Preparativos.

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Al día siguiente del emocionante campamento, el sol doraba la plaza del centro de la ciudad cuando Lyra se reunió con Touko, Ik, Shori y Licka. Habían prometido encontrarse para almorzar en un restaurante y, de paso, completar los papeles de inscripción para el torneo del Ming que se avecinaba.

Lyra, con su característica sonrisa cálida, agradeció a las chicas del equipo veintiséis por unirse al torneo.

—Estoy emocionada por ir al torneo, pero debo advertirles que mi destreza no es la mejor —confesó Licka con una nota de modestia en su voz.

—No te preocupes, Licka. Estamos aquí para apoyarnos mutuamente —añadió Touko con un tono de solidaridad.

—Exacto. Además, Criss nos aseguró que con saber los tres principios básicos, estamos listos para competir —comentó Ik, tomando un sorbo de su refresco antes de dejar el vaso sobre la mesa. Lyra colocó la carpeta con las cartillas de inscripción en el centro de la mesa, lista para que cada uno de sus amigos tomara la suya.

—¡Rayos, olvidé mi bolígrafo! —exclamó Lyra frustrada.

—Voy a ver si tienen alguno en la barra —anunció Shori, levantándose ágilmente de su asiento y dirigiéndose hacia la barra. Allí, una chica con un cabello esponjado y un delantal atendía con diligencia.

—Hola, ¿tienes algún bolígrafo disponible o los venden aquí? —preguntó Shori mientras se acomodaba en uno de los taburetes frente a la barra.

—Déjame verificar, pero creo que nos hemos quedado sin bolígrafos —respondió la chica de la barra, ocupada terminando de organizar los vasos antes de retirarse a buscar.

Mientras aguardaba, Shori notó cómo una mujer elegante, un par de años mayor que su amigo Criss, se sentaba en el asiento a su derecha. Observó distraído mientras ella sacaba una carpeta con documentos y comenzaba a escribir una carta con un bolígrafo. Cuando la mujer se levantó para dirigirse al baño, una idea fugaz y poco sensata cruzó la mente de Shori. Echó un rápido vistazo a sus amigos, asegurándose de que nadie estuviera mirando, y se inclinó para leer la carta, buscando indicios sobre su estado civil. Sin embargo, al leerla, se dio cuenta de que carecía de sentido alguno. Decidió entonces dejar unas monedas sobre la barra a cambio del bolígrafo que la mujer había dejado.

—Tengo el bolígrafo, pero necesitamos irnos de inmediato —murmuró Shori en voz baja, con un dejo de urgencia en sus palabras.

—¿Lo robaste o qué? —inquirió Touko, frunciendo el ceño con curiosidad.

—No hemos ni siquiera ordenado la comida aún —añadió Lyra, desconcertada por la situación.

—Lo explicaré después, pero confíen en mí —insistió Shori, urgente.

Aunque desconcertados, sus amigos accedieron y salieron rápidamente del establecimiento.

Mientras tanto, la elegante mujer salió apresurada del baño al percatarse de haber dejado sus documentos en la barra.

—Por favor, ¿podría ver las grabaciones de seguridad? —inquirió la mujer a la empleada de la barra, tras verificar que las cámaras estaban en funcionamiento.

—Claro, ¿ocurrió algo con ese joven? —preguntó la empleada, notando la preocupación de la mujer.

Ambas se dirigieron a la pequeña oficina detrás de la barra, donde la mujer comenzó a revisar detenidamente las grabaciones. En la pantalla, vieron claramente a Shori tomando el bolígrafo y dejando unas monedas en su lugar.

—Retroceda un poco más, por favor —solicitó la mujer. La empleada obedeció, y en la grabación se apreciaba claramente a Shori leyendo la carta de la mujer.

LYRA Temporada 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora