Capítulo 16: Sin prisas

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STELLA

— Ya lo temíamos — dijo Belmda, con voz calmada pero tensa.

— Debería haberos roto esos cacharros en cuanto os dejé cruzar — intervino Reid, que estaba al lado de mi hermana.

— No es momento para bromas, Reid —respondió Yara, con la mandíbula apretada, en ese tono que siempre usaba cuando estaba al borde de perder la paciencia. Pero aunque intentaba mantenerse firme, vi la ligera tensión en sus hombros, esa señal que sólo yo notaba. Estaba nerviosa.

—Entonces, ¿qué hacemos? —interrumpí, con una voz más temblorosa de lo que esperaba. No me gustaba sentirme pequeña en esta sala llena de seres poderosos y sabios. No me gustaba estar perdida. Pero tenía que saber, teníamos que saber qué haríamos a continuación.

Belmda miró a los demás miembros del Consejo antes de volver su atención hacia nosotros

—La decisión está tomada —dijo, dirigiéndose solo a mi hermana—. Debéis marcharos. Aunque no logren entrar en Elfadorn, la atención que podríais atraer hacia el claro sería peligrosa. No podemos arriesgarnos.

Un escalofrío recorrió mi espalda. Nos marchábamos. No me había dado cuenta de cuánto había comenzado a sentirme a salvo en Elfadorn hasta que nos pidieron que nos fuéramos. La idea de volver al exterior, a ese mundo peligroso y lleno de gente que quería atraparme... Me encogí involuntariamente.

—¿Marcharnos? —interrumpí antes de darme cuenta de que había hablado en voz alta—. Apenas he practicado con Kinara...

Kinara, quien estaba junto a mí, giró su cabeza ligeramente hacia mí.

— Yo voy también.

— ¿Eh?

No me reconfortó en absoluto su anuncio, pero, ¿qué podía decirle a alguien como ella? Era como hablarle a una piedra

Belmda asintió con gravedad.

— Ayer Kinara insistió en unirse a vuestra misión. Así que el entrenamiento puede continuar en movimiento.

La decisión parecía tan repentina como incómoda. No podía evitar preguntarme si Kinara estaba realmente interesada en ayudarnos o si había algún otro motivo oculto detrás de su participación. La idea de salir de Elfadorn sin haber entrenado adecuadamente me inquietaba. Aún sentía las piernas temblorosas después de la sesión de entrenamiento con Kinara, y no estaba segura de cómo podríamos enfrentar los desafíos que se avecinaban sin una preparación adecuada.

—¿Y cómo esperas que aprendamos algo si vamos huyendo? —pregunté, intentando que mi voz no temblara, aunque el nudo en mi garganta me traicionaba.

Belmda alzó una ceja, pero fue Reid quien respondió.

—Porque lo aprenderás sobre la marcha, pequeñaja —dijo, cruzándose de brazos—. O te adaptas, o buenas noches. Así de sencillo.

Me mordí la lengua y respiré hondo, recordando lo que Kinara me había dicho cuando me estaba enseñando antes: "Respira. Controla. O te controlarán a ti."

¿Si le diera un puñetazo, se seguiría riendo?

Entonces, Belmda inclinó la cabeza hacia adelante, sus ojos perforando los míos con gravedad.

— Aunque tu poder es crucial, esta misión va más allá de cualquier entrenamiento. Los enemigos que te buscan no entienden completamente lo que está en riesgo, pero pronto lo sabrán. Y cuando lo hagan, no se detendrán hasta arreglarlo. Tienen los recursos y la ambición, pero no tienen el poder ni el conocimiento del Grimorio. Debéis manteneros fuera de su alcance.

BILOGÍA HADO: Raíces de Acero 🏙️ (1) | I.C. HernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora