Mónaco

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CARLOS'S POV

GP MÓNACO

A lo largo de las 78 vueltas, el Ferrari del héroe local había demostrado un dominio absoluto. Charles defendia su pole position, Carlos a su espalda lo seguía de cerca, presionandolo en cada curva y en cada frenada

Las estrategias de neumáticos y las paradas en boxes no cambiaron mucho el panorama. Max, en tercera posición, intentaba recortar la distancia, pero ni él ni Carlos podían arrebatarle el liderato a un Leclerc inspirado.

En la vuelta final, el rugido de los tifosi de Ferrari se escuchaba por todo Mónaco. Charles cruzó la línea de meta en primer lugar, logrando nuevamente la victoria más anhelada de su carrera, en su propio hogar. Carlos, cruzando segundo, no pudo evitar sonreír. Sabía lo que esa victoria significaba para Charles. Max completó el podio en tercer lugar, pero todos los ojos estaban en el monegasco.

Carlos fue el primero en acercarse para darle un abrazo fuerte

—Lo mereces, Char. —dijo Carlos, su tono de voz cálido, apenas audible sobre los gritos de la multitud.

Charles, con una sonrisa que no desaparecía de su rostro, le devolvió el abrazo y le susurró en respuesta:

—Gracias por estar siempre cerca.

El champán voló por los aires, pero entre las risas y la euforia, había un entendimiento profundo entre los dos, una conexión que nunca se perdio.

La ciudad de Mónaco se transformó en una gran fiesta. Charles, con su energía desbordante, disfrutaba cada minuto. Rodeado de amigos, compañeros de equipo y figuras del paddock, era el alma de la fiesta. Bailaba y brindaba por su victoria, una copa de champán siempre en su mano.

Mientras la fiesta continuaba vibrante a su alrededor, Carlos observaba a Charles desde una distancia prudente, con una sonrisa suave en los labios. El brillo en los ojos del monegasco, la manera en que reía y se movía con despreocupación, le llenaba el corazón de calidez. A pesar de los altibajos que habían atravesado, Carlos siempre había sentido un inmenso orgullo por Charles, y esa noche, más que nunca, lo veía reflejado en su rostro.

No pasó mucho tiempo antes de que Charles, con una copa en la mano y una sonrisa tan radiante como las luces que los rodeaban, se acerco a él.

Su cercanía siempre traía una chispa entre ambos, una que solo ellos comprendían.

—¡Puedes creerlo, Calos! ¡Mónaco! —exclamó Charles con entusiasmo, sus ojos brillando de emoción.

Carlos, contagiado por esa felicidad genuina, dejó escapar una risa suave. —Siempre lo supe. Este lugar te pertenece, Charles. Como si estuviera hecho para ti.

Charles lo miró por un momento, y se inclinó ligeramente hacia él, con una sonrisa que le hacía imposible apartar la mirada. Levantaron sus copas en un brindis silencioso, como si el resto de la fiesta se desvaneciera a su alrededor. Por unos segundos, solo existían ellos dos, compartiendo un momento de conexión profunda, una que no necesitaba de palabras ni de explicaciones.

—Siempre has creído en mí, incluso cuando yo no lo hacía —susurró Charles, bajando un poco la mirada, como si esa confesión pesara más que cualquier otro reconocimiento público.

Carlos se acercó un poco más, su mano rozando suavemente la de Charles. —Y siempre lo haré, Charles. Nunca lo dudes. Estoy orgulloso de ti, más de lo que puedo expresar.

Se quedaron en silencio por un instante, disfrutando de esa intimidad. A pesar del ruido y la música que seguía alrededor, parecía que el tiempo se detenía solo para ellos.

Together Or Nothing |Charlos|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora