— ¿Esta es toda la basura que pudiste recolectar durante meses?
— Es trabajo honesto —respondí encogiéndome de hombros.
— No sabía que el trabajo honesto consistía en hacer que otros hicieran el trabajo por ti.
—¿Y qué tiene de deshonesto? Les pagué y no los exploté.
Tom volteó los ojos.
— Dime entonces, ¿de qué forma se relaciona todo esto? Corcho de mierda
— No tengo por qué darte explicaciones
— Entonces hice bien en no darte toda la información. — Respondí volteando para salir de su habitación.
— Creí que había sido claro.
— Trabaja con lo que te di y si me convence te daré el resto.
— ¿En qué momento dije que trabajaría para ti?
— Mil galeones a cambio de tu ayuda.
Tom parpadeó levemente fastidiado. — No soy tu empleado.
— Mil galeones a cambio de tu silencio. — Corregí.
— Dos mil.
Sonreí fingiendo asombro— Ambicioso, que rico. Si no fueras tan psicópata...
— ¿Disculpa?
Le extendí la mano. — ¿Tenemos un trato?
— Hecho —finalizó dándome la espalda ignorando por completo mi gesto.
Si soy completamente sincera... no hice una mierda y le dejé todo el trabajo a Tom.
¿El motivo? Tom me daba miedo.
Estaba rico, sí... pero aquello no quitaba el hecho de que le fallaba algo ahí arriba en su cabeza.
Ni siquiera el tetón estaba tan enfermo al momento de acorralarme en los callejones de Gótica, siquiera con él se sentía la tensión en el ambiente; pero con Tom... sólo era miedo.
Mi miedo.
Fingí que sí hacía algo, ¿cómo? sacaba todos los recortes de mi escondite cuando Tom se reunía conmigo y nada más se la pasaba insultándome el idiota. De todas formas no me importó demasiado ayudar, Tom era inteligente, yo no tanto.
mejor dejarle el estrés a alguien que sí sabe para que haga el trabajo por mi
Además le pagaba, mínimo que aprenda a chambear no? Yo nomás supervisaba
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Solamente servía de ayuda cuando algún texto se hallaba escrito en español y tampoco tenía sentido nada de lo que decía, al menos hasta que al fondo de una de las fotografías Tom halló un cofre aburrido y común.
