(𝐧𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐚𝐥𝐞𝐱)
Me encerré en mi habitación, me cambié rápido, me arreglé un poco el cabello y bajé a buscar unas galletas para desayunar en el auto camino a la escuela.
Estaba horriblemente nervioso. Me daba miedo lo que mi familia pudiera pensar y me ponía aún más nervioso solo de pensar en lo que pudo haber pasado por la mente de mi madre. Quizás fue un poco mi culpa haber salido de la habitación poniéndome la camiseta; fue una decisión realmente estúpida. Y fue aún más estúpido quitarme la camiseta frente a Maya. Logré alcanzar a ver su rostro al verme, sus mejillas totalmente rojas, y su mirada fija en mi pecho. Aquella mirada me dejó inmóvil.
Y menos mal traía pantalones de pijamada anchos...—¿Usaron protección? —pegué un salto al escuchar la voz de mi madre de la nada en la puerta.
—¡Dios, mamá! No hicimos nada, y si te deja más tranquila, yo no estoy listo para tener relaciones. ¡Jamás lo haría con una chica que conocí el mismo día! ¡Sabes que no soy así!
—Ven acá —dijo mientras extendía sus brazos para abrazarme.
—Mamá, ya —traté de zafarme de su abrazo.
—Alex, lo siento, pero debes entenderme. Soy tu madre, eres un adolescente, y saliste de tu habitación con Maya recién poniéndote la camiseta. ¿Qué quieres que me imagine?
—Lo siento —me disculpé.
—¿Qué pasó anoche? ¿Por qué ella durmió en tu habitación? Jackie dijo que no despertó con ella y que no la vio por ninguna parte.
—Salí de mi habitación al baño, y cuando volví, vi a Maya subiendo las escaleras, estaba llorando. La abracé y la consolé en mi habitación. Ella se quedó dormida. La acosté en mi cama. ¡Y yo dormí en el suelo! —la última parte la recalqué bastante fuerte.
—Eres un buen chico, me alegra tenerte —dijo mientras me envolvía en otro abrazo—. Alex, ten cuidado con Maya, ella está pasando por un momento difícil. No le rompas el corazón.
—¿Qué? —fue lo único que se me ocurrió decir.
—No soy tonta, soy tu madre, te conozco. Apúrate, vamos tarde. Tus hermanos ya se fueron, yo los llevaré a ti y a Maya a la escuela —dijo antes de abandonar la habitación.
Lo sucedido en los últimos cinco minutos con mi madre me dejó completamente confundido. Acababa de conocer a Maya, pero aún así mi corazón se aceleraba con cada pequeña interacción. Verla sonreír me llenaba como nada más, y me hacía sentir como ninguna otra persona lo hacía. Ella era perfecta.
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El verano de sus ojos
RomanceMaya Howard, una chica completamente rota, tuvo que aprender a criarse sola desde pequeña, ya que sus padres biológicos la abandonaron cuando era apenas una bebé. A los seis años, fue adoptada por una familia que fue todo lo que siempre había querid...