Capítulo 6: La Puerta

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STELLA

Me apoyé contra la pared de la entrada del instituto, tamborileando con los dedos sobre mi mochila. El sol brillaba con más fuerza de lo normal, haciendo que entrecerrase los ojos mientras escaneaba la multitud de estudiantes en busca de Isolde.

– ¡Stella! – escuché una voz familiar gritar mi nombre. Me giré para ver a Isolde corriendo hacia mí.

La miré, rodando los ojos pero sonriendo. Ella se detuvo frente a mí, jadeando ligeramente.

– Lo siento, lo siento. Me quedé dormida.

– Eso es muy raro de tu parte – pregunté, arqueando una ceja. – Usualmente, soy yo la que llega tarde...

– Oye, estuve hasta tarde viendo las noticias, ¿vale? – se defendió. – ¿Has oído lo de las manifestaciones?

– Sí, lo he visto mientras desayunaba, pero no le he prestado mucha atención.

– Parece que está pasando en todas partes. Es como si todo el continente se estuviera volviendo loco de repente – dijo Isolde, bajando la voz. – Mi hermano mayor dice que tiene que ver con algo que está ocultando el gobierno.

– ¿Tu hermano el conspiranoico? – pregunté, riendo.

– ¡Oye! A veces acierta, ¿sabes?

Antes de que pudiera responder, escuché otra voz familiar.

– ¡Eh, chicas! – gritó un compañero de clase, acercándose con una habitual sonrisa despreocupada. – ¿Listas para la excursión más aburrida de nuestras vidas?

– Anda ya, Ben – dije, dándole un golpe amistoso en el hombro. – La Omniteca es genial.

– Suenas igual que mi madre – se quejó.

– Bueno, tu madre mola – intervino Isolde, sacándole la lengua.

– Tan graciosa como siempre – respondió, rodando los ojos. – Como sea, ¿visteis como estaban las calles ayer? En la red se dice que...

– ¡Atención, estudiantes! – la voz de nuestra profesora interrumpió nuestra conversación. – ¡Es hora de subir al autobús! Por favor, formad una fila ordenada.

– Bueno, allá vamos – murmuré, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.

Nos unimos a la fila de estudiantes que se formaba frente al autobús. Pude ver a dos chicas un poco más adelante, susurrando y riendo sobre algo. Otra estaba detrás de nosotros, con la nariz metida en el teléfono.

– Venga, Stella, muévete – la voz de Isolde me sacó de mis pensamientos – Es nuestro turno.

Asentí y subí al autobús, eligiendo un asiento junto a la ventana. Isolde se sentó a mi lado, todavía hablando sobre las teorías de su hermano.

–... y dice que todo tiene que ver con cosas paranormales – continuó mientras el autobús arrancaba.

– ¿Cosas paranormales? – repetí, irónicamente.

– Lo sé, ¿verdad? Mi hermano cree en todas esas cosas.

– Tu hermano ve demasiadas películas – dije, tratando de sonar despreocupada.

El autobús avanzaba por las calles y no pude evitar notar la cantidad de policías y controles de seguridad que había. Era mucho más de lo habitual.

– Oye, Iso – dije, señalando por la ventana. – ¿No te parece que hay demasiada seguridad hoy?

BILOGÍA HADO: Raíces de Acero 🏙️ (1) | I.C. HernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora