Te amo Maya.

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Luego de aquella incómoda charla, todos se fueron a hacer sus actividades. Pero yo solo corrí a enterrarme en mi habitación; no podía soportar ver a nadie a la cara, en especial a Jackie. Desde el accidente, ella se había puesto muy sobreprotectora, parecía intentar tomar el rol de mi madre. Al principio eso me molestaba, pero luego fui entendiéndola poco a poco. Ella solo quería protegerme. Sin embargo, en esta ocasión solo deseaba evadirla el mayor tiempo posible. Pero digamos que no fue la mejor decisión.
Jackie entró a la habitación de golpe.
—¿Tuviste sexo con Alex? —las palabras salieron de su boca desesperadamente.
Me quedé completamente inmóvil; estaba en shock. Ninguna palabra salió de mi boca; estaba muy sorprendida por lo que acababa de decir mi hermana. Me sentí hasta avergonzada. Y claro que mi decisión de quedarme callada fue un error, ya que Jackie asumió lo peor y se preocupó tanto de que su hermanita menor no saliera en el próximo programa de "Madres adolescentes".
—Ay, Dios mío, Maya. ¿Usaron protección? Dime que usaron protección -Exclamó alterada -
—Mierda, Jackie, cálmate. No hacíamos nada, lo juro —intenté sonar lo más creíble posible, pero mi nerviosismo hizo que sonara todo lo contrario.
—Por favor, dime la verdad. Soy tu hermana, no te voy a juzgar, pero necesito que me digas la verdad.
—Jackie, lo juro, no hicimos nada. No estoy lista ni tampoco quiero hacerlo. Créeme, no te ocultaría algo así.
Esta vez sí logré ajustar mi tono de voz a lo que estaba diciendo y pude sonar bastante creíble.
—Gracias a Dios —suspiró mientras se abalanzaba hacia mí para abrazarme.

—Bueno, te dejo sola. Creo que hay alguien que quiere verte... —dijo Jackie mientras se paraba de la cama y retrocedía lentamente hacia la puerta.
Me paré de golpe y caminé hacia ella.
—Jackie, no, dile que no estoy, dile que... estoy bañándome —susurré.
—¡Voy a abrir! —se burló.
—¡No! ¡No! Jackie, no! —volví a susurrar, molesta.
—¿Por qué? —susurró al fin.
—No aguanto verlo a la cara, no aguanto la vergüenza de ver a nadie a la cara —respondí.
—Es tu novio, no debe avergonzarte nada.
—¡No! Él no es mi novio —aclaré nerviosa.
—Como digas. Pero yo debo salir de esta habitación. Le prometí a Nathan que iba a correr con él luego de hablar contigo.
—Bien, abre.
Apenas abrió, lo vi, ahí parado, junto a las escaleras y con su libro de "El señor de los anillos" en la mano. Jackie dirigió una mirada burlesca hacia mí y abandonó la habitación.
—Pasa —le dije al pecoso para que entrara a mi habitación—. Y será mejor dejar esto abierto —señalé la puerta cuando él ya estaba dentro de mi habitación.

Alex comenzó a explorar mi habitación y observó con detención los cuadros que tenía en las paredes, en especial uno donde salía yo de pequeña con mi madre. Lo tomó entre sus manos y luego voltió hacia mí.
—No has cambiado nada, tienes la misma cara de bebé —bromeó.
Sus bromas eran dulces; nunca las hacía con mala intención. Parecía pensar todo antes de decirlo. Él es perfecto, realmente perfecto.
—Sí, y tienes la misma actitud e inocencia de niña pequeña —agregó.
—Vete al carajo, pecoso —bromee mientras le daba un empujón despacio.
Ambos reímos y, entre medio de todas esas risas, nos fuimos acercando poco a poco hasta que nuestras narices comenzaron a rozarse y poco a poco nuestros labios también.
Y ahí está. El único beso en el que no nos interrumpieron. Los labios de Alex eran cálidos. El era mi sabor favorito. Y la sensación de tenerlo tan cerca de mi era maravillosa. Cuando nuestros labios se separaron lo mire a los ojos en busca de algo. No sabía de que, pero sentía que algo buscaba. Hasta que las palabras que de algún modo buscaba salieron de su boca.

-Te amo Maya.

El verano de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora