Barcelona, España
El Gran Premio de Barcelona llegó con un ambiente de anticipación y tensión.
La prensa estaba atenta, observando cada uno de sus movimientos, y los rumores comenzaron a circular sobre lo que realmente estaba sucediendo, las cámaras capturaron momentos sutiles que avivaron las especulaciones sobre la relación entre Carlos y Charles.
El día de la carrera fue intenso. Desde la primera vuelta, los tres principales contendientes —Carlos en su Mercedes, Charles en su Ferrari y Oscar Piastri en su McLaren— demostraron por qué estaban en la cima. El público español se volcó en apoyo a Carlos, animándolo en cada giro, y la emoción alcanzó su punto máximo cuando cruzó la línea de meta en primer lugar, asegurando una victoria en casa. Charles llegó en segundo lugar, mientras que Oscar completó el podio, demostrando una vez más el potencial que tiene como piloto.
Después de las celebraciones en el podio y las entrevistas de rigor, Carlos y Charles se retiraron del bullicio del circuito.
—Te veo en media hora en el parqueadero. No acepto un no como respuesta—y sin más el español se alejó, dejando Charles más que confundido.
Carlos tenía planes, había organizado una cena especial en un restaurante exclusivo, escondido en las colinas a las afueras de la ciudad. El lugar era perfecto: un balcón con vistas panorámicas de Barcelona, donde las luces de la ciudad titilaban como estrellas en la distancia.
El trayecto hacia el restaurante fue relajado, con las luces de Barcelona parpadeando a lo lejos mientras el coche de Carlos serpenteaba por las estrechas carreteras que los llevaban a las afueras de la ciudad.
Mientras subían por la colina, Charles miraba por la ventana, admirando cómo la ciudad se desplegaba bajo ellos, iluminada por las luces nocturnas. Carlos, por su parte, no podía dejar de robarle miradas a Charles, su perfil iluminado por la tenue luz del tablero del coche. A medida que se acercaban al destino, la sensación de tranquilidad aumentaba, como si el resto del mundo se quedara atrás y solo existieran ellos dos.
Finalmente, llegaron al restaurante, un lugar apartado y discreto, conocido solo por los locales. Desde el estacionamiento, se podía ver toda Barcelona extendiéndose en el horizonte, un espectáculo que quitaba el aliento. Carlos apagó el motor y se giró hacia Charles con una sonrisa.
—¿En serio? ¿Seguro de niños? —preguntó Charles, con una ceja levantada y una sonrisa divertida.
—Primero la seguridad, no quería que escaparas —respondió Carlos, tomando la mano de Charles para ayudarlo a salir del coche.
Mientras Carlos guardaba su chaqueta en el baúl, Charles aprovechó el momento para también despojarse de la suya, revelando una camiseta de un vibrante azul, con franjas granates cruzando su pecho, emulando el clásico diseño del equipo catalán. Sabía que a Carlos seguramente no le agradaría, pero la había elegido precisamente para molestarlo.
Carlos se giró y soltó un exagerado suspiro al verla.—Oh, Dios, Charles, no... No me hagas esto.
—¿Qué? Es bonita —dijo Charles, fingiendo inocencia.
—Ni siquiera te gusta el fútbol, y para colmo, ¡la marcas con tu nombre! —los detalles dorados revelaban el Leclerc 16 en su espalda. Carlos se quejaba mientras caminaban hacia el restaurante, su voz llena de una mezcla de diversión y resignación.
—Dicen que todo fan del Barcelona tiene su madridista.
—¿Quién siquiera te dijo eso?
—Internet.
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Together Or Nothing |Charlos|
Fanfiction¿Cómo despides a la única persona que te ha hecho sentir completo? ¿Cómo dejas ir a alguien que ilumina tu vida? En medio del brillo y el glamour de la última carrera de la temporada en Abu Dhabi, Carlos sabe que mirar a Charles una vez más podría...