4| Pacto con el diablo

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Morgan

Bien. Estaba en la mayor fortaleza de toda Italia con unos gorilas en la puerta. Este secuestro no iba muy bien, así que sigamos.

—Me cago...—no terminé la frase cuando la puerta se abrió, así sin tocarla ni nada.

De ella salió un hombre grande y de pelo negro, literalmente un gorila.

—Acá está su cena.—dijo tirando el plato sobre el escritorio.

La mitad de la sopa de fue al suelo o mojó todo el escritorio, de verdad, ¿eran así por naturaleza?

De verdad, creo que los únicos hombres que soportaré serán mis hermanos y mi padre.

El bruto del gorila se va dando un portazo que resuena en las cuatro paredes.

Encerrada, de nuevo, genial.

Me acerqué al escritorio, para ver lo que sobrevivió de la sopa y al ver que al menos un poco, decidí coger la cuchara y comermela.

Eso es mejor que nada.

Después de acabar la sopa, me recosté en la cama mirando el techo. Debí estar allí encerrada durante una hora hasta que la puerta se abrió de nuevo.

Otro hombre diferente entró.

—El señor Genovense la solicita, señorita.

¿Era un robot? Me hablaba con educación y aunque no tocó la puerta, si me habló con bastante educación.

No sé si fue por la sorpresa o lo aturdida que estaba, que obedecí. Me levanté y camine a su lado por el largo pasillo de la mansión, hasta llegar hasta una puerta negra.

El sujeto amable me la abrió y dentro encontré el demonio en persona. Matteo Genovense.

—Me alegro de que hayas venido sin problema.—habla calmado.

Hace casi dos horas me apuntaba con un arma en mano para procurar que no le fuera a tirar otra silla y ahora, estaba detrás de ese escritorio con un vaso de whisky en la mano.

—Siéntate.—me ordena.

Le hice caso de lo que me decía y me senté delante de él. Aún no había tomado una decisión sobre Gambino pero era difícil.

—Espero que ya tomarás una decisión.—me dice tranquilamente.

Así da miedo, es como si estuviese esperando para atacarme en cualquier momento.

—Si.—dije firme y segura, solamente fue mi voz la que sonó segura, porque por dentro estaba aterrada de que esto fuera demasiado lejos.

No quería morir a manos de la mafia como lo hizo Niccolò, quería tener tiempo y poder despedirme de mi familia.

Quería tiempo y ya, pero si me metía en esto, ¿quién me juraría que lo tendría?

—Bien, te explico el plan. Es simple.—comienza.—Gambino es idiota, pero el cabron es listo pero yo lo soy más.

»—Para esto, tendré que borrar tu historial laboral, y borrar todo. Cuando esto acabe todo lo que borraré se volverá a subir a la web.

»—Y lo último del plan es que ya no serás Morgan Miller Johnson...

—¿Qué?—digo sorprendida.—¿Como que no seré Miller ni Johnson?

Matteo se acomoda en la silla y deja el vaso de whisky en la mesa. Esto no me gusta.

—Eres una gran criminóloga, famosa por meter a muchos criminales en la cárcel y por ello sabrán quién eres, pero si te pones mi apellido temporalmente no lo sabrán.

—¿Por qué crees que no lo sabrán?—digo asombrada por el plan.

—En tú informe para destruirme no habia ningún familiar directo o lejano, no sabes nada sobre ellos porque yo no te he dejado. Nadie sabrá realmente la verdad, solo tú y yo.

Lo medito un momento. ¿Y si me miente y no vuelve a subir mi historial y todo lo trabajo fue en vano?

Las dudas cruzaron mi cabeza y por un momento dudé, no quería destruir mi vida por venganza pero luego se me vino a la mente Niccolò.

Esto era por él y por nadie más. Pensar egoístamente era lo peor pero decidí ser firme y cumplir con mi promesa. Jamás rompó una.

—Bien. Acepto.—dije tranquila mientras la mirada azul de Matteo me inspeccionaba atento a cualquier grieta que se formará en mi rostro.

—Firmaremos un contrato. No quiero que luego me vendas al mejor factor, ahora largo.

Me levanté y me dirigí a la puerta sin mirar atrás pero, sin embargo, un brazo me agarró el codo como en aquella biblioteca.

El miedo se apoderó de mí al ver el ceño fruncido de Matteo. Estaba cerca pero mi corazón temía por todo.

Estaba jugando con el diablo y me iba a quemar.

—Morgan, como me traiciones, escucha atentamente, como lo hagas no habrá mundo en el que puedas esconderte.

Un escalofrío me recorrió la espalda pero lo ignore y me fui a lo que sería mi habitación hasta nuevo aviso.

Firmé un pacto con el diablo y no me arrepentía.

De La Mano Del Diablo Italiano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora