Capítulo 35

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Su mente trabajaba a mil por hora. No podía entender cómo todo esto había llegado tan lejos. Había ido a la casa de Marinette y no la encontró, así que tuvo que rastrearla a través del celular. Cuando finalmente supo dónde estaba, corrió hacia ella, con el miedo apretándole el pecho, temiendo que algo anduviera mal. Aunque Marinette había estado mejorando y comiendo mejor, seguía viéndose demacrada, frágil.

Todo esto lo estaba volviendo loco. ¿Debería deshacerse de aquel que la tenía en esta situación? No, no podía hacer eso. Marinette lo odiaría si tomaba una decisión tan drástica. Adrien apretó con fuerza el volante del coche, tratando de contener su ira. Necesitaba que Lukas se apresurara con lo que estuviera haciendo. Esta situación se volvía insoportable, y lo único que quería era ver a Marinette recuperada. Su estado no mejoraba lo suficientemente rápido, y cada día que pasaba lo preocupaba más.

Adrien conducía hacia su apartamento, sabiendo que no podía dejar a Marinette sola esta noche. Tenía que asegurarse de que estuviera segura. También debía llamar a las chicas, ver quiénes podían venir a apoyarla. Tendría que hablar con Kagami sobre todo lo que estaba sucediendo. Y, por supuesto, tenía que descubrir quiénes eran esos sujetos que la habían estado siguiendo.

Su expresión se deformó por la ira. No solo averiguaría quiénes eran esos malditos, sino también quién los había contratado. Felix. Era la opción más lógica. Felix tenía los medios para pagar a un grupo de delincuentes baratos para que acosaran a Marinette. Y, sin duda, Lyla estaba involucrada también. No le bastaba con desatar el caos entre los fans filtrando información personal. Esa reportera maldita también había decidido atacar de frente. Pero si querían jugar sucio, él no se quedaría de brazos cruzados esta vez.

Hasta ahora, se había contenido por el hecho de que Felix era de su propia sangre. Había dejado que su padre y su abuelo se encargaran, logrando que lo expulsaran y desheredaran. Pero claramente no había sido suficiente. Esta vez, Adrien se ocuparía de todo personalmente. Haría que los tres pagaran por todo.

Sin embargo, lo que más lo inquietaba no era Felix ni Lyla, sino el hombre que había estado con Marinette. Ese sujeto no era alguien corriente. Su aspecto, su aura... todo en él irradiaba algo diferente, algo peligroso. Adrien nunca había experimentado algo así antes, y eso lo inquietaba más que cualquier otra cosa.

El trayecto en el coche se sentía interminable. Marinette miraba por la ventana en silencio, perdida en sus pensamientos. Adrien, que conducía, no dejaba de lanzarle miradas preocupadas, sabiendo que algo más estaba pasando. Su mente estaba a mil, tratando de entender cómo habían llegado a esta situación.

Adrien: —¿Qué ha pasado, Marinette? —preguntó finalmente—. ¿Quiénes eran esos tipos?

Marinette suspiró y apoyó la cabeza contra la ventana. Se notaba cansada, tanto física como emocionalmente.

Marinette: —No lo sé, Adrien... no sé por qué me seguían. Solo fui a la tienda, como siempre.

El tono abatido en su voz indicaba que estaba tan perdida como él en cuanto a respuestas, pero había algo más, algo que ella no había mencionado.

Adrien: —¿Y el hombre que estaba contigo? ¿Quién es?

Marinette se removió en su asiento, algo incómoda con la mención de Moizeto.

Marinette: —Se llama Moizeto. No lo conozco… apareció cuando estaba sentada en las escaleras. Me dijo que había visto a los tipos siguiéndome desde la tienda. Fue amable, pero… hay algo en él que no me cuadra. Me ayudó, pero no sé si puedo confiar en él.

Adrien frunció el ceño. El nombre no le sonaba, pero algo en la situación le resultaba extraño, demasiado conveniente.

Adrien: —¿Te dijo por qué te ayudaba?

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