CAPÍTULO X

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Cerró la puerta en silencio, dejando que el ligero golpe resonara por el aula. El sonido se disipó rápidamente, dejando el espacio sumido en un tenso silencio. Minjeong la observaba de reojo, pero no hizo ningún movimiento para saludarla. En cambio, simplemente mantuvo su postura recta y serena, irradiando esa perfección habitual que tanto la desarmaba.

—Bienvenida, Jimin,— saludó la profesora Byul con una ligera sonrisa, como siempre calmada y serena. Su voz era un eco familiar que había aprendido a asociar con la estabilidad, pero hoy parecía diferente, más atenta, más inquisitiva. Asintió en silencio, devolviéndole el saludo con una leve inclinación de cabeza mientras se dirigía a su asiento habitual. No obstante, en un gesto deliberado, dejó un asiento vacío entre ella y la rubia. No quería estar tan cerca de ella; el mero pensamiento de compartir espacio tan reducido con la porrista aumentaba su incomodidad.

—Como puedes ver, tenemos una invitada especial hoy,— comentó la profesora con una sonrisa calmada, aunque sus ojos parecían observar algo más allá de lo que las dos chicas podían percibir. Era una mujer que siempre se adelantaba a las emociones y tensiones en el ambiente, y hoy no era la excepción. Minjeong asintió ante sus palabras, una suave sonrisa curvando sus labios, pero Jimin sintió una punzada de irritación al verla. Había algo en la despreocupación con la que la rubia parecía existir que le resultaba insoportablemente frustrante.

—Le pedí a Minjeong que se uniera a nosotras hoy,— continuó mientras cruzaba las manos sobre su escritorio. —Sé que ha estado ocupada con sus compromisos del escuadrón, de porristas y otros asuntos, pero finalmente ha encontrado tiempo para acompañarnos.

"O demasiado ocupada cogiendo en las duchas," pensó, su mente aferrándose a ese detalle que la irritaba. Inmediatamente sintió una mirada penetrante sobre ella, como si Byul hubiera leído su pensamiento —lo cual no sería tan sorprendente— y reprimió el impulso de rodar los ojos. Sabía que la profesora era telépata, y eso ahora la ponía ligeramente a la defensiva, más aún cuando sus emociones estaban a flor de piel.

El ambiente en el aula se estaba espesando, y Byul lo percibió. Había algo más que simple incomodidad entre las dos chicas. Una energía casi tangible vibraba en el aire, una mezcla de emociones no resueltas y tensión que parecía avivarse con cada segundo que pasaba. A pesar de la calma aparente, Jimin estaba inquieta, y Minjeong... bueno, Minjeong siempre parecía estar perfectamente en control.

—Hoy avanzaremos con algo un poco más desafiante,— anunció la mujer, mientras se levantaba lentamente de su silla y caminaba hacia el centro del aula. Cada uno de sus pasos resonaba en el suelo de madera con una calma calculada. Sintió cómo el aire en la habitación comenzaba a volverse más denso, más pesado, una presión sutil que no podía ignorar.

La profesora se detuvo frente a ellas, observando con atención los rostros de ambas, como si pudiera leer en sus expresiones más de lo que cualquiera de ellas se atrevía a decir. —Quiero que corran sus sillas y se sienten en el suelo.

La petición la tomó por sorpresa pero aun así obedeció sin protestar. Se levantó y movió su silla a un lado, notando cómo la mirada de Minjeong seguía cada uno de sus movimientos. Aunque no quería admitirlo, su cercanía le incomodaba aún más ahora, pero no podía hacer nada al respecto. Al menos no podía mostrarlo.

La rubia hizo lo mismo, aunque de forma más grácil. Sus movimientos siempre parecían tan naturales, tan fluidos, y eso solo conseguía que la pelinegra se sintiera más torpe. Ambas se sentaron en el suelo, cruzando las piernas frente a ellas, mientras Byul permanecía en pie por un momento más, como si estuviera sopesando las energías en el ambiente antes de continuar.

Gen Mutante || JiminjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora