Matteo
Mantener la calma nunca fue muy fuerte. Ahora Morgan no estaba en mi poder y estaba cabreado por el idiota personal que he contratado.
—¿¡Cuantas veces te tengo que decir, Leonardo, que busques a la niñita!?—grité desesperado.
Llevaba desparecida casi siete horas y ninguno de mis hombres la había podido encontrarla. La sangre me hervía porque Morgan era mi billete dorado, y ahora no estaba.
Me había comportado amable para que se dejara manipular y lo había logrado, ahora que volvía a ser yo todo era una mierda.
Al ver la cara de desagrado de Leonardo al teléfono, deducí que no la habían encontrado y que tendría que hacerlo yo solo.
Desee mi venganza y Morgan es era precio a realizarla, debía encontrarla.
Me levanté de la silla y me ajuste la chaqueta. Como decía mi abuelo: "si quieres que las cosas se hagan bien, debes ser tú quien las haga."
Este jueguecito de Morgan se acabaría cuando cruzará esa puerta, y espero que esté preparada para ello.
Morgan
Me había bajado del coche de ese hombre hacía ya casi tres horas. Había tenido tiempo de ir a mi apartamento y coger a mi perrita.
Sky. Por suerte, Andrea se había ocupado de ella y estaba mejor que nunca, aunque un poco triste porque no estaba yo pero bien.
Las calles de Roma nunca me parecieron vacías ni oscuras, pero está noche era horrible el peligro que podía ver.
—Bien, Sky, son las...—mire el reloj de mi muñeca.—Las doce y treinta y seis de la noche. La mejor hora para matar a alguien.
Estar sola en la calle me suponía un peligro pero volver a mi apartamento me lo suponía aún más.
Sólo había una persona que me podía ayudar y por suerte vivía cerca.
Camine durante media hora hasta que estuve delante del típico edificio marrón. Leí los pisos para llamar al indicado.
—¿Quien es?—pregunto una voz femenina.
—Soy Morgan.
Dicho eso, el timbre sonó y pude abrir la puerta y subir hasta el cuarto piso. Allí también me recibió la puerta 8D.
—Bien, ahora es cuando me cuentas porque estás aquí con Sky.—me dijo Evelyn tras dejarme entrar.
Estábamos en el sofá de su salón, era de un feo verde. Odiaba el verde. Evelyn se había mudado aquí tras aprobar su examen de la universidad y poder trabajar aquí.
No todos los días te graduabas para ser profesora de infantil.
Durante un tiempo vivi con ella hasta que pude encontrar piso y pude irme, seguíamos en contacto pero el trabajo y el poco tiempo que tenía libre me había jodido un poco.
Éramos amigas en el instituto y desde ahí jamás nos separamos. Éramos muy buenas amigas.
—Morgan.—me dijo Evelyn tras desviarme en los pensamientos.
—Eh...No te lo vas a creer.—dije par sonar como despreocupada.—Me he dejado engañar por un mafioso y ahora estamos en negocios cuestionables.
La sonrisa que tenía se fue desvaneciendo con cada palabra que decía. Evelyn me miraba con una ceja encarnada.
Le conté sobre mi plan inicial y todo aquello relacionado con eso. Evelyn conocía muy bien a Niccolò, pero ella jamás fue tan íntima como yo con él.
—A ver, sinceramente se que te va el rollo del peligro pero eso es diferente a esto. Es un mafioso que podría acabar con todo lo que quieres.
—Lo sé, Eve, pero me cegó la venganza. Ahora he huido y no sé qué hacer.—por una vez en mi vida, no sabía que hacer.
En el instituto me metía en muchos líos y Evelyn era mi voz de conciencia, si no hubiera sido por ella, hubiera hecho cosas peores.
—Haremos algo, te lo prometo.—dijo.
—Gracias, Eve. Siento haberte metido en este lío.
—No lo sientas, hacía tiempo que no me metía en líos, el último fue un crío que piso a otro porque yo no estaba atenta, así que imagínate.
El silencio se opoderó del aire, no era incómodo sino pensativo. El sonido de Sky masticando se fue desvaneciendo hasta oír unas tablas de madera crujir.
Miré a Evelyn, esta se movió rápido y apagó las luces mientras cogía a Sky. En cambio yo me cole en la cocina y cogí una sartén. Sabíamos que cualquier ruido o acción fuera de lugar era un peligro.
Me escondí en la curva de la puerta principal para estar preocupada. El miedo se fue apoderando de mi.
Aparte de mi familia, Evelyn era una persona que quería demasiado, no podía cargar con una muerte más.
El mago de la sartén fue sintiéndose resbaladizo. Me sudaba mucho la mano y los nervios me tenían con la piel de gallina.
Oí como la cerradura se forzaba y me preparé para atacar. La puerta de abrió y...
ESTÁS LEYENDO
De La Mano Del Diablo Italiano
RomanceMorgan lo tenía todo y podía tener lo que quisiera, pero el destino era cruel y lo fue con ella. Matteo también lo tenía todo, hasta que en su camino se cruzó una joven pelinegra. El destino los puso juntos por alguna razón, pero... ¿La descubrirán...