CAPÍTULO XV

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Continuaban moviéndose al ritmo de la música, mientras el resto del mundo se desvanecía a su alrededor. Minjeong, con una chispa traviesa en la mirada, giró sobre sus talones hasta quedar frente a frente, tan cerca que apenas había un suspiro de distancia entre sus cuerpos. Las chimeneas iluminaban la fiesta con destellos cálidos, pero el calor que sentían entre ellas era mucho más intenso que el que desprendían las llamas.

Sus manos se deslizaron bajo la camisa de Jimin, recorriendo su abdomen ligeramente marcado, con las yemas de los dedos, provocando un suspiro que se quedó atrapado en su garganta. Las caricias enviaban un cosquilleo eléctrico que le recorría la piel, y el rubor se extendió por su rostro al sentir el calor que la chica despertaba en ella. En los ojos de la rubia brillaba una mezcla de deseo y provocación que encontraba irresistible. No podía evitar pensar en lo fácil que sería inclinarse un poco más y cerrar la distancia entre sus labios, sellando la atracción palpable en el aire.

Pero cuando se decidió a hacerlo, Minjeong volvió a apartar el rostro, igual que la primera vez que había intentado besarla. Frunció el ceño, confundida por el rechazo, hasta que notó la expresión extraña que le cruzaba el rostro. Esta vez no era una negativa juguetona o cruel... Minjeong estaba a punto de vomitar.

Con una mano cubriéndose la boca, salió corriendo hacia el bosque que rodeaba el cementerio, esquivando a la gente que seguía bailando sin preocupación. Se detuvo en unos arbustos cercanos y, aunque el sonido quedó ahogado por la música, la pelinegra entendió perfectamente lo que ocurría.

Por un momento, se quedó inmóvil, debatiéndose entre seguirla o dejarla sola. Pero la preocupación ganó, y comenzó a caminar hacia donde la líder del escuadrón había desaparecido, apartando a la gente que se interponía en su camino. Sin embargo, a medio camino, la perdió de vista por un instante, las sombras danzantes que provocaban las luces y el movimiento de la multitud haciéndolo más difícil.

Antes de que pudiera seguir buscando, se vio extrañamente rodeada por un grupo de personas. El primer rostro que distinguió fue el de Hyunjin, ya no estaba su típica sonrisa burlona, en cambio, una expresión perturbadoramente seria lo resaltaba. Había algo en su mirar que la hizo comprender que algo no estaba bien. A su lado estaba Sunghoon, con una expresión igualmente mórbida, una que, hasta el momento, nunca le había visto. Ambos parecían demasiado absortos en la situación, lo que hizo que Jimin se detuviera en seco. El grupo formaba una barrera a su alrededor, bloqueándole el paso.

—¿A dónde crees que vas?— Interrogó Hyunjin, ladeando la cabeza, sus ojos oscuros brillando con una diversión apenas visible, que ella ciertamente, no compartía.

Sunghoon, con una media sonrisa que parecía forzada, añadió: —Parece que te perdiste el memo. Aquí no puedes andar por donde quieras sin pagar un peaje.

El ambiente había cambiado por completo; ya no era la música ni el calor de Minjeong lo que sentía, sino una amenaza latente en el aire.

Apretó la mandíbula ligeramente, intentando contener la frustración que crecía en su interior.

Se esforzó por mantener la calma, aunque los músculos de su cuello se tensaban con cada segundo que pasaba. Sentía la humedad del aire de la noche colarse por el cuello de su camisa, una sensación que normalmente la reconfortaría, pero ahora solo añadía a la incomodidad de la situación. La mirada retorcida de Hyunjin y la postura amenazante de Sunghoon la mantenían en alerta.

—No tengo tiempo. Déjenme pasar,— replicó, su voz baja pero cargada de una advertencia latente. Intentó avanzar, acortando la distancia que la separaba de Minjeong, queriendo llegar hasta ella para ayudarla. Sin embargo, el chico Coloso le bloqueó el camino, levantando un brazo que parecía hecho de acero, los músculos tensándose bajo la piel, como si quisiera demostrar su fuerza.

Gen Mutante || JiminjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora