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CHARLOTTE HARRISON

      Leía sentada en mi sillón orejero ubicado en la sala de estar, bastante cerca del librero de madera de nogal empotrado a la pared lleno de libros, álbumes de fotos y otras decoraciones que han sido regalos de mis amistades. La lampara de pie tipo arco a mi lado me brindaba la iluminación ideal para pasar unas horas más aquí sentada en compañía del libro en mis manos. Siempre fui amante del romance por lo que no es raro verme con una comedia romántica en mis manos a altas horas de la noche, mi taza recién recargada de té descansando en la orilla de la mesa frente a mi. Mis audífonos reproducían un playlist al azar de sonidos relajantes de cascadas y madera quemándose sirviéndome de ruido blanco.

Disfrutaba del calor que recibía de mi manta de felpa color gris encima de mis piernas dobladas sobre el sillón y de la interacción de los personajes que en cada pagina nueva se volvía mejor emocionándome con el protagonista masculino que según las descripciones dejadas por la autora era todo un dios griego.

El sonido insistente de la bocina del auto en la calle me hizo dejar mi lectura de lado esperando que a que el ruido terminara y volviera el silencio con el fin de continuar con la escena del primer beso entre los protagonistas. Sin embargo no se detuvo ahí, continuó molestando al punto de alterar todos mis sentidos. Me levanté de mi asiento poniendo el libro con la pagina marcada y mis audífonos al otro lado de mi taza de cerámica con la foto de mi familia en ella y envuelta muy bien en mi manta de felpa logrando cubrir mi ropa haciendo el recorrido hasta mi puerta para regañar a aquella persona que irresponsablemente está haciendo todo este alboroto en la medianoche de un miércoles.

Quedé frisada al momento que al abrir la puerta observé el mar de lirios rojos que me esperaba con todo su esplendor y olor característico invitándote a tomar uno de ellos y disfrutar de su aroma más de cerca. Entre las flores tan llamativas y hermosas, he de reconocer, llenando el jardín delantero de mi casa como si fuera una manifestación de la cual no estaba enterada, se destacaba el camino habilitado y decorado con pequeñas lamparitas de aceite antiguas a los lados, al final del camino me esperaba Hailey usando un vestido blanco de mangas cortas y escote cuadrado que se amoldaba a su cintura de manera magnifica para después terminar cayendo en picada hasta rozar la superficie del suelo y cubrir sus piernas. Justin se movía hacia ella quedando a su lado, lucía un traje blanco a medida con una flor roja en el bolsillo de su saco, ambos con su vista fija en mi del otro lado y agarrando con fuerza la puerta.

—¿Qué hacen aquí a media noche? — grité lo primero que pude procesar. Podía notar como sus sonrisas crecían al escucharme preguntar. Al darme cuenta de que la distancia entre nosotros se estaba convierto en un problema, sobre todo para la comunicación, a paso lento me dirigí hacia ellos fascinada por la presencia del jardín personal que habían creado para mi.

— Vine a disculparme — Hailey habló como si fuera lo obvio, detuve mi andar al darme cuenta de que ella venía en mi dirección.

— No era necesario todo esto, incluso pudiste venir en la mañana — ella negó, sus manos tomando lugar en mis mejillas dejando caricias delicadas una vez estuvimos cercas la una de la otra, la casualidad de la escena es que ambas estábamos en el mismo centro de todo el lugar como en esas películas que veía cuando adolescente y si estuviéramos en alguna de ellas, la mujer frente a mi se arrodillaría y se declararía con un cursi discurso que terminaría en un beso y el final de la película.

— Estás loca si crees que vendré a pedirte disculpas así como si nada, hubiera preferido contratar una banda, incluso reunir a One Direction pero a ultimo momento recordé que estoy casada con nuestro cantante favorito en la adolescencia — señaló a con su pulgar a Justin quien desde el mismo sitio observaba nuestra interacción teniendo el coche detrás. Juntas soltamos una risa tonta — espero siga siendo el mismo.

—¡Eres increíble! Lo hiciste despertar a medianoche y además has hecho todo esto — abrí mis brazos mostrando el manto rojo que nos rodeaba.

Sus manos no dejaron mi rostro y en sus ojos no solo podía ver mi reflejo sino que el brillo que había notado la noche del  beso se volvía a mostrar.

— Vale la pena, por ti todo vale la pena — dijo, mi corazón latiendo más fuerte con sus palabras — Recordé que tu libro favorito era uno donde el protagonista masculino le llenaba la casa de flores a la protagonista cada que cometía un error y reí que sería la mejor manera de disculparme, eso y la serenata que nos podemos ahorrar para una semanas más tarde. 

No supe que decir, era asombroso que ella recordara aquel libro y se hubiera encargado de todo esto y lo mejor es que ni siquiera me di cuenta cuando estaba a metros de distancia.

— Dios, tenía todo bien planeado en mi mente y ahora que te tengo de frente he olvidado todo— soltó una risilla nerviosa alejando su toque de mi — Soy la mujer más estúpida del mundo, créeme que lo sé — negué con mi cabeza y traté de refutar sus palabras pero me detuvo — no intentes decir lo contrario, no cuando he hecho tanto en tu contra y tú solo te has quedado ahí recibiendo mi estúpido odio, que la verdad no se de donde salió porque te amo, jodidamente lo hago, eres valiente, hermosa, inteligente ¿Cómo no hacerlo? Realmente lamento todo el daño que he causado, disculpa lo roto que dejé tu corazón y tambien disculpa el haber llegado demasiado tarde para repararlo. Incluso tratando de sanarte el alma te seguí dañando con mis acciones, pero no pediré disculpa por eso, eso quedó guardado aquí y aquí — con sus dedos tocó sus labios y después de sien — el mejor recuerdo y sabor. Te pido que me dejes seguir viendo el verde de tus ojos y disfrutar de la dulzura de tu voz. No me alejes de ti, eres mi hogar no quiero mendigar por calor cuando eres mi fuego.

— Todo está bien, Hails, estamos bien — su frente se juntó con la mía, nuestros ojos conectándose y diciendo lo que nuestros corazones sentían mas allá de las palabras.

— No te merezco, fingiré que si lo hago por unas décadas mas porque vivir sin ti fue doloroso, pasar por eso otra vez terminará siendo destructivo.








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Anyone; hailey & justin bieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora