Gen Mutante || Jiminjeong

CAPÍTULO XVII

○○○

Permanecía de pie en el salón de la profesora Byul, rodeada por un ambiente tan familiar y calmante que sentía casi como su refugio desde que llegó a la academia. Las estanterías repletas de libros cubrían las paredes, el suave aroma de madera antigua llenaba el espacio, y una cálida luz de la mañana se colaba por las ventanas, creando un rincón de paz en el torbellino de sus días. Aquella mañana, mientras conversaban sobre los eventos de la reciente fiesta, Jimin notó algo en la mirada de la mujer: una chispa de curiosidad que parecía ir más allá de la calma habitual de la profesora.

—No te voy a regañar por la fiesta, Jimin,— comenzó, con una sonrisa comprensiva, cruzando los brazos y recostándose ligeramente contra su escritorio, —En realidad, me alegra escuchar sobre los progresos que lograste allí y lo bien que manejaste la situación. ¿Y me dices que ahora puedes levitar? Eso es increíble.

Intentó responder con indiferencia, encogiéndose de hombros, aunque en sus ojos brillaba una emoción que no podía ocultar. Había dado un paso gigantesco, uno que aún le costaba asimilar.

—Sentí que fue... bastante complicado,— admitió, una sonrisa pequeña, casi nostálgica, asomando en sus labios, —Todo ese ruido, las voces, los llantos... normalmente me habrían abrumado, debilitado, agotado. Pero en la fiesta fue diferente. Sentí cómo el ruido se disipaba poco a poco, cómo los ecos se desvanecían hasta que me quedé solo con lo que quería escuchar. Solo con mi propio propósito.

Volver con Minjeong.

Mientras recordaba la escena, una oleada de orgullo floreció en su pecho. Durante años había sentido que su don era una carga, algo incontrolable que la dejaba vulnerable sin los consumos que mitigaban el ruido. Pero esa noche, por primera vez, todo había fluido de forma natural. No había necesitado cerrar su mente ni aplicar las técnicas que Byul le enseñaba; simplemente había ocurrido. La sensación de control y poder sobre algo que siempre había considerado incontrolable le daba una felicidad casi indescriptible.

Byul asintió, con esa pequeña sonrisa de aprobación que parecía conocer exactamente las palabras que necesitaba escuchar.

—Te lo dije. Una vez que aprendes a canalizar la energía de tu don, puedes lograr mucho más de lo que imaginas, —hizo una pausa, sus ojos brillando con una mezcla de confianza y orgullo, —Quizás, tu anhelo de ser parte del escuadrón de Seulgi esté más cerca de lo que crees.

Aquellas palabras despertaron en ella una calidez revitalizante. Ser parte del escuadrón de la directora Kang no era solo un sueño; para ella, era una prueba, la oportunidad de mostrar cuánto había crecido y que ya no era esa chica temerosa de su propio poder. Sabía que ingresar al escuadrón no sería fácil, que solo los más disciplinados llegaban a formar parte, pero, por primera vez, sentía que tal vez... su meta estaba realmente a su alcance.

Hubo un silencio, suave y lleno de significado, mientras ambas asimilaban lo dicho. Luego, en un tono más bajo y con una mirada comprensiva, Byul cambió de tema.

—¿Y cómo va el tema de tu adicción?— preguntó con una suavidad que reflejaba la paciencia y comprensión con la que siempre había abordado esa parte de la vida de Jimin, —¿Cómo te has sentido?

Jimin bajó la mirada por un instante, dejando que sus pensamientos fluyeran antes de responder. Había sido una lucha complicada, y en muchas ocasiones había sentido que retrocedía más de lo que avanzaba. Pero ahora, las cosas parecían finalmente distintas.

—Bueno, desde la última vez que recaí, siento que esa necesidad se ha ido desvaneciendo,— dijo, su voz cargada de una serenidad que no había sentido en mucho tiempo, —Ya no siento esa urgencia de recurrir a nada para calmarme, y las noches… ahora puedo descansar sin las medicinas que usted me dio,— una sonrisa tímida apareció en sus labios, como si incluso ella se sorprendiera de sus propias palabras, —Aunque, siendo honesta… siento que Minjeong tuvo mucho que ver en eso. Cada vez que ella me… bueno, ya sabe, con su mano...