7| Retomando el plan

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Morgan

La cabeza me pesaba. Lo último que recuerdo era estar en la casa de Evelyn y esperar al intruso en la puerta

Miro a mi alrededor y observo la habitación donde esperé saber de Matteo.

Me senté en la cama en la que me encontraba, a mí alrededor lo único que había era el mismo armario viejo.

—Evelyn.—al decir ese nombre me incorporo de golpe.

Ni ella ni Sky estaban a mi lado. Cruce la habitación en busca de ellas pero al intentar abrir la puerta me quedé donde mismo.

Cerrada. Estaba encerrada en el mismísimo hogar de Lucifer y ni estaba ni perrita ni mi amiga.

—¡Genovense, se que me oyes, como no me digas que mi amiga esta viva te juro que iré corriendo a la casa de Alessandro y le dire tu plan!

La desesperación se opoderó de mí. Miré mi vestimenta y llevaba un pijama básico negro.

Toque a puños la puerta y nadie se digna a hacer señales de vida.

Estaba jodida, y era mucho peor que la otra vez.

Matteo

Los golpes de la puerta de Morgan eran desesperantes y fuertes. La dnaa que tengo delante sigue dormida y el perro también.

Después de haberme leído todo el historial de Morgan, jamás llegué a imaginar que tendría un perro.

—Leonardo.—digo alto y haciendo un gesto con la mano.—Traiga a la señorita Morgan.

Se acabó ser buena persona y esos rollos de mierdas. Nací para ser un líder y tener autoridad, no para seguir los juegos de una cría.

Leonardo se marcha y a los cinco minutos vuelve con Morgan. Cuando la encontré llevaba una simple camisa y unos vaqueros, algo inusual en la gente que camina de noche, ya que hace mucho frío

Hijo de puta o no, no iba a dejar que se muriera de frío. De nada me serviría muerta.

—Tu, maldito.—dice nada más verme.

La sonrisa que no había florecido en mi rostro, lo hace tras su comentario. Con un movimiento de cabeza ordenó que se siento y muy a su pesar lo hace.

—¿Sabes, Morgan? Te creía más lista.—empiezo sin quitar mi sonrisa perversa.—Escaparte fue una muy mala decisión.

—Me has manipulado.—me hecha en cara.

No la corrijo, la realidad es esa, la manipule y cuando ya obtuve lo que quise volví a mi estado natural. Ser un cabronazo y ya.

—¿Que te puedo decir? Saber jugar mis cartas no es un delito, querida.—la sonrisa se ensancha al ver el rostro enfadado de Morgan.

Me acomdoo en la silla y flexionó los brazos sobre el escritorio. Tengo claro mi objetivo y la verdad jamás lo vi tan fácil.

—¿Está...?—dice mirando a su amiga.

Por desgracia, no.

—No, pero podría.—me ahorro mi pensamiento respondiendo fríamente.

No se quién es peor, si Morgan o su amiga la niñera. Nada más llegar aquí ordene dejar a Morgan encerrada y traerme al Chucho y a la amiga.

Todo lo fue una mala idea, gracias al blanco derecho de la morena, ahora tengo un dolor en las costillas.

—¿Que quieres? ¿Que quieres para dejar que se vaya?—me dice Morgan, con un hilo de voz.

El muro de fuerza se debilita, pero no el mío sino el suyo. Morgan es lista, astuta e incluso, muy valiente al escaparse, pero no siempre se puede ganar.

—Gambino. Quiero la cabeza de Gambino y para eso tú serás muy útil.

—¿Cuál es tu plan?—me dice sin rodeos.

Lista. Si o si iba a colaborarbo sino la cabeza de su amiga estaría rodando ya.

—Habrá una fiesta este viernes en su mansión.—ruedo los ojos, patético.—Iremos, te presentaré, como ya te dije, como Morgan Genovense y tú amiga Evelyn me será de ayuda también.

Al oír ese nombre, las alarmas de Morgan se disparan, lo koto en su expresión. Sabía que de ayuda sería la amiguita, otra razón tenía que tener para mantenerla viva.

No todos los días perdono la vida de alguien. Es afortunada.

—¿Para que?—dice a la defensiva.

—Se perfectamente que la entrenaste, es decir, que le diste clase de tecnología avanzada. En otras palabras.—me aclaro la garganta.—Sabe hackear y me hará falta en el futuro pero la necesito en la fiesta.

—¿Y si ella no quiere colaborar?—¿He dicho que odio las preguntas? ¿No? Pues la odio y este interrogatorio también.

—Lo hará.

Le hago una nueva señal a Leonardo de que se lleve a Morgan de nuevo a la habitación y también a Evelyn.

Las sienes me palpitan. ¿Quien diría que vengarse llevaría tanto trabajo?

El perro de Morgan me mira desde el suelo sentada, de no haber sido por su comportamiento educado, hubiera jurado que el un chucho normal.

Se la daré a Mary, era sabrá cuidar al perro.

—Señor, el señor Gambino desea hablar de sus tratos. Está en llamada.—me avisa Leonardo.

Olvidé el tema ese. Como siempre dicen ten cerca a tus amigos pero más aún a los enemigos, yo hago eso.

—Pásame la llamada y largo.

De La Mano Del Diablo Italiano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora