Baki : la lucha del Ashura

capitulo 24

Niko estaba tranquilo; con los ojos cerrados, casi podía ver a su hijo entrenando junto a Raían, aprendiendo las técnicas del clan Kure. Eso le serviría para aumentar su versatilidad en las peleas. Sería asombroso de ver, pues ya era más fuerte que él a su edad, y temía que pronto lo alcanzara. Un padre tiene que ser una barrera que su hijo debe superar, por eso ahora estaba en este viaje para superarse a sí mismo y probar su nueva teoría sobre el estilo Niko. Siempre le había llamado la atención las cuatro Katas principales; quizás, si aprendía esto, podría alcanzar la cúspide de ellas.

—Eh, despierta de una vez, el alcaide solicita verte de inmediato —dijo un guardia de seguridad.

Niko no hizo ningún problema y caminó a su lado. En cuestión de minutos, ya estaba frente al alcaide que manejaba la gran prisión de Arizona.

—Este lugar es muy bonito —dijo Niko con un silbido.

—Niko Tokita, japonés. Aun sin sus papeles ni identidad, tanto en Estados Unidos como en Japón, o su petición de querer ver al señor Oliva, no son tan raros como parecen. Muchos criminales eliminan su identidad y usan sus rasgos distintivos para cambiar de nacionalidad. Pero a pesar de parecer y hablar como un japonés, usted evitó ser extraditado como es costumbre. Y sobre todo, me da curiosidad cuando se le preguntó por su lugar de nacimiento... el interior —mostró una sonrisa interesada—. ¿Podría decirme cómo es ese mítico lugar?

—No es nada diferente del exterior. Hay ratas, la gente se mata, y si te descuidas, puede ser tu fin. Algo así como, solo el más fuerte sobrevive, y los que no son fuertes se juntan con otras personas.

—Entiendo. Bueno, es una lástima; me gustaría que fueras más detallado. El señor Oliva me contó un poco de cómo es vivir ahí, a pesar de nunca haber estado en ese lugar: una zona de guerra perpetua, asesinos por doquier. Es como si nuestra prisión dejara libres a todos los prisioneros, y estos hicieran lo que quisieran. Simplemente sería un orden caótico, y dentro de toda esa muerte y destrucción, solo usted, Niko Tokita, se da el derecho de caminar solo y derrotar a todas las organizaciones de cada sector para luego desaparecer. Sin duda, ya deseo ver qué quiere pedirle al señor Oliva, aunque tengo una ligera intuición de qué es, así que no lo molestaré más; a nuestro número uno no le gusta esperar.

Niko solo asintió con una sonrisa y se marchó, siendo guiado por el mismo guardia, quien lo llevó por toda la prisión hasta estar cerca de las celdas de máxima seguridad. Allí se encontraban los más peligrosos de los criminales. Al verlos, le trajo recuerdos del interior, recuerdos de cómo personas así no duraban mucho. Su necesidad de violencia era opacada por la necesidad humana de sobrevivir, y rápidamente caían ante personas u organizaciones que se veían amenazadas por estas. Hasta los monstruos le temen a los humanos cuando estos necesitan sobrevivir.

En la última puerta, todo cambia. Simplemente, la prisión de acrílico se deja atrás para dar paso a la visión de la elegancia y opulencia más pura. Dejando atrás ese pasillo, las puertas se vuelven a abrir, mostrando a Oliva Biscuit, Niko no estaba tan sorprendido, el hombre era mucho mas bajo que el, pero sin duda era mas corpulento.

—Soy un hombre muy afortunado; no siempre una leyenda viene a visitarme. Ven, toma asiento —dijo Oliva mientras se acomodaba en un cómodo sillón. Niko lo siguió, con una sonrisa relajada en el rostro—. ¿Quieres? Es una botella del más fino coñac.

—Es muy amable, aceptaré esa bebida, aun cuando no nos conocemos. Sabe por qué estoy aquí, ¿verdad?

Oliva sonrió, mostrando una hilera de dientes blancos como perlas. Le sirvió un vaso a Niko y otro para él.

—Quieres pelear conmigo, ¿no? He escuchado sobre tu pelea con Yujiro. Una cosa increíble. No sé qué hiciste, pero está claro que no eres alguien débil. Acorralaste al Ogro en más de una ocasión y le diste una pelea pareja, aunque sea por un momento. Una lástima que quedara inconclusa. Pero si ya lograste hacer eso, ¿por qué deseas pelear contra mí?