CAPÍTULO VIII

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¿Cuánto tiempo llevaba durmiendo?

Honestamente no lo sabía, pero su cuerpo estaba atrapado entre la sensación de dolor y una extraña renovación. Era como si hubiera sido arrastrada por las olas del más profundo cansancio, solo para ser devuelta a la orilla por un abrazo invisible. Hacía tanto tiempo que no dormía así. Ni siquiera recordaba la última vez que se sintió tan... vacía de pensamientos, tan desconectada de todo. Probablemente no había dormido de esa manera desde que nació.

Sí, eso debía ser.

Lo primero que sus ojos captaron fue el brillo suave y aséptico de las paredes blancas y grises de la enfermería. La luz de la mañana se filtraba a través de las persianas, dejando rayos dorados que cortaban la habitación en ángulos precisos. Una enfermería bastante moderna, a su parecer. Respiró profundamente, dándose cuenta de que, aunque su cabeza ya no palpitaba con la intensidad de antes, un leve hormigueo de ansiedad aún recorría su piel.

Giró el rostro y observó el vacío a su alrededor. Estaba sola en la habitación, pero no completamente. El televisor, montado en la esquina de la pared, proyectaba dibujos animados de manera casi ridícula, como una escena que no encajaba con el estado de su mente. "¿Quién había encendido eso?" No pudo evitar preguntárselo, pero la duda se desvaneció rápidamente cuando notó algo más. Junto a su cama, en la pequeña mesita de noche, una jarra de agua y un vaso esperaban, casi como si estuvieran llamándola. Su garganta ardía, seca y áspera, y un impulso primario la empujó a alcanzar la jarra.

El líquido tembló dentro del recipiente mientras sus manos, aún débiles y temblorosas, intentaban verter un poco en el vaso. Casi lo deja caer, pero un sonido suave la interrumpió.

La puerta de la enfermería se abrió con un ligero chirrido y apareció la silueta familiar de la profesora Byul. Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y alivio mientras se acercaba rápidamente para ayudarla a sostener el vaso. Apenas pudo murmurar un agradecimiento antes de beber todo el contenido de un solo sorbo, sintiendo cómo el agua fría descendía por su garganta como un bálsamo, aunque no hacía desaparecer completamente esa sensación incómoda de vacío.

—¿Cómo te sientes?— le preguntó con voz suave, observándola de cerca.

Se recostó nuevamente en la almohada, con una sonrisa débil que apenas pudo formar en sus labios. —Como si Morfeo me hubiera dado un beso antes de dormir,— bromeó, a pesar del cansancio que aún sentía en sus huesos.

La mujer soltó una pequeña risa, cruzando los brazos y observándola con una mirada más relajada. —Bueno, casi,— replicó, aunque algo en su expresión cambió ligeramente. Notó la pequeña expresión de burla que se formó en el rostro de la profesora. ¿Qué estaba ocurriendo? —Minjeong estuvo cuidándote.

El nombre hizo que su atención se agudizara. Volvió a mirar alrededor, como si de repente cada pequeño detalle de la habitación pudiera revelar algo más. Notó el saco del uniforme de la rubia colgando en el respaldo de la silla cercana y, por alguna razón, eso le hizo sentir una extraña calidez en el pecho. Minjeong la había estado acompañado.

—Se fue hace poco,— Añadió, observando cómo el rostro de su estudiante reaccionaba a la información, —Seulgi la llamó para una misión de emergencia.

Jimin frunció el ceño. El término "emergencia" hizo que su estómago se retorciera. Su curiosidad creció, pero antes de que pudiera preguntar algo, ella ya estaba tomando el control remoto y cambiando el canal de la televisión. Las caricaturas desaparecieron, reemplazadas por la imagen de un noticiero en vivo. La pantalla mostraba una catástrofe en desarrollo.

Gen Mutante || JiminjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora