15| La típica casa americana

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Maratón 1/3

Matteo

El viaje al  pueblo de Morgan duró más de lo esperado. Deseaba con todas mis fuerzas poder coger el teléfono pero me había prometido un descanso.

Greta me aseguraba un poco de paz y la utilizaría. Morgan se movía inquieta en el taxi que cogimos para ir a su casa.

—No irá tan mal como piensas.—le comenté para intentar relajar sus nervios.

Pero pareció tener el efecto contrario, se estreso más.

—No conoces a mi padre, es el demasiado...—no la dejé terminar.

—Jacob Miller, cuarenta y cinco años, lleva trabajando desde los dieciséis años en el mundo de los tatuajes y se caso a los veintitrés con tu madre, Isabella Johnson.

»—A sus veinte años tuvo a su primera hija, osea tú,cinco años después tuvo a Nathan y tras otros cinco años tuvo a su tercer hijo, Enzo.

Morgan, aún con la boca abierta solo de dedicó a cerrarla y mirarme incrédula.

—¿Cuánto tiempo me has investigado?

La pregunta más estúpida que jamás he recibido. Decidí ignorarla y me centré en el paisaje que cada vez se acerca más al suelo. Faltaban unos minutos para tocar el suelo y ya estoy deseando volver.

Reviso mi teléfono por cuarta vez en los diez minutos, ningún mensaje de Greta.

Hace una hora me estaba diciendo a mí mismo que este viaje sería un descanso de todo pero me puede más las ganas de trabajar.

Leonardo, quien ha venido con nosotros, nos avisa que ya estamos por aterrizar.

Morgan

Ver a mis padres no me aterraba de la misma forma en la que te asusta una película o una casa de terror de las buenas pero si me acojonaba de muchas maneras.

Mi acompañante, Matteo, para ser exactos miraba cada 10 minutos su teléfono. Tenía una rabia contenida por esa tal Greta, no la conocía y cada vez la odiaba más.

Volver a mi pueblo, pásalo como la última vez que jure no volver me lleva a malos recuerdos.

Me fui de aquí con un propósito bastante claro: "ser la mejor en mi trabajo y olvidarme de los años que pasé aquí"

Varias veces me he visto tentanda a volver, solo para ver a mi familia pero he desistido.

—No vivo lejos.—le comento a Matteo.—Podemos coger un taxi y ya.

La idea de ir directamente con Leonardo me aterra, se supone que Matteo es un simple estudiante de arte.

Ha sido lo primero que salió de mi boca cuando mi padre me preguntó en qué trabajaba él.

Muy incierto pero muy acertado a la hora de gustarle a mi padre.

—Bien.—tras hacerle una señal a Leonardo, este mismo se marcha dejándonos solos.

—Vamos.—le ordenó y empiezo a caminar.

Todo empezó con mi idea de ternele tras las rejas pero ahora que caminaba tranquilamente a mi lado, me pregunto, ¿lo he juzgado antes de lo previsto?

Antes de poder responderme mentalmente la cara de mi hermano, literalmente aparece delante de mi. Enzo.

—¡Chewbacca!—maldito apodo y maldito Ethan que me lo puso.

Aún así, con aquel apodo horrible, corrí a abrazar a Enzo, quien era mi hermano más pequeño.

Matteo se quedó alejado por si acaso cosas que me extrañó porque siempre quieren estar en todo.

—Y veo que no vienes sola.—cometa Enzo tras dejar de abrazarme.—Un placer, Enzo Miller Johnson, aunque eso ya lo sabrás.

Matteo le coge la mano que él le tiende y me alegra ver un atismo de curiosidad. Enzo es el más educado de los tres, y se nota bastante.

—Bueno. ¿Vamos a casa? No...me gusta estar aquí.

Los recuerdos y todo amenazan por salir, pero como hace años los guardo solamente para mí.

—Claro, papá ya nos está esperando.

Matteo.

En una media hora he deducido dos cosas: Enzo es muy amable y Morgan me oculta algo.

Lo de Morgan me interesa más pero siento un pequeño nudo en la garganta al acercarnos a la típica casa americana.

Hay quizás se crío Morgan y sus hermanos, rodeados de amor y cariño. Que envidia les tengo.

Cada paso era un segundo menos para conocer a Jacob Miller, el dueño de las pesadillas de Morgan.

—Nathan está en el instituto arreglando una cosa de la pista de hielo y mamá está en la oficina por un papel. Así que solo está papá en el estudio.—dice Enzo.

¿Estudio? Sabía que el padre de Morgan era tatuador y eso pero, ¿porque un estudio?

—Bien. Pues vamos a ver a papá.—la voz de Morgan parecía insegura y nerviosa.

¿Era el primer chico que presentaba? No lo creo, con lo bien que se v...

Digo, con lo amable que es.

Fue súper amable cuando te pegó el día que os conocisteis.

Suerte. La necesitaréis.—nos dice Enzo antes de marcharse al patio de la casa.

Morgan habré la puerta y me deja pasar. La casa estaba totalmente decorada por fotos y varios dibujos. Sobre todo hechos por niños..

Extraño pero acogedor, con paredes blancas con algunos detalles negros.

—Mi padre y mi madre querían que todo lo que hicieramos de pequeños quedará en las paredes, era como dejar nuestra huella.—me explica Morgan.

—Es original y bonito.—digo, simplemente.—Cuando yo era pequeño tenía prohibido dibujar, mi abuelo decía que era una estupidez.

Al terminar de hablar me he dado cuenta que he hablado de mi abuelo. Del hombre que me crío sin pasarme o pararmea pensar si realmente fue un buen abuelo. Pero Morgan parece no notar lo tenso que estoy.

—¿Fue difícil?—me pregunta.

—¿El que?

—Criarte con él.

Me lo pienso, ya que no es fácil responder.

—No sería quien soy si no fuera por como me crío. Le debo todo.—decido responder.

Mientras hemos hablado, hemos avanzado por la casa, pasando por la cocina, el salón y un pequeño comedor.

—¿Quien es Greta?—la pregunta repentina de Morgan me hace mirarla.

Sus ojos perfectamente negros me recuerdan a la oscuridad masiva que convive conmigo y su tono carbón me encanta.

Quizás, me quedé más tiempo mirándola tan fijamente de lo que pensaba.

—Es mi mejor amiga. Es...lista y me ayuda cada que puede. Me ayuda con lo de Luca. ¿Celosa?—pregunto lo último con un poco de humor.

—Ya quisieras.—rueda los ojos.

Ante de poder contestar, mi teléfono suena fuerte y claro. ¿Acaba de romper el momento un teléfono, enserio?

De mala gana me sacó el móvil del bolsillo y al ver en mensaje que tanto ando esperando, se me hiela la sangre.

—¿Qué pasa, Matteo?—ne pregunta Morgan, pisando su mano encima de la mía para girar el teléfono.

Greta: He encontrado a tu hermano y no querrás saber lo que también he averiguado. Ven a Italia, musone.

¿Q-que hacemos Matteo?

Ni siquiera pude contestar. Habían encontrado a Luca y eso no era fácil de asumir.

De La Mano Del Diablo Italiano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora