Capítulo 26: El primer baile

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Sinceramente, no pude reaccionar cuando Náyade me tomo de la mano y salió corriendo. Solo me dejé llevar, cosa que no debí permitir, ya que, gracias a eso, ahora estoy metido en este lio, del cual no creo salir hasta que logre huir o, en cualquier caso, morir; con esta hada no está de más tener un ojo de más. Solo le sigo el paso hasta cuando llegamos a la entrada al centro de comercio de la capital

Desde que tengo capacidad para recordar y poseo uso de conciencia, solo había pasado tiempo en el centro unas cuantas veces, las cuales se pueden contar sin problemas. Desde la conquista del terreno que estaba en disputa con Stanr, solo pase para ser recibido por el pueblo, y si soy más exacto, fue más bien para hacer el recibimiento al ejército

Mis pocos momentos libres los utilizo para reunirme con los jefes, recibir problemas del reino y mejorar la calidad de vida de los habitantes. Aunque soy la persona que más cuida a la gente, también soy la única persona que no ha convivido con ellos, al dar la imagen de un ser sangriento y devastador que arrasa con todo a su paso. Soy alguien desconocido para mi pueblo, aunque sea su rey

Todo es algo borroso al ver las cosas pasar con tanta rapidez, caminamos entre medio de la gente buscando un lugar en donde nadie pueda vernos, pero por más que queramos huir, algunas personas terminan por reconocerme, escuchando murmullos dudosos sobre mi identidad, hasta que solo nos queda acelerar el paso, pero aun así las personas nos persiguen con disimulo, ya sea consciente o inconscientemente, quedamos en medio de una multitud que nos mira curiosos. No puedo evitar sentirme acorralado por las miradas llenas de presión a nuestro alrededor

—Aquí tienes a razón por la que no quería venir —le susurre a mi acompañante, quien mira a la gente con algo de pánico

—No pensé que seriamos acorralados por la multitud

—Independientemente de lo que creías o no, estamos en esta situación —de entre la multitud se siguen escuchando murmullos, pero una voz masculina se hace a notar

—¡¿Qué es lo que está pasando?! —pregunta el hombre, cuya voz logro reconocer—. ¡Hagan espacio, dejen pasar! —una vez a tenerlo frente a nosotros, sus ojos se abren de par en par—. ¿Su majestad...?

—Lord Edmond —pronuncie, y el hombre enseguida reacciona y hace una reverencia

—No lo esperábamos esta noche... —en un rápido movimiento, les hace una señal a la gente para que hagan una reverencia—. ¿En qué podemos servirle?

El silencio se hace tangible cuando todos esperan una respuesta de mí, miro a mi alrededor rogado al cielo para no decir alguna barbaridad que me haga sonar como un desquiciado frente a los ciudadanos a quienes, seguramente les estoy destrozando esta bella noche

— Lamento interrumpir su celebración, todo surgió de imprevisto —informó, arreglando mi postura al hablar con él. Siento la mano de Náyade aferrada a mi brazo, ablentándome a decir algo—. Pero, espero que... —aclaro mi garganta al no encontrar las palabras indicadas—, sería un honor para lady Náyade y para mí acompañarlos

—Su majestad, para nosotros es más que un honor tenerlos con nosotros esta noche —el hombre se voltea encarando a la gente con energía—. ¡Todos den la bienvenida a su majestad y a lady Náyade!

Enseguida todos los presentes hacen una reverencia, como si lo tuvieran fríamente calculado. Asiento en señal de aceptación y en sus rostros se divisan sonrisas; mi sorpresa al ver sus reacciones al parecer es notable para mi acompañante, ya que su mirada casi enseguida se clava en mis ojos, con una sonrisa de victoria

—No quisiera decírselo, majestad, pero... se lo dije —niego con la cabeza y ella solo ancha más su expresión, dándome la espalda para ir en dirección a la multitud, pero sin soltar mi mano—. ¿Qué le parece si probamos la comida?

La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora