La reina Rhaenyra tomó acción y, junto a varios soldados, habló con Aegon II, el padre de Jaehaerys, lo cual lo dejó sorprendido y molesto. No tuvo más opción que ceder y aguantar su ira.
Cuando regresé al castillo, asustada y buscando a Jaehaerys disimuladamente, lo encontré. Hablé con él y le pregunté qué había sucedido. Él me explicó, alegrándose por lo que había logrado. Me dijo que mi familia estaría a salvo, pero que se mantendría pendiente de mí. Entonces me abrazó, y yo lo abracé también, sintiéndome más aliviada.
Todo ocurrió muy rápido. Aunque yo me resistía por vergüenza, él me presentó a su madre y a su hermana. Su madre me aceptó con ternura y su hermana me abrazó, felicitándome, diciendo que era un buen chico.
Después de eso, hablé con mis hermanos y les expliqué la situación, por lo que ya podían bajar la guardia para el torneo y estar más tranquilos. Sin embargo, el que seguía inquieto era mi hermano mayor, Arne, porque yo había logrado lo que él deseaba, y comenzaba a desesperarse.
Le dije que diera tiempo al tiempo, y que si realmente ella lo amaba, lo reconocería.
Al regresar al castillo, me despidieron del empleo, ya que ahora sería la prometida de uno de los príncipes. Mis hermanos también tuvieron que dejarlo, para servir a la casa de otras formas más honradas según sus habilidades.
La hermana de Jaehaerys me obligó a deshacerme de mis antiguos vestidos para confeccionarme nuevos, con telas de mejor calidad. Ella era una figura icónica de la moda, a veces usando vestidos verdes extravagantes que le quedaban majestuosos y hermosos. Yo, en cambio, solo quería algo sencillo, no deseaba llamar la atención.
Después de confeccionarme un vestido hermoso que realzaba mi figura, y de hacerme un sencillo pero lindo peinado, me llevó hasta Jaehaerys. Me sentí muy avergonzada y sonrojada.
-¡Wow, estás... estás preciosa! -dijo, boquiabierto, mientras me tocaba la cintura y los brazos, admirando cómo me quedaba el vestido.
Me dio un gran beso en los labios, otro en la frente y en las mejillas, y luego, riendo, me susurró al oído, aunque al ver a su hermana, decidió decírmelo después. Me tomó del brazo y me llevó hacia la reina.
-Majestad -dijo Jaehaerys, haciendo una reverencia al igual que su hermana y yo-, aquí traigo a mi prometida.
Estaban todos los de la realeza: la familia de Rhaenyra junto a su esposo Daemon, la familia de Alicent, los Velaryon, entre otros. Yo sentía mis mejillas arder de vergüenza y ni siquiera quería levantar la mirada, mientras Jaehaerys me observaba feliz.
La reina me miró contenta y se acercó a mí, levantando mi rostro.
-Ese mechón blanco llama mucho la atención -dijo, tocándolo, y rió antes de volver a sentarse en el trono-. Es un placer conocerte. Espero que después del cumpleaños, del torneo y la boda de nuestra querida Jaehaera con mi hijo Aegon III, podamos celebrar su boda. Sería un honor organizar una gran y hermosa ceremonia para el honorable Jaehaerys, quien ha sido siempre leal.
Ambos hicimos una reverencia y nos apartamos. Todos me observaban, especialmente su padre, que lucía molesto. No podía descartar que este era apenas el comienzo de mis problemas, ya que todos discriminan mucho la sangre bastarda. Sabía que era importante preservar la pureza de la sangre, y más aún, siendo yo una simple sirvienta sin sangre noble.
Al salir de allí, Jaehaerys me tomó por la cintura, a lo que rápidamente retiré su mano.
-¿Qué crees que haces?
-¿Qué? No puedo tocar a mi prometida -dijo molesto mientras caminábamos hacia nuestras habitaciones, volviendo a poner su mano en mi cintura-. Te deseo -susurró en mi oído, haciéndome sentir un escalofrío.
El vientre de su hermana Jaehaera comenzaba a notarse, siendo bendecida por todos. Mientras tanto, mis síntomas estaban siendo terribles, pero ella no parecía sufrir en absoluto. Yo apenas podía disimular el dolor cuando estaba con él.
-Es patético tener que dormir en otra habitación hasta que nos casemos, esto es desesperante. Créeme, si por arte de magia aparezco en tu cama todas las mañanas, es porque los dioses me han puesto allí -dijo, haciéndome reír.
Me habían asignado una habitación pequeña pero acogedora, con ventanas y una pequeña chimenea.
Ya en mi habitación, sentí retortijones en el vientre y náuseas por el desayuno, aunque ya era de tarde. Le pedí a una de las sirvientas que informara que no podría asistir a la cena por motivos personales. No estaba de humor y el dolor me hacía cambiar de ánimo, así que me acosté.
Mientras descansaba, pensé en mi familia, que ahora estaba bien en su hogar, con dinero, ya que Jaehaerys decidió mantenerlos. Saber que estaban felices me daba paz, y pude dormir en armonía.
Durante la cena, Jaehaerys notó extrañado que mi silla estaba vacía. Una sirvienta se le acercó para decirle algo, lo que lo preocupó.
-¿Hijo mío, ya tu prometida te deja solo en su primera cena? Vaya compromiso -dijo su padre con ironía, intentando humillarlo frente a todos.
-Ella está indispuesta, padre. Con su permiso -dijo, levantándose y marchándose, mientras su padre se burlaba junto a Daemon, quien dejó escapar una risa.
-¡Ohhh, ufff! -gritaba de dolor, retorciéndome, justo cuando Jaehaerys entró.
-¿Qué sucede, mi vida? -se acostó rápidamente a mi lado, acariciando mi cabello mientras observaba cómo me agarraba el vientre.
-¿Estaré embarazada, mi amado?
-Por supuesto que lo estás. Pronto traeré a unas mujeres para que lo confirmen.
-¡¿Por qué entonces tanto dolor?! Este hijo está maldito, y ya es despreciado sin haber nacido -dije, mientras un fuerte dolor me mareaba.
-¡Amada mía! -dijo, moviendo mi cabeza asustado. Al reaccionar, lo observé con los labios pálidos y los ojos brillosos, y vi en su expresión un derretimiento de preocupación.
-Los dioses lo repugnan, y más a mí -dije.
-¡No digas esas cosas!
-¿No te avergüenzo? -dije, y algunas lágrimas se escaparon de mis ojos.
-¡Claro que no! ¡No digas eso! Nuestro hijo será bendecido porque es mi hijo, y también tuyo. Recuerda que no todos los embarazos son iguales.
-¡Pero apenas se nota mi vientre! -dije llorando.
-Hay mujeres a las que no se les nota el embarazo, mi amor -respondió.
Solo lo miré, y le sonreí mientras secaba mis lágrimas. Al verlo, me besó, y aunque intenté apartarlo, él me abrazó más fuerte.
-Llamen a los maestres -dijo, saliendo de la habitación.
-¡¿Qué?! ¿Qué van a hacerme?
-Tranquila, solo quiero que te revisen y encuentren algo para tu dolor -dijo, acariciando mi cabello.
Asustada, esperé.
-Jaehaerys, lamento no haber ido a la cena -dije, triste, mientras le tomaba la mano.
-No importa, lo único que me importa es que estés bien -dijo, acariciando mi rostro.
Cuando llegaron, revisaron mi vientre con suaves masajes y luego me pidieron que abriera las piernas.
-¡¿Qué?! No voy a hacer eso.
-Mi amor, debes hacerlo. Son mujeres, tranquila.
-¡No!
-Tranquila, señorita, todo saldrá bien y será rápido.
Finalmente, cedí y me examinaron.
-Sí, está embarazada. Sé que siente mucho dolor, así que le daremos algunas medicinas para aliviarlo.
Asustada, rápidamente me subí la ropa interior y me cubrí.
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Pasión del principe jaehaerys(house of the dragon)
FantasíaEl principe jaehaerys targaryen hijo de helaena y aegon ii se enamora de la sirvienta tn y ella confundida se enamora. Pero tendrán dificultades en el transcurso de su relación poniendo a prueba su amor y su sangre. (Novela corta)