.

—Soy la líder. Es mi deber velar por la seguridad de todos los demás...— Bajó la cabeza, su voz ahogada en un tono de tristeza y culpa. Apretó el vaso entre sus manos, llevándolo a sus labios para tomar otro trago. El alcohol se deslizaba por su garganta, brindándole un breve consuelo, pero no lo suficiente como para disipar el peso que cargaba en su interior. La culpa seguía ahí, constante, aplastante.

Gen Mutante || JiminjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora