XIX. Culpa

63 10 0
                                    

La nueva casa se encontraba en medio de un campo vasto y silencioso, lejos del bullicio de la ciudad. Rodeada por árboles altos y viejos, la casa de dos pisos parecía haber estado allí por siglos, como un refugio que siempre había estado esperando su llegada. Heeseung había insistido en que se mudaran cuanto antes, y ahora, mientras ambos estaban de pie frente a la estructura, el aire de la tarde comenzaba a enfriarse y a envolverse en el silencio del campo.

Sunghoon, aun procesando la mudanza repentina, miraba la casa sin ninguna expresión en particular. Sentía una mezcla de resignación y vacío. No había discutido ni protestado cuando Heeseung había empacado sus cosas y lo había llevado a este lugar aislado. Sabía que no tenía sentido oponer resistencia. Ya no intentaba escapar. Todos sus intentos anteriores habían terminado del mismo modo: fracaso. Sentía en lo profundo de su ser la conexión irrompible con Heeseung, una conexión que le ataba de manera invisible, una que no podía deshacer por mucho que lo intentara.

La culpa había comenzado a consumir a Heeseung desde el momento en que el carro había comenzado su viaje hacia esta nueva casa. Durante meses, había mantenido en su mente la idea de que transformar a Sunghoon era una manera de salvarlo, de protegerlo del dolor de ser un ángel caído. Sin embargo, mientras miraba a Sunghoon en silencio durante el trayecto, no podía evitar recordar los primeros momentos en los que comenzó a interesarse por él. En el fondo, había una oscura verdad que no había querido admitir. Su deseo de convertir a Sunghoon no había sido altruista. No era porque quería ayudarlo. Al principio, todo había nacido de una necesidad más siniestra: la necesidad de corromper lo que alguna vez fue puro.

Era algo con lo que Heeseung había luchado desde que él mismo se había convertido en un demonio, un deseo oscuro que había aprendido a ignorar a lo largo de los años. Pero cuando conoció a Sunghoon, su inocencia y pureza, su confusión y dolor, le habían despertado esa parte oscura de su ser. Y así, en un arranque de egoísmo, había hecho el ritual que ataba a Sunghoon a él. Lo había convertido en su familiar sin siquiera darle la opción de decidir, atrapándolo en una vida que Sunghoon jamás habría elegido.

Mientras pensaba en eso, Heeseung apretaba los puños con fuerza. Había cometido un error terrible, y ahora, por más que tratara de justificarlo, sabía que era demasiado tarde. El deseo oscuro que lo había motivado al principio se había transformado en algo más con el tiempo. Comenzaba a sentir algo más profundo por Sunghoon, algo más cercano al amor. Era un sentimiento que no había previsto y que no entendía completamente, pero estaba allí, latiendo en su interior.

—Este será nuestro nuevo hogar —dijo Heeseung con una voz vacía, mientras abría la puerta de la casa y la dejaba abierta para que Sunghoon pasara.

Sunghoon entró lentamente, echando un vistazo a los muebles antiguos y la decoración sencilla. Aunque la casa era espaciosa y luminosa, no podía evitar sentir que era otra prisión. Ya no importaba lo grande o pequeña que fuera; el lugar donde viviera siempre se sentiría como una jaula.

—No podremos volver a la ciudad —murmuró Heeseung, siguiéndolo de cerca—. Aquí estamos lejos de todo, y es mejor así. Nadie podrá interferir. Esto es por tu bien, Sunghoon.

Sunghoon no respondió. Se limitó a caminar por la casa, mirando los detalles. Había algo en la forma en que Heeseung hablaba, una mezcla de disculpa y justificación, que lo hacía sentir aún más atrapado. Sabía que Heeseung intentaba hacerlo ver como una decisión tomada por su bienestar, pero Sunghoon no podía evitar preguntarse si era solo una manera de aliviar su propia culpa.

Pasaron los primeros días en la casa de campo con una especie de rutina incómoda. Heeseung dedicaba la mayor parte del tiempo a hacer mejoras en la casa, intentando distraerse de la realidad que lo atormentaba. Lo que más lo ocupaba era el jardín. Se había propuesto renovarlo por completo, sabiendo lo mucho que significaba para él ofrecer a Sunghoon algo de belleza en medio de su encierro.

Ángel caído HeeHoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora