Capítulo 7

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Shoko caminaba junto a Yuki por los pasillos de la escuela cuando vieron salir a Suguru del despacho del profesor. La pelinegra no pudo evitar funcir el ceño. Aún sentía cierta desconfianza sobre el camino que podría tomar su amigo. Aunque él le había dicho días atrás que ya no pensaba irse de la escuela, su decisión parecía tan frágil que, ante cualquier circunstancia, Suguru podría volver a cambiar de opinión. 

Sin pensarlo mucho más, Yuki se despidió de Shoko, decidida a no dejar solo a Suguru, y entró al despacho del profesor. El hombre revisaba unos documentos, probablemente relacionados con la misión de Suguru.

—Profesor —dijo ella, casi sin esperar una invitación—. Acabo de ver a Suguru salir. ¿Le ha asignado alguna misión?

— Momo, ¿se puede saber por qué tanto interés?- El profesor Yaga levantó la mirada, con una expresión inquisitiva.

—Bueno, si es así, me gustaría solicitar acompañarlo. - soltó sin rodeos.

El profesor negó con la cabeza, impasible.

—Sabes que eso no está permitido.

—Profesor, por favor...- Su voz se volvió mas suave, casi suplicante-. Llevo meses sin poder salir a una misión. A Satoru le asignan misiones cada vez más peligrosas, y no quiere compartirlas conmigo. Solo le pido que me permita acompañar a Suguru en esta misión, y no lo molestaré más en un buen tiempo.

—Momo, esta misión ni siquiera requiere a dos hechiceros. Es una misión de grado 2. Como Suguru es el único disponible, decidí mandarlo a él.

—Precisamente por eso, profesor. No hay ningún riesgo. Por favor, se me va a olvidar cómo pelear a este paso.

El profesor hizo una pausa, observando el rostro decidido de Yuki, y finalmente cedió con un suspiro resignado.

—Está bien, ve. Pero Suguru saldrá en cinco minutos. Si lo alcanzas, no tengo problema en que vayas.

No había terminado de hablar cuando Yuki ya estaba fuera del despacho, corriendo por los pasillos mientras lanzaba un agradecido "¡gracias!" a la distancia. Solo tenía cinco minutos para llegar al lugar de partida, pero estaba a unos diez minutos de distancia. Su corazón latía con fuerza, pero no se rendiría.

Llegó justo cuando el auto estaba a punto de arrancar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Suguru, su voz tranquila pero teñida de sorpresa.

—Tendrás la suerte de contar con mi bella presencia en tu misión. El profesor Yaga me dio permiso, así que no puedes quejarte—dijo, con una sonrisa traviesa en los labios.

Suguru solo suspiró. No entendía cómo había logrado convencer al profesor, ya que era una misión que él podría cumplir perfectamente solo. Sin embargo, la alegría de la chica comenzaba a contagiarlo. Estaba claramente emocionada por salir a una misión; él mismo había notado en más de una ocasión su frustración por no poder participar.

Durante el trayecto, Yuki le hablaba de cómo iba el acercamiento con Megumi. Ella y Satoru lo habían ido a buscar un mes después de la muerte de Toji. La verdad, les sorprendió lo mucho que el niño se parecía a su padre. Sin embargo, Megumi no parecía interesado en lo que había sucedido. Satoru le prometió que, si alguna vez quería saber sobre su padre, él se lo contaría. "Por supuesto, cuéntale cómo su padre nos dio una paliza antes de que lo asesinaras. Eso emocionará a cualquier niño", pensó Yuki al recordar las palabras de su amigo albino.

En una de las noches que Satoru le hacía compañía, surgió el tema del pequeño Megumi. Yuki, por supuesto, quería ayudarlo. Cualquier destino sería mejor que caer en manos del clan Zenin, conocido por su falta de simpatía. Cuando encontraron tiempo entre las misiones de Satoru, fueron en busca del niño. Para su sorpresa, vivía en un pequeño y destartalado apartamento con su hermana, un detalle que Toji nunca mencionó. Ambos niños se las arreglaban por su cuenta, algo difícil a su edad. 

JUNTOS; Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora