Anyone; hailey & justin bieber

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CHARLOTTE HARRISON 

— Me gusta este vestido, deberías llevarlo — salí de mi closet con varias prendas de ropa en la mano solo para ver el vestido rosado con un corset que Hailey alzaba en el aire. Me encogí de hombros dejando que ella hiciera lo que quisiera con él. Después de estar dos horas encerradas en mi habitación rodeadas de toda la ropa que en algún momento al iniciar a empacar mis maletas para el viaje estaban bien organizadas y dobladas en el closet, ahora más bien parecían parte de la decoración.

— Pienso lo mismo que Hails, demasiado lindo para dejarlos aquí — el canadiense se había apoderado de mi cama, nos veía elegir las prendas acostado arrullando a Jack que bebía tranquilamente de su biberón. Señaló con el dedo un vestido en el piso, lo levanté mostrándole la tela naranja con finas líneas blancas y amarillas — Ese también — asentí dándoselo a su esposa que lo lanzó en el montón ya acumulado de ropa que según ellos si o si debía llevar.

— También deberías llevar ropa de noche, saldremos a recorrer las ciudades de noche — habló Hailey desde su nueva posición en el piso cerca de uno de los dos sofás que tengo, sobra la alfombra gris estaban puestos dos vestidos blanco y rojo que por la forma que los miraba no sabía por que decidirse. Me acerqué a ella, inclinándome en el mar de tela a su lado fijándome que la mayoría de las cosas eran vestidos veraniegos que adoraba usar la mayor parte del tiempo pero hasta para mi parecía exagerado, entre todo eso no divisé un solo par de pantalones.

— ¿Por que hay tantos vestidos? — cuestioné, ella solo se encogió de hombros bajo mi mirada inquisidora. Volteé en dirección a Justin que se abstuvo a hacer el mismo gesto que su mujer. Bufé sentándome al lado de ella tratando de descartar la mayor parte de vestido innecesarios que llevaba para darle un lugar a los pantalones, shorts y blusas que tenía planeado empacar — ¿En serio? Ni siquiera es un vestido informal — levanté la tela llena de pedrería, el vestido que usé años atrás en una de las fiestas organizadas por Victoria Secret doblado y ya dentro de una de las tantas maletas que serían necesarias gracias a Hailey — Son increíbles — exhalé dejando la prenda de lado con las demás que he ido descartando.

Al final me quedé con menos de la mitad de todas las prendas que Hailey y Justin se encargaron de escoger, sus reproches no pasaron por alto pero se conformaron cuando les prometí que en otra ocasión los usaría solo para que dejaran de molestarme con el tema. Volví al closet en busca de más ropa siendo consiente que no volvería al país hasta dentro un mes o hasta más, así que era mejor estar preparada. Dejé la ropa en mis manos a un lado disponiendo a buscar algún bikini por si acaso lo llegara a necesitar y conociendo al dúo en mi habitación sabía que si, los metí en una bolsa que encontré siguiendo con mi busqueda. Sonreí para mi misma al encontrar en uno de los cajones más altos y que hace mucho tiempo no revisaba un sombrero de vaquero de color blanco que lo compré tras pasar una vacaciones el año pasado en Texas. Salí hacia mi cuarto con el puesto, mi mano agarrando mi cinturón recreando una de las poses que más acostumbraba ver en las películas de vaqueros.

— Parece que tenemos que hacer cambios en el calendario y dejarle unos cuantos días a una vacaciones en Texas — la castaña sugirió dándole una mirada al tatuado que asintió mirándose completamente de acuerdo.

— Después de Canadá tenemos una semana libre — nos informó chequeando en su celular para volver a dejarlo sobre la mesa de noche junto al mío con la carcasa rosada de Rhode — La podemos pasar ahí, alquilamos una casa y nos quedamos los tres — sugirió.

— Entonces habrá que empacar el sombrero para ese viaje — lo lancé hacia la maleta cayendo justo en el lugar. Salté chillando feliz de que por primera vez mi puntería no fallara esta vez como las miles de veces anteriores que lo he intentado.

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Mi patio trasero se había convertido por mucho en un taller de pintura donde tres adultos con almas de niños se divertían dibujándose los unos a los otros. Íbamos por el segundo cuadro, los anteriores fueron puestos donde el Sol les daba para que se secaran lo más rápido posible y poder buscarles un lugar en alguna parte de mi casa donde no se viera demasiado raro tres figuras abstractas y algo deformadas. 

— ¿Desde cuando mi pelo es rojo? — achiné los ojos hacia el cuadro de un Justin bien orgullosos por su 'obra de arte' como lo nombró antes de rebelárnosla. Por otro lado Hailey cayó de espaldas en el yerba riéndose como nunca, sus manos cubierta de pinturas de diferentes colores mancharon el pulóver que les presté para que no ensuciaran la que traían en un principio. Ella solo podía señalar su nariz y el cuadro. Me acerqué a la pintura — ¿Por que mi nariz se parece a la de Voldermort?.

— No lo hace — negó bastante seguro. Señalé la pintura y él le echó un vistazo— un poco pero si lo miras de lejos no se nota tanto — alejó la pintura lo más que sus brazos podían intentando verla desde otro ángulos pero por la mueca que hizo la cosa no mejoró — Enséñanos el tuyo, señorita Picasso.

Tomé mi lienzo girándolo mostrándoles mi pintura. Justin se levantó rápido del suelo, señalando mi pintura con su dedo a la vez que negaba con el mismo, su boca abierta en una perfecta 'o'.

— Tenías que pintar a Hailey, no vale lo que hiciste, eres una tramposa — se volvió a sentar, sus brazos cruzados sobre su pecho. Giró su rostro a Hailey recién recuperada del ataque de risa y como un niño pequeño que corre a darle las quejas a su mamá de su hermano mayor me señaló — dibujó una flor y no a ti.

— Para mi, Hails es una flor — contesté altanera — que haya personas que no reconozcan mi arte contemporáneo es una falta de respeto — y antes que mi amiga me diera la orden de huir, yo había salido disparada al lado contrario donde el cantante estaba.

Comenzó a correr detrás de mi por todo el patio, mi risa era incontrolable y en algunas ocasiones por su culpa era casi atrapada por el canadiense, pero en esta vida y sobre todo en esta casa, Hailey llegó a ayudar a su esposo ya hora eran dos contra mi en una carrera que era más que obvio perdería. Me lancé de brazos abiertos al suelo cansada y con mi respiración agitada por correr. La pareja me imitó dejándome en el medio de los dos.

— Me quiero cortar el pelo — dije de la nada después de pasar varios minutos acostados solo recibiendo los rayos de luz del Sol mientras nuestras respiraciones se calmaban.

— ¿Ahora? — dejé salir un pequeño si ante la pregunta de la modelo a mi derecha — Pues vamos — se levantó entrando a la casa. La seguí encontrándola en la cocina revisando en los cajones hasta encontrar mi tijera — Lo mejor es hacerlo en el baño.

Corrimos escaleras arriba en compañía de Justin ahora con un pequeño Blue recién despertado y con todas las energías del mundo que disfrutaba de estar en los brazos de su papá y ver como su mamá seguía mis locuras como si fueran una orden militar.

Miré mi figura en el gran espejo del baño, Hailey me preguntó si estaba segura antes de dar el primer corte a mi cabellera larga que tantos años me costó mantener, asentí sintiendo la emoción al ver caer los mechones poco a poco hasta quedar los alrededores de mis pies repletos de mi pelo.  Los brazos de ella se envolvieron por encima de mis hombros, nos dedicamos una mirada a través del espejo. Justin haciendo de camarógrafo desde el primer momento.

— Bienvenida a una nueva época, Charlotte — dijo sobre mi oído.

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